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anteriores había habido serios motines en la ciudad
de Alajuela.
Nuestro bien recordado historiador don Ricardo
Fernández Guardia, que ha enfocado estos
sucesos en la forma notable como él solía hacerla,
nos ha puesto de manifiesto los grandes y patrióticos
esfuerzos de don Braulio Carrillo para evitar la
guerra civil, aún en los momentos mismos en que
la capital estaba sitiada por la tropas de las otras
ciudades.
Fue así como transcurrieron los días, hasta
que, el 9 de octubre, las fuerzas de Cartago en número
de 1300 hombres, y al mando del coronel salvadoreño
Máximo Cordero, se situaron en Curridabat;
y las de Alajuela y Heredia reunidas, en número
de 3000 Y al mando de don José Angel Soto,
acamparon en San Juan del Murciélago.
La capital se prestó a la defensa y se construyeron
numerosas trincheras. Fue nombrado comandante
general el teniente coronel don Antonio
Pinto.
El 14 de octubre los cartagineses avanzaron
hasta el alto de la Cuesta de Moras y se atrincheraron
en la casa de la hacienda de don Santiago MilIet
(en las vecindades del sitio hoy llamado La Califomia).
Traían como estandarte y protección a la
sagrada imagen de la Virgen del los Ángeles.
Allí los atajó la tropa josefina al mando del
sargento mayor don Manuel Quijano. Después de
serio combate los cartagineses huyeron y fueron
batidos nuevamente en Curridabat y en Ochomogo.
Esa misma noche las tropas josefinas ocuparon
la ciudad de Cartago.
Como consecuencia de estos sucesos, las
fuerzas de Heredia y Alajuela abandonaron San
Juan del Murciélago y se parapetaron en la margen
occidental del río Virilla. En la mañana del 28 de
octubre, mil josefinos a las órdenes de don Antonio
Pinto las atacaron persiguiéndolas hasta Heredia,
plaza que fue tomada, lo mismo que la de Alajuela,
donde hubo otro combate." (Rafael Obregón
Loría, Hechos militares y políticos, 1981, p. 33-
34.)
(Nota: se respeta la puntuación del original.)
"El gobierno de Carrillo comenzó cuando la
República Federal fracasó y tuvo características totalmente
diferentes de los gobiernos que lo suceden,
debido a que Carrillo tenía una clara visión de lo que
debía ser Costa Rica y de lo que tenía que hacer.
Conociendo el decreto federal del 30 de mayo
de 1838 que autorizó a los Estados a organizarse
mientras la República se volvía a organizar y enterado
del fracaso del Congreso que se celebraba
en El Salvador donde Costa Rica tenía diputados,
Carrillo convocó a una Asamblea Constituyente, la
que separó a Costa Rica, el 14 de noviembre de la
Federación. En el mismo decreto se especificó que
Costa Rica siempre formaría parte de la nación
centroamericana y reconoció la parte que como integrante
de la fallida Federación le tocaba pagar de
la deuda inglesa contraída por el gobierno federal.
El plan de gobierno de Carrillo fue muy concreto:
fijar las fronteras del país a través de tratados
limítrofes, conseguir una separación eclesiástica
de la diócesis de Nicaragua, librar al país de los
acreedores extranjeros, reestructurar las rentas del
Estado y propiciar la exportación de café para lo
que necesitaba construir el camino a Matina y el
Puerto.
Lo verdaderamente interesante de esto, es
que en gran medida lo logró, con respecto a los límites
si bien Carrillo no logró fIrmar un tratado de
límites con Nueva Granada, la que había usurpado
parte del territorio costarricense de Bocas del Toro
en 1836, sí dejó establecido que Costa Rica reclamaba
ese territorio y con respecto a Nicaragua envió
como comisionado a don Francisco María
Oreamuno, este consiguió del gobierno que se
acordara respetar el statu qua existente en la frontera
noroeste y así Nicaragua siguió ellineamiento
que había tenido durante la época federal, aceptar
de hecho la anexión del Partido de Nicoya a Costa
Rica, con cuyo territorio más la región que siempre
había sido de Costa Rica de Bagaces y Las Cañas,
Gallegos creó el Departamento de Guanacaste en
1835 y Carrillo lo confIrmó en la Ley de Bases y
Garantías de 1841. Ese mismo año dejó claramente
establecido ante las pretensiones del Superinten-