24.07.2018 Views

El club de los negocios raros - Chesterton

LAS EXTRAORDINARIAS AVENTURAS DEL COMANDANTE BROWN

LAS EXTRAORDINARIAS AVENTURAS DEL COMANDANTE BROWN

SHOW MORE
SHOW LESS

Create successful ePaper yourself

Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.

<strong>El</strong> robusto y bondadoso agente que apareció en la puerta se puso a hablar en cuanto entró.<br />

-Creo que uno <strong>de</strong> uste<strong>de</strong>s -dijo concisamente pero con respeto- presenció lo que ocurrió<br />

ayer en Copper Street y me llamó la atención con mucho interés acerca <strong>de</strong> <strong>de</strong>terminado<br />

individuo.<br />

Rupert se incorporó en su silla con <strong>los</strong> ojos como diamantes, pero el agente prosiguió con<br />

calma, consultando un papel.<br />

-Era un hombre joven con el pelo gris. Iba muy bien vestido, con un traje ligero <strong>de</strong> color<br />

gris que le habían <strong>de</strong>sgarrado en la lucha. Dijo que se llamaba Drummond Keith.<br />

-Eso tiene gracia -dijo Basil riéndose-. Precisamente estaba yo en este momento<br />

<strong>de</strong>fendiendo a ese pobre oficial <strong>de</strong> acusaciones un tanto caprichosas. ¿Qué ocurre con él?<br />

-Mire usted, caballero -dijo el agente-, yo tomé las señas <strong>de</strong> todos <strong>los</strong> individuos para que<br />

se les vigilara. La cosa no era tan grave para hacer otra cosa. Pues bien: todas las <strong>de</strong>más<br />

señas estaban bien dadas, pero ese señor Keith ha dado una dirección falsa. <strong>El</strong> lugar que<br />

indicó no existe.<br />

La mesa <strong>de</strong>l <strong>de</strong>sayuno estuvo a punto <strong>de</strong> rodar cuando Rupert se puso en pie <strong>de</strong> un salto,<br />

dándose una palmada en <strong>los</strong> mus<strong>los</strong>.<br />

-¡Magnífico! -exclamó-. Esto es un aviso <strong>de</strong>l cielo.<br />

-Verda<strong>de</strong>ramente es muy extraordinario -dijo Basil tranquilamente, enarcando las cejas-.<br />

Es extraño que el hombre haya dado una dirección falsa si se tiene en cuenta que era<br />

absolutamente inocente en...<br />

-¡Vamos! ¡Tú sí que eres inocente! -exclamó Rupert, arrebatado-. No me extraña que no<br />

hayas podido ser juez. Te crees que todo el mundo es tan bueno como tú. ¿Es que no está<br />

ya la cosa bastante clara? Una amistad dudosa, una serie <strong>de</strong> historias rufianescas, una<br />

conversación <strong>de</strong> lo más sospechosa, una excursión por calles tortuosas, un puñal<br />

escondido, un hombre medio muerto, y por último, una dirección falsa: ¡a eso llamas tú<br />

una bondad resplan<strong>de</strong>ciente!<br />

-Es verda<strong>de</strong>ramente extraordinario -repitió Basil, poniéndose a pasear pensativamente por<br />

la estancia-. ¿Está usted seguro, agente, <strong>de</strong> que no hay ningún error? Tomó usted bien las<br />

señas y la policía ha ido allí efectivamente y ha visto que era un engaño?<br />

-La cosa era bien sencilla, caballero -dijo el agente sonriéndose-. <strong>El</strong> lugar que ese hombre<br />

indicó era un suburbio <strong>de</strong> Londres, y nuestros agentes han estado allí esta mañana antes<br />

<strong>de</strong> que se hubiera <strong>de</strong>spertado ninguno <strong>de</strong> uste<strong>de</strong>s. En seguida han visto que no existe tal<br />

casa. En realidad, apenas hay alguna vivienda por allí. Aunque está tan cerca <strong>de</strong> Londres,<br />

aquello es un erial con cuatro o cinco árboles y sin rastro <strong>de</strong> cristiano. No lo du<strong>de</strong>,<br />

caballero, las señas son absolutamente falsas. Se ve que era un redomado granuja, porque<br />

escogió uno <strong>de</strong> esos sitios perdidos <strong>de</strong> <strong>los</strong> que nadie sabe nada. De antemano nadie habría<br />

podido suponer que no existiera allí alguna casa perdida entre <strong>los</strong> matorrales, pero el<br />

hecho es que no existe.<br />

Durante este sensato discurso el semblante <strong>de</strong> Basil se había ido oscureciendo sin cesar,<br />

como bajo el esfuerzo <strong>de</strong> una meditación <strong>de</strong>sesperada. Por primera vez quizá <strong>de</strong>s<strong>de</strong> que le<br />

conocía se veía acorralado, y, a <strong>de</strong>cir verdad, a mí me maravillaba un tanto la pueril<br />

obstinación con que se aferraba a su primitivo juicio en favor <strong>de</strong>l tan sospechoso teniente.<br />

Página 53

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!