BOLETIN de la lkea1 Academia de Ciencias, Bellas Letras y Nobles ...

304 La celebración
A continuación el señor Villa y Ruiz de Bustamante dió lectura a una co-
rona poética compuesta por los siguientes trabajos, obra de los ilustres poetas
que se indican:
Una cuartilla en prosa rimada de Marcos R. Blanco Belmonte.
Poesías del veterano periodista Ricardo de Montis.
Tríptico de sonetos del inspirado poeta y periodista don Eduardo Baro.
Composición del ilustre poeta don Carlos Valverde.
Soneto por don Guillermo Belmonte Müller.
Otro del joven periodista señor Fernández Cantero, y
Una composición titulada «Ante la tumba de Góngora», de nuestro querido
compañero Francisco Arévalo.
El señor Ruiz Calero, canónigo de esta S. I. C., pronunció un admirable
panegírico de Góngora, y dijo que a través del ciclo de conferencias pronun-
nunciadas en su loor, había visto destacarse la magnífica figura de Córdoba,
madre fecunda de hombres ilustres. Porque Córdoba es rica en naturaleza, en
gracias y en civilización. Y esta briosa fecundidad de Córdoba y esta admi-
rable riqueza, la vió indudablemente don Luís de Góngora, como lo demuestra
el inspiradísimo soneto «lOh excelso murol IOh torres coronadas de honor, de
majestad, de gallardía!».
El señor Ruiz Calero terminó su brillante discurso con elocuentes párrafos
siendo al final calurosamente aplaudido.
Los ilustres poetas don Diego Molleja y don Benigno Iñiguez leyeron a
continuación composiciones poéticas de que son autores, en honor de Góngora.
El señor Jaén Morente, designado por la Real Academia para pronunciar
el discurso final en este homenaje a Góngora, estableció un paralelismo entre
España y Góngora.
Habla del ciclo gongorino y de las conferencias admirables pronunciadas
por tantos oradores ilustres, a las que puso ayer final el culto discípulo de
Menéndez Pelayo, don Miguel Artigas, y dice que donde, sobre todo, ha sen-
tido la emoción del espíritu de Góngora, ha sido en el solemne doble de
Cepa. Las campanas no las tocan los hombres, sino el tiempo; por eso al
hablar, habla en ellas el alma de la ciudad. Por eso su lenguaje es algo
más emotivo.
Después de dedicar brillantes párrafos al momento emocional de Córdoba,
el señor Jaén termina su brillante y sentida oración diciendo que no quería
pronunciar las últimas palabras del acto y que cede a la música la última
manifestación emotiva del homenaje.
Va a sonar el himno—dice—para ;celebrar la victoria de Góngora.
Es aplaudido entusiastamente el señor Jaén, terminando el acto con la inter-
pretación del «Himno a Góngora», que oyeron de pie todos los concurrentes.
El acto celebrado anoche en el Círculo de la Amistad por la Real Acade-