BOLETIN de la lkea1 Academia de Ciencias, Bellas Letras y Nobles ...

250 La organización
teratura castellana. A más de ésto, propónese esta Academia dar frecuentes
lecturas públicas de las poesías de Góngora, comentando la obra y hablando
del autor, en las escuelas primarias, centros de enseñanza secundaria, socie-
dades artísticas, asociaciones obreras y donde quiera que se hallen núcleos de
personas deseosas de ilustrarse.
Esta labor de divulgación de la obra de Góngora culminará en una so-
lemne velada artístico-literaria que se celebre en esta capital el día del ani-
versario, con programa que se someterá oportunamente a la aprobación de
V. E., tomando parte en el acto un delegado .de esa Real Academia Es-
pañola.
Después de haber ordenado los máximos esfuerzos a que los doctos, los
cultos y los estudiosos tributen sus entu,siasmos a la exactación de la memoria
de Góngora; después de haber procurado que la obra genial brille a los ojos
de los menos versados; después de haber intentado que hasta los niños parti-
cipen de los dones del estro que esplende en la cumbre del Parnaso Cordo-
bés, queremos cuando tome calor de vida en el pecho de los aquí nacidos,
que en el suelo de Córdoba se alce su figura, recobrando, por así decir, vida
sempiterna a los ojos de la carne, en mármoles y bronce que pregonen la
devoción de todo un pueblo a uno de sus compatricios más preclaros y la
honra que desea rendirle en correspondencia a la gloria que los talentos del
hijo ganaron para el ámbito de la ciudad madre.
Córdoba que levantó un bello monumento al Gran Capitán de los españo-
les, uno de los genios de la raza, que paseó en triunfo por el mundo con el
nombre de España el de su patria menor de notable mérito; que ha eri-
gido otro al mas famoso de sus obispos, el gran Osio, de cuya celebridad
participamos en todo el orbe; que ahora se dispone a dedicar un tercero al
más ilustre adalid del romanticismo, el autor de Don Alvaro y de tantos ro-
mances inimitables, ya que por el Duque de Rivas también el nombre de Cór-
doba brilla más en los anales de la civilización, Córdoba no puede menos de
querer que también se labre una estatua a don Luís de Góngora y Argote,
en el tercer centenario de su muerte, cuando la ciudad parece que material y
espiritualmente resurge para ostentar con la dignidad que su historia le exige
los timbres inmarcesibles que la Fama le ha donado por los méritos de tan-
tos ilustres varones que dió al mundo
Siendo el monumento para Córdoba, Córdoba tiene que sufragarlo. Su Ayun-
tamiento y el vecindario, si así lo quieren, serán los que atiendan el gasto
que ocasione esta manifestación artística de ofrenda perpetua de honor que a
Góngora se haga en el centenario que se proyecta.
Estimamos que viene muy bien al caso algún acto piadoso que la religio-
sidad dedique en sufragio del alma del racionero Góngora. Habiendo pertene-
cido a uno de los cuerpos eclesiásticos catedralicios y estando depositados en