BOLETIN de la lkea1 Academia de Ciencias, Bellas Letras y Nobles ...

Crónica del III Centenario de Góngora 283
Fué tan hidalgo de espíritu tan valiente que en la Corte no se doblegó al
vencedor y por ello fracasó allí su espíritu enérgico y vibrante.
Su vida se desarrolla en lo que pudiéramos llamar triángulo gongorino:
sobre la base de Córdoba, Salamanca y la Corte.
Cuando Góngora ve la luz primera, en Córdoba se había producido un
renacimiento, que ya tenía las altas expresiones de Fernán Pérez de Oliva y
Ambrosio de Morales.
¿Que vibración sintió en su infancia? No nace porque si en la ínclita fuen-
te de sabiduría.
Se produce en el barrio de la Catedral, que entre los de Córdoba, con su
especial fisonomía, es la joya por excelencia, no ya desde el punto de vista
arquitectónico, sino por su expresión simbólica.
Era la Catedral plantel de hombres ilustres. Era el tiempo de Pablo de Cés-
pedes y los Alderetes.
bres.
Sólo ella hablaba en Córdoba. Surgieron entonces los pintores y los orfe-
Quien deba y pueda cumpla la obligación de historiar aquella herencia, cu-
yos derechos reales han de ser satisfechos con libros.
Fueron aquellos los dones que Córdoba dió a Góngora.
Salamanca le concedió sus leyes éticas.
En este punto de la conferencia, se interpreta al piano una antigua can-
ción salmantina.
Don Antonio Jaén prosigue: Esa fué la canción que oiría don Luís de Gón-
gora en los caminos y en las posadas; canción de las espadas y de las vi-
huelas de los estudiantes.
Era musical el alma de Góngora: si el poeta no supo de música, acertó a
sentirla como nadie.
Si no pudo licenciarse en cánones, obtuvo el doctorado de poeta en la
Salamanca del siglo xvt, cuando era el emporio cultural de España, cuando
se componía el más colosal libro de aventuras.
Luego en la corte, que iba de Valladolid a Madrid, recibió el espaldarazo
de poeta y sufrió en el corazón tremendos desengaños y la rivalidad de Lope
de Vega.
El orador vuelve a suspender la conferencia, porque se interpreta al piano
la música de un romance del siglo xv, compuesta por el ciego Salinas.
Comentándola, don Antonio Jaén dice que es una salmodia, de cuando se
van los judíos, lanzados fuera de España.
Entonces vuelve el poeta a Córdoba.
Florece entonces su sentimentalidad. Ella es como paletadas de luz en la
tumba del poeta.
A continuación, don Antonio Jaén lee poesías de Góngora para señalar los