El club de los negocios raros - Chesterton
LAS EXTRAORDINARIAS AVENTURAS DEL COMANDANTE BROWN
LAS EXTRAORDINARIAS AVENTURAS DEL COMANDANTE BROWN
Create successful ePaper yourself
Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.
LA SINGULAR ESPECIFICACIÓN DEL AGENTE DE FINCAS<br />
En cuanto el teniente Drummond Keith abandonó la sala, la conversación acerca <strong>de</strong> su<br />
persona estalló como una tormenta. Esto se <strong>de</strong>bía a múltiples y diversas características<br />
singulares. Era un hombre ligero y airoso que se vestía con ropas airosas y ligeras,<br />
blancas por lo general, como si estuviera en <strong>los</strong> trópicos. Era enjuto y agraciado como<br />
una pantera, y tenía <strong>los</strong> ojos negros, <strong>de</strong> expresión inquieta.<br />
Vivía en la mayor estrechez y tenía uno <strong>de</strong> <strong>los</strong> hábitos <strong>de</strong> <strong>los</strong> pobres en tan <strong>de</strong>smedido e<br />
inconmensurable grado que podría eclipsar al más miserable <strong>de</strong> <strong>los</strong> parias: me refiero a la<br />
costumbre <strong>de</strong> cambiar continuamente <strong>de</strong> vivienda. Existen <strong>de</strong>ntro <strong>de</strong> Londres lugares<br />
don<strong>de</strong>, en el corazón mismo <strong>de</strong> la civilización artificial, la Humanidad ha vuelto una vez<br />
más a la vida nómada. Sin embargo, en estos inquietos lugares, no había un vagabundo<br />
más inquieto que el elegante oficial <strong>de</strong> <strong>los</strong> airosos trajes blancos. A juzgar por su<br />
conversación, este hombre había cazado en sus tiempos innumerables cosas, <strong>de</strong>s<strong>de</strong><br />
perdices hasta elefantes, pero sus escépticas amista<strong>de</strong>s opinaban que «la Luna» no se<br />
había hallado pocas veces entre las víctimas <strong>de</strong> su victorioso rifle. La frase era<br />
acertadísima, y sugería una mística y fabu<strong>los</strong>a caza nocturna.<br />
<strong>El</strong> teniente llevaba <strong>de</strong> casa en casa y <strong>de</strong> parroquia en parroquia un equipaje integrado<br />
prácticamente por cinco artícu<strong>los</strong>: dos extrañas lanzas <strong>de</strong> ancha hoja, armas proce<strong>de</strong>ntes,<br />
supongo yo, <strong>de</strong> alguna tribu salvaje; un paraguas ver<strong>de</strong>; un ejemplar enorme y <strong>de</strong>strozado<br />
<strong>de</strong> <strong>los</strong> Papeles <strong>de</strong>l Club Pickwick, una gran escopeta <strong>de</strong> caza, y algún profano vino<br />
oriental. Estos objetos le acompañaban siempre a toda nueva vivienda, aunque sólo fuera<br />
por una noche, y eran llevados <strong>de</strong> un lado a otro absolutamente al <strong>de</strong>scubierto, atados con<br />
manojos <strong>de</strong> cuerdas o <strong>de</strong> paja, lo cual hacía la <strong>de</strong>licia <strong>de</strong> <strong>los</strong> poéticos chiquil<strong>los</strong> <strong>de</strong> las<br />
grises callejuelas.<br />
Me olvidaba hacer constar que también llevaba siempre consigo su vieja espada <strong>de</strong><br />
reglamento, pero esto planteaba otra extraña cuestión acerca <strong>de</strong> su persona. Aun cuando<br />
era animado y ágil, no era, sin embargo, nada joven. A <strong>de</strong>cir verdad, tenía el cabello<br />
completamente gris, aunque su bigote, un tanto fiero, <strong>de</strong> italiano, conservara su negrura, y<br />
en su semblante se percibían <strong>los</strong> estragos <strong>de</strong> las inquietu<strong>de</strong>s bajo su casi italiana alegría.<br />
Encontrar un hombre <strong>de</strong> edad madura que ha abandonado el ejército en la primitiva<br />
graduación <strong>de</strong> teniente es algo <strong>de</strong>sacostumbrado y que no mueve a admiración. Entre las<br />
personas más sensatas y caute<strong>los</strong>as, este hecho, al igual que su inacabable vagabun<strong>de</strong>o,<br />
no hacía ningún bien al misterioso personaje. Por último, era un hombre que contaba esa<br />
case <strong>de</strong> aventuras que conquistan la admiración ajena, pero no el respeto. Tenían por<br />
escenario extraños lugares en <strong>los</strong> que no era fácil que se hubiera encontrado nunca un<br />
hombre vulgar, como fuma<strong>de</strong>ros <strong>de</strong> opio y garitos infernales. Abrasaban con el calor <strong>de</strong><br />
las guaridas <strong>de</strong> ladrones o <strong>de</strong>sprendían un extraño hedor <strong>de</strong> ceremonias caníbales. Esta<br />
clase <strong>de</strong> historias <strong>de</strong>sacreditan siempre a una persona, sean creídas o no. Si <strong>los</strong> relatos <strong>de</strong><br />
Keith eran falsos, se trataba <strong>de</strong> un embustero, y si eran verídicos, no le había faltado<br />
mucho para ser un granuja.<br />
<strong>El</strong> teniente Keith acababa <strong>de</strong> abandonar la estancia en don<strong>de</strong> yo me encontraba en<br />
Página 45