24.07.2018 Views

El club de los negocios raros - Chesterton

LAS EXTRAORDINARIAS AVENTURAS DEL COMANDANTE BROWN

LAS EXTRAORDINARIAS AVENTURAS DEL COMANDANTE BROWN

SHOW MORE
SHOW LESS

You also want an ePaper? Increase the reach of your titles

YUMPU automatically turns print PDFs into web optimized ePapers that Google loves.

Basil Grant sacó el reloj con un movimiento brusco.<br />

-¿Cuándo dijo usted que iba a venir el hombre <strong>de</strong>l British Museum? -preguntó.<br />

-A las tres -respondió concisamente la señorita Chadd.<br />

-En ese caso tengo una hora por <strong>de</strong>lante -dijo Basil.<br />

Y sin proferir otra palabra, abrió la ventana y saltó al jardín. No se dirigió directamente al<br />

doctor y al lunático, sino que bor<strong>de</strong>ó el sen<strong>de</strong>ro y se fue acercando a el<strong>los</strong> con disimulada<br />

cautela. Cuando se encontró a dos pasos <strong>de</strong> distancia, se <strong>de</strong>tuvo y fingió ponerse a contar<br />

unas monedas que sacó <strong>de</strong>l bolsillo <strong>de</strong>l pantalón, pero pu<strong>de</strong> observar que miraba<br />

constantemente hacia arriba bajo las anchas alas <strong>de</strong> su sombrero.<br />

De pronto le dio al profesor Chadd en el codo y su voz fuerte y familiar le dijo:<br />

-¿Qué, amigo mío? ¿Todavía cree usted que <strong>los</strong> zulúes son inferiores a nosotros?<br />

<strong>El</strong> doctor enarcó las cejas y se mostró preocupado, como si fuera a <strong>de</strong>cir algo. <strong>El</strong> profesor<br />

volvió su calva y plácida cabeza hacia Grant con gesto amistoso, pero no contestó una<br />

palabra, limitándose a agitar en el aire la pierna izquierda.<br />

-¿Ha convertido usted a sus opiniones al doctor Colman? -agregó Basil con el mismo<br />

tono <strong>de</strong> cordura.<br />

Chadd no hizo más que restregar un pie en el suelo y dar varias patadas con la otra<br />

pierna, sin abandonar su expresión benévola e inquisitiva. <strong>El</strong> doctor intervino <strong>de</strong> repente.<br />

-¿Vamos <strong>de</strong>ntro, profesor? -dijo-. Ya me ha enseñado usted el jardín. Es muy hermoso.<br />

Es hermosísimo. Vamos <strong>de</strong>ntro.<br />

Y diciendo esto trató <strong>de</strong> arrastrar por el codo al saltarín etnólogo, a la vez que le <strong>de</strong>cía a<br />

Grant en voz baja:<br />

-Le ruego que no le inquiete con preguntas. Es peligrosísimo. Hay que calmarle.<br />

En el mismo tono, pero con frialdad, Basil le contestó:<br />

-Indudablemente, doctor, sus indicaciones <strong>de</strong>ben ser respetadas. Yo me esforzaré por<br />

seguirlas, pero creo que no faltaré a ellas si me <strong>de</strong>ja usted sólo una hora con mi pobre<br />

amigo en el jardín. Deseo vigilarle. Le aseguro, doctor Colman, que he <strong>de</strong> hablarle muy<br />

poco, y que lo poco que le diga será tan calmante como... un bálsamo.<br />

<strong>El</strong> doctor se limpió <strong>los</strong> anteojos con aire pensativo.<br />

-Es algo peligroso para él -contestó- permanecer mucho tiempo sin sombrero bajo este<br />

fuerte sol, estando tan calvo como está.<br />

-Eso se arregla en seguida -dijo Basil sin inmutarse, quitándose su enorme sobrero y<br />

plantándoselo al profesor en su cráneo <strong>de</strong> huevo.<br />

Sin darse por enterado, el etnólogo se alejó bailando un poco con <strong>los</strong> ojos fijos en el<br />

horizonte. <strong>El</strong> doctor se volvió a poner <strong>los</strong> anteojos, miró a <strong>los</strong> dos unos instantes con<br />

severidad, la<strong>de</strong>ando la cabeza como un pájaro, y diciendo secamente: «¡Está bien!», se<br />

alejó hacia la casa, en don<strong>de</strong> se hallaban las tres señoritas Chadd mirando al jardín por la<br />

ventana <strong>de</strong>l recibidor. Durante una hora permanecieron allí sin moverse, y en ese tiempo<br />

tuvieron que presenciar un espectáculo mucho más extraordinario que la locura misma.<br />

Basil Grant dirigió unas cuantas preguntas al loco sin lograr que le contestara <strong>de</strong> otro<br />

modo que haciendo piruetas, pero <strong>de</strong>spués sacó <strong>de</strong>l bolsillo un cua<strong>de</strong>rno <strong>de</strong> color rojo y<br />

Página 68

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!