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El club de los negocios raros - Chesterton

LAS EXTRAORDINARIAS AVENTURAS DEL COMANDANTE BROWN

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-Venga usted otro día a darnos otra paliza -dijo la voz regocijada que salía <strong>de</strong>l interior-.<br />

Todavía nos quedan algunos huesos intactos.<br />

-Gracias, muchas gracias. Volveré... ¡Buenas noches! -gritó Grant, que ya entonces había<br />

llegado a la calzada.<br />

-¡Buenas noches! -repitió la otra voz amigablemente antes <strong>de</strong> que se cerrara la puerta.<br />

-Basil -dijo Rupert Grant con voz ahogada-, ¿qué vamos a hacer?<br />

-¿Qué hay que hacer, Basil? -insistí yo sin po<strong>de</strong>r dominar mi excitación.<br />

-No lo sé seguro -contestó Basil titubeando-. ¿Qué os parece si fuéramos a cenar a<br />

cualquier parte y <strong>de</strong>spués al teatro? He intentado traer a esos jóvenes ingenuos, pero no<br />

podían venir.<br />

Nosotros nos quedamos con la boca abierta.<br />

-¿Ir al teatro? -dijo Rupert-. ¿Para qué?<br />

-¿Cómo que para qué? -contestó Basil, perplejo a su vez-. Pues para divertirnos.<br />

-Pero, ¡por Cristo bendito! Lo que yo quiero es saber qué vamos a hacer -exclamó<br />

Rupert-. ¿Y el asunto <strong>de</strong> esa pobre mujer encerrada en la casa? ¿Hay que avisar a la<br />

policía?<br />

La expresión <strong>de</strong> Basil se aclaró al compren<strong>de</strong>r <strong>de</strong> pronto y se echó a reír.<br />

-¡Ah, sí -contestó-. Se me había olvidado. No es nada. Sin duda, alguna equivocación. O<br />

alguna cuestión privada sin importancia. Pero siento mucho que esos muchachos no<br />

puedan venir con nosotros... ¿Tomamos uno <strong>de</strong> esos ómnibus ver<strong>de</strong>s? En Sloane Square<br />

hay un restaurante.<br />

-A veces creo que finge usted que está loco sólo para asustarnos -dije yo irritado-. ¿Cómo<br />

vamos a <strong>de</strong>jar a esa mujer encerrada ahí? ¿Cómo pue<strong>de</strong> ser ése un asunto privado?<br />

¿Des<strong>de</strong> cuándo el <strong>de</strong>lito, el secuestro y el asesinato son cuestiones privadas? Si<br />

encontrara usted un cadáver en casa <strong>de</strong> un hombre, ¿no le parecería <strong>de</strong> mal gusto hablar<br />

<strong>de</strong> ello como si se tratara <strong>de</strong> un cachivache cualquiera?<br />

Basil se echó a reír con todas sus ganas.<br />

-Todo eso está muy bien -dijo-, pero en el presente caso estoy seguro <strong>de</strong> que no pasa<br />

nada. A<strong>de</strong>más, ahí viene el ómnibus ver<strong>de</strong>.<br />

-¿Cómo sabes que no pasa nada en este caso? -preguntó su hermano con irritación.<br />

-Hombre <strong>de</strong> Dios, la cosa salta a la vista -contestó Basil sosteniendo entre <strong>los</strong> dientes un<br />

billete <strong>de</strong> vuelta mientras rebuscaba en <strong>los</strong> bolsil<strong>los</strong> <strong>de</strong>l chaleco-. Esas dos criaturas no<br />

han cometido un crimen en toda su vida. No tienen ma<strong>de</strong>ra para ello. ¿Tenéis alguno una<br />

moneda? Quiero comprar un periódico antes <strong>de</strong> que llegue el ómnibus.<br />

-¡Oh! ¡Al diablo el periódico! -exclamó Rupert furioso-. ¿Quieres hacerme creer, Basil<br />

Grant, que vas a abandonar a un semejante en la negrura <strong>de</strong> una mazmorra particular<br />

porque has hablado diez minutos con sus carceleros y te han hecho creer que son buenas<br />

personas?<br />

-También las personas buenas cometen crímenes a veces -dijo Basil quitándose el billete<br />

<strong>de</strong> la boca-, pero esta clase <strong>de</strong> individuos no comenten esa clase <strong>de</strong> crimen. Bueno,<br />

¿tomamos este ómnibus?<br />

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