BOLETIN de la lkea1 Academia de Ciencias, Bellas Letras y Nobles ...

282 La celebración
A estos actos acudimos con júbilo porque sabemos que se rinde sincero y
brillante tributo a un cordobés imperecedero.
La elocuente oración del señor Enríquez Barrios fué muy aplaudida.
Seguidamente habló don Francisco Santolalla Natera.
Dijo que iba a pronunciar pocas palabras, atento a la impaciencia conque
se esperaba la disertación de don Antonio Jaén, uno de nuestros compañeros
en el Círculo de la Amistad.
No es la Academia—agregó—quien debe gratitud a aquél, sino el Círculo
de la Amistad a aquella prestigiosa Corporación.
Al unísono se han pronunciado las dos, hasta el punto de que fueron simultáneos
la solicitud de la cooperación del Círculo y su ofrecimiento a la
Academia.
Para mí, constituye un alto honor hablar en nombre del Círculo para rei-
terar la cooperación de este. Me felicito de que durante mi presidencia se
celebren estos actos de cultura, con los cuales se enaltece a Córdoba.
Fueron muy aplaudidas las manifestaciones del señor Santolalla.
A continuación levantóse a hablar don Antonio Jaén Morente, siendo aco-
gido con aplausos por la numerosa concurrencia.
Va para tres siglos—dijo—de la muerte del poeta, acerca de cuya obra se
ha escrito luengamente y aún se tiene que escribir mucho más. Ella ha sido
objeto de la múltiple labor de los eruditos, los historiadores y los imitadores.
Los más grandes prestigios de España y aun de fuera de ella la han comentado.
Yo, que no estoy especializado en su conocimiento, le dedico esta disertación,
porque he de actuar de introductor de los conferenciantes a que se
ha referido el presidente de la Academia.
Los hombres de fama, como Góngora, unen al don del mérito una argolla,
a causa de la cual no se puede establecer separación entre su vida pública
y la privada.
De él nos preguntamos: ¿Como era? ¿Qué pensaba? ¿Cómo sentía?
He aquí su retrato materialmente pintado hace setenta años por don José
Saló. Pero es que deseamos conocer su retrato interior, y lo alcanzamos por
la transparencia que a su alma concede su obra poética.
Lee el orador la partida de bautismo, amablemente facilitada por el rector
del Sagrario don Faustino Mateo Naz.
Lee también la semblanza de Góngora, trazada per él en uno de sus ro-
mances.
Se pinta aquí—agrega—su condición moral, su alegría.
Las movilidades de la vida determinaron un proceso de desconceptuación,
y en la edad madura empezó a sentir los bordonazos de la melancolía.
Fué mejor que Lope de Vega y más altivo que Quevedo.