BOLETIN de la lkea1 Academia de Ciencias, Bellas Letras y Nobles ...

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tiénse lejos de los anchos y polvorientos caminos por donde la popularidad
arrastra los nombres de quienes la sirven.
Pedro Sainz Rodríguez, al que se comienza a llamar el Menéndez Pelayo de
esta época, ha dicho recientemente de Pedro Salinas y de otros dos grandes
escritores «que siendo grandes artistas cultivan la crítica o la investigación
»oreando los antes áridos campos del fichero con la brisa de la poesía, y merced
a las cualidades intrínsecas de éstas, sus trabajos científicos son modelo
»de precisión, de sobriedad, de claridad, de comprensión». Un modelo así ,
fué la conferencia que pronunció ayer don Pedro Salinas en el Círculo de la
Amistad.
Con el conferenciante ocuparon la mesa el director de la Academia y el
directivo del Círculo señor Velasco Natera.
El señor Enríquez Barrios hizo una cumplida presentación del Señor Salinas;
aludió a sus obras poéticas y literarias: «Presagios»; estudio sobre «Menéndez
Valdés»; adaptación al castellano actual de «El Poema del Cid», y «Vísperas
de Gozo», libro este último que inspiró a la crítica las más altas alabanzas
y que ha sido traducido al inglés y al francés.
El señor Enríquez Barrios, con su elocuencia proverbial, agradeció al señor
Salinas el honor que hacía a la Academia y a Córdoba viniendo a ella a
hablar de Góngora. De su conferencia guardaremos en el corazón gratitud inextinguible.
El señor Enríquez Barrios fué muy aplaudido.
Tras un breve exordio, en el que agradece el señor Salinas al director de
la Academia el diseño' que ha trazado de su persona, diseño exageradamente
amable en el que —dice— no se reconoce, comienza el autor de «Vísperas de
Gozo» su conferencia.
Se refiere a la calidad y a la riqueza del silencio de Córdoba, silencio
dubitativo y hondo que él va a romper no sin un grande atrevimiento. Llama
a Góngora uno de los más excelsos «escuchas del silencio cordobés», este
«inspirador silencio de Córdoba» con el que Góngora destila las más grandes
esencias de su arte.
Hay clásicos que él denomina activos y pasivos. Estos son los que se estiman
parcamente en lo que valen, los que encerrados en su maestría sirven cual modelos
retóricos merecedores de figurar en los panteones nacionales. Los otros
clasicos, los activos, son los de las bruscas adivinaciones, los que en su obra
no dan rescoldos ni cenizas, los que siempre son llama viva resplandeciendo
y rasgando oscuridades. Estos, para Salinas, son los clásicos «de virtud, de eficacia
y de transcendencia», en los que se dan tres fuerzas: ayer, presente y
mañana.
Uno de los clásicos activos es Góngora.
¿Poner claridad en torno a Góngora?