BOLETIN de la lkea1 Academia de Ciencias, Bellas Letras y Nobles ...

286 La celebración
¿Por qué vió Góngora a Madrid tan pequeño y vulgar? Don Andrés Ovejero
dió una respuesta hermosísima; narró la vida de Góngora en Madrid, sus infortunios,
sus desencantos, y en contraste con las mezquinas brillanteces de
la época, que llevaron a perecer a hierro a grandes amigos del poeta, pintó
Ovejero la grandeza despreciadora del provinciano, cuya superioridad no aguanta
humillaciones y se burla.
Nos dijo luego cómo vió Góngora a Toledo. Lo vió distinto que Madrid.
En Toledo vió paisaje y ciudad y ensalzó el conferenciante, analizándolos, los
romances en que Góngora habla del Tajo:
»Frescos airecillos
que a la primavera
le tejeis guirnaldas
y ofreceis violetas»
¿Es poeta o pintor? ¡Lo es todol Mas en la ciudad todavía se acentúa más
vigorosamente la excelsitud de Góngora.
Aludió a cómo vió a la Virgen del Sagrario, patrona de Toledo y al Castillo
de San Servando, en donde el Cid «velara sus armas solo con él solo»; se
refirió también, recitando unas octavas del diálogo, a «Las firmezas de Isabela».
Y preguntó: ¿Conoceis entre los poetas del siglo xvii algo igual de Toledo?
Y pasó a la visión de América en Góngora. Dijo que la visión de América
en Góngora va evolucionando y ganando a medida que se transforma.
Primero ve en América la riqueza; aludió a las minas, a las barras de oro,
al Potosí.
Después ya su visión no es tan vulgar; ya es la belleza y lo pintoresco lo
que llama la atención del poeta. En las Soledades dice Góngora «América vestida
de plumas» o «el inca desnudo, vestido de perlas» y describe con una
belleza incontrastable el pavo real.
Y la última visión que tiene Góngora de América es nacional, es una interpretación
internacional de América. El señor Ovejero explica cómo gracias a
esa visión, Góngora recogió sus poesías, dispersas cuando no extraviadas y las
podemos leer hoy... Quería mandarlas a América y que de allí le enviasen algo
en pago.
Se refirió el conferenciante a las Soledades. Pide perdón de Dios para quien
desde su autoridad afirmó que las Soledades carecían de asunto, que no tenía
tema. Dijo el señor Ovejero que las Soledades que se proponía escribir
Góngora eran cuatro, Las Soledades del campo, las de las riberas, las de la
selva y las del yermo. Esta obra no acabada, dijo el conferenciante, no tiene
para mí otro equivalente que la décima sinfonía de Beethoven, de la que no