El club de los negocios raros - Chesterton
LAS EXTRAORDINARIAS AVENTURAS DEL COMANDANTE BROWN
LAS EXTRAORDINARIAS AVENTURAS DEL COMANDANTE BROWN
You also want an ePaper? Increase the reach of your titles
YUMPU automatically turns print PDFs into web optimized ePapers that Google loves.
-¿Se imagina que es <strong>de</strong> cristal? -prosiguió Bingham febrilmente-. ¿O dice que es Dios...?<br />
¿O...?<br />
-No -dijo el doctor Colman con voz cortante-. <strong>El</strong> caso es, señor Grant, que mi<br />
<strong>de</strong>scubrimiento es <strong>de</strong> muy distinta naturaleza. Lo tremendo <strong>de</strong>l caso es...<br />
-¡Acabe, por Dios, caballero! -exclamó Bingham con angustia.<br />
-Lo tremendo <strong>de</strong>l caso es -repitió Colman pausadamente- que el señor Chadd no está<br />
loco.<br />
-¿Que no está loco?<br />
-Existen comprobaciones físicas conocidísimas para probar la <strong>de</strong>mencia -dijo<br />
concisamente el doctor-, y no ha respondido a ninguna <strong>de</strong> ellas.<br />
-Pero, ¿por qué baila? -exclamó Bingham en el colmo <strong>de</strong> la <strong>de</strong>sesperación-. ¿Por qué no<br />
nos contesta? ¿Por qué no ha hablado a su familia?<br />
-Cualquiera sabe -dijo fríamente el doctor Colman-. A mí me pagan por juzgar a <strong>los</strong><br />
<strong>de</strong>mentes, pero no a <strong>los</strong> tontos. Ese hombre no está loco.<br />
-¿Qué diab<strong>los</strong> quiere <strong>de</strong>cir eso? ¿No po<strong>de</strong>mos hacer que nos escuche? -dijo el señor<br />
Bingham-. ¿No hay manera <strong>de</strong> enten<strong>de</strong>rse con él?<br />
La voz <strong>de</strong> Grant resonó entonces con la claridad <strong>de</strong> una campana <strong>de</strong> acero.<br />
-Yo tendré mucho gusto -dijo- en transmitirle cualquier mensaje que se le quiera<br />
comunicar.<br />
Los otros dos se le quedaron mirando atónitos.<br />
-¿Transmitirle un mensaje? -exclamaron simultáneamente-. ¿Cómo va usted a<br />
transmitirle un mensaje?<br />
Basil sonrió con su flema habitual.<br />
-Si <strong>de</strong> verdad quieren saber uste<strong>de</strong>s cómo puedo transmitirle su mensaje... -comenzó.<br />
-¡Claro, claro! -le interrumpió Bingham en una especie <strong>de</strong> frenesí.<br />
-¡Pues así! -dijo Basil.<br />
Y <strong>de</strong> repente alzó una pierna en el aire, dirigió el pie hacia abajo haciendo crujir el zapato<br />
y se quedó a la pata coja. En su semblante se reflejaba una gran seriedad, pero ésta<br />
quedaba un poco malparada por el hecho <strong>de</strong> que su pie <strong>de</strong>scribía en el aire fantásticos<br />
círcu<strong>los</strong>.<br />
-Me obligan uste<strong>de</strong>s a ello -dijo-. Me obligan uste<strong>de</strong>s a traicionar a mi amigo. Pero lo<br />
haré por su propio bien.<br />
<strong>El</strong> sensitivo semblante <strong>de</strong> Bingham adoptó una expresión todavía mayor <strong>de</strong> angustia,<br />
como si esperara un <strong>de</strong>senlace funesto.<br />
-Algo doloroso, por supuesto... -comenzó.<br />
Basil <strong>de</strong>jó caer el pie sobre la alfombra con un crujido que <strong>de</strong>jó a <strong>los</strong> otros rielados en sus<br />
medrosas aptitu<strong>de</strong>s.<br />
-¡Idiotas! -exclamó-. ¿Se han fijado uste<strong>de</strong>s en ese hombre? ¿Han estado uste<strong>de</strong>s viendo a<br />
James Chadd andando tristemente <strong>de</strong> acá para allá, <strong>de</strong> su oscura casa a la miserable<br />
biblioteca, siempre con sus inútiles libros y su maldito paraguas, y no han visto uste<strong>de</strong>s<br />
Página 72