BOLETIN de la lkea1 Academia de Ciencias, Bellas Letras y Nobles ...

284 La celebración
términos del homenaje que se le tributa, el trasado del arco triunfal que en
su honor se levanta.
Fué—añade—un maravilloso poeta romántico. Ya sabemos, en sus mencio-
nes de Cloris, la musa rubia del poeta, cuán delicadamente entendía el amor
quien por su condición de sacerdote no podía cantarlo.
Era respetuoso, sereno e hidalgo.
Fué también poeta heroico, que supo expresar la emoción de España, cuan-
do el alzamiento de Felipe II contra la fuerza naval de Inglaterra.
También fué altísimo poeta religioso, por el sentimiento, por la emoción.
Entre los líricos, el plantó su cedro. con toda su excelsitud.
Le acomete la idea de la fugacidad del tiempo y 12 dedica composiciones
tan sentidas como bellas.
Siente las campanas de la queda. Sabe que el sol se va y sus composi-
ciones adquieren el tono del canto funeral, de la resignación ante la eternidad
Nunca se acabaría de hablar de él, porque su gloria, como la de los gran-
des cordobeses, se distingue por la universalidad: Séneca, Osio, el Gran Ca-
pitán.
De ellos nos sigue hablando la ciudad.
Esta tarde al pasar por la plaza del Salvador, he visto de nuevo la por-
tada de San Pablo, barroca, frondosa, recargada de motivos, y detrás un ci-
prés erguido, muy arraigado, no movido por el viento, como un blasón.
La persistencia de los hechos expresivos señala las tres almas de que dis-
fruta Córdoba.
Estos de divulgación tienen valor educativo.
Los celebramos en honor de las grandes figuras de Córdoba y resulta tu:
homenaje para el pueblo mismo.
Esta patria da hijos que no caben en la nación, que son universales.
Todos en ella pusimos nuestras manos cuando se produjeron las desven-
turas, pero todos también se hallan reflejados en la gloria, cuando ella llega.
Don Luís de Gongora y Argote, el sacerdote ideal, cuyo tercer centenario
nos disponemos a celebrar, nos señala la suya gloriosa, con la guía de un
corazón lucido y juvenil.
A la terminación de la hermosa conferencia, don Antonio Jaén Morente fué
aplaudidísimo y recibió numerosas y entusiásticas felicitaciones por la meritísi-
ma labor que había realizado.
Al acto asistió numerosa y muy distinguida concurrencia, en la que sobre-
salían distinguidas y bellas señoritas.»