El club de los negocios raros - Chesterton
LAS EXTRAORDINARIAS AVENTURAS DEL COMANDANTE BROWN
LAS EXTRAORDINARIAS AVENTURAS DEL COMANDANTE BROWN
Create successful ePaper yourself
Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.
sacando billete para algún sitio, entreteniéndose en la operación un tiempo asombroso,<br />
pero la verdad era que estaba discutiendo <strong>de</strong> religión con el empleado <strong>de</strong> la taquilla, y en<br />
el calor <strong>de</strong> la discusión casi había introducido la cabeza por la ventanilla. Cuando<br />
pudimos arrancarle <strong>de</strong> allí, todavía transcurrió algún tiempo antes <strong>de</strong> que pudiera hablarle<br />
<strong>de</strong> otra cosa que no fuera la aparición <strong>de</strong> un fatalismo oriental en el pensamiento<br />
mo<strong>de</strong>rno, algunas <strong>de</strong> las sagaces aunque perniciosas falacias <strong>de</strong>l funcionario. Al fin<br />
conseguimos hacerle compren<strong>de</strong>r que habíamos hecho un asombroso <strong>de</strong>scubrimiento.<br />
Cuando nos quiso escuchar lo hizo atentamente, paseando entre <strong>los</strong> dos <strong>de</strong> arriba abajo<br />
por la calle iluminada por <strong>los</strong> faroles mientras nosotros le hablábamos en un dúo un tanto<br />
febril <strong>de</strong> la vasta mansión <strong>de</strong> South Kensington, <strong>de</strong>l lechero equívoco, <strong>de</strong> la señora<br />
encerrada en el piso bajo y <strong>de</strong>l hombre que nos había vigilado <strong>de</strong>s<strong>de</strong> el pórtico.<br />
Finalmente contestó:<br />
-Si pensáis volver allí a hacer indagaciones <strong>de</strong>béis andaros con cuidado. No conviene que<br />
vayáis vosotros <strong>de</strong> nuevo. Ir dos veces con el mismo pretexto <strong>de</strong>spertaría sospechas. Ir<br />
con un pretexto diferente sería peor. Podéis estar seguros <strong>de</strong> que el individuo que os<br />
estuvo mirando lo hizo a conciencia y vuestras fisonomías, por <strong>de</strong>cirlo así, se le habrán<br />
quedado grabadas en la memoria. Si queréis averiguar si pasa algo sin avisar a la policía<br />
creo que lo mejor es que esperéis fuera. Yo entraré a ver lo que ocurre.<br />
Su paso lento y reflexivo nos condujo al fin a la vista <strong>de</strong> la casa. Ésta se recortaba<br />
po<strong>de</strong>rosa y sombría en la postrera livi<strong>de</strong>z <strong>de</strong>l crepúsculo. Parecía el castillo <strong>de</strong> un ogro, y<br />
al parecer lo era.<br />
-¿Crees que no será peligroso, Basil -dijo su hermano <strong>de</strong>teniéndose algo pálido junto al<br />
farol-, entrar solo en ese sitio? Claro que nosotros estaremos lo bastante cerca para oírte<br />
si gritas, pero esos <strong>de</strong>monios pue<strong>de</strong>n hacer cualquier cosa... algo por sorpresa... extraño.<br />
A mí no me parece seguro.<br />
-Nada hay seguro -repuso Basil con calma-, a excepción, quizá, <strong>de</strong> la muerte.<br />
Y franqueando la escalinata llamó al timbre. No pudimos contener un estremecimiento<br />
cuando la maciza puerta <strong>de</strong> la siniestra casa se abrió un instante, proyectando un<br />
rectángulo <strong>de</strong> luz en la penumbra, y volvió a cerrarse luego con estrépito. Parecía que se<br />
le hubieran tragado las fauces <strong>de</strong> un terrible tiburón. Una fresca brisa nocturna azotó la<br />
calle y Rupert y yo nos subimos el cuello <strong>de</strong>l abrigo. Al cabo <strong>de</strong> veinte minutos, durante<br />
<strong>los</strong> cuales apenas hablamos ni nos movimos, estábamos verda<strong>de</strong>ramente congelados, pero<br />
más bien, creo yo, <strong>de</strong> aprensión que <strong>de</strong> frío. De repente Rupert dio un paso hacia la casa.<br />
-No puedo soportar esto -exclamó.<br />
Pero casi al mismo tiempo retrocedió <strong>de</strong> un salto en las sombras, porque la puerta volvió<br />
a proyectar su rectángulo luminoso, recortándose en él la corpulenta silueta <strong>de</strong> Basil, que<br />
salía en aquel instante. Basil salía riéndose a carcajadas y hablando con tales voces que<br />
podían oírse sus palabras <strong>de</strong>s<strong>de</strong> la acera <strong>de</strong> enfrente. Otra voz, o acaso dos, se reían y le<br />
contestaban <strong>de</strong>s<strong>de</strong> <strong>de</strong>ntro.<br />
-No, no, no -gritaba Basil con una hostilidad jovial-. Eso es absolutamente falso. Ésa es la<br />
mayor <strong>de</strong> las herejías. Es el alma, querido amigo, es el alma la que rige <strong>los</strong> <strong>de</strong>stinos <strong>de</strong> las<br />
fuerzas cósmicas. Cuando vea usted una fuerza cósmica que no le guste, engáñela, hijo<br />
mío... Pero no tengo más remedio que marcharme.<br />
Página 78