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Diario Jorge Fox - Instituto ALMA

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126 DIARIO DE JORGE FOX<br />

allí, en el poder del Señor, bellas reuniones que continúan<br />

desde entonces, y donde se han convencido muchos Amigos<br />

fieles.<br />

De allí fui a Cornwall y, viajando por Penryn, fui a Helston,<br />

pero no pude saber de ninguna persona austera a causa<br />

de la mala voluntad de los posaderos. Finalmente, llegamos<br />

a un pueblo donde había algunos Baptistas y personas religiosas,<br />

con las que tuvimos bastantes razones, llegando algunas a<br />

confesar que habían tropezado con la luz de Cristo. Querían<br />

que nos quedásemos con ellos algunos días, mas de allí fuimos<br />

a Market -Jew, y, albergándonos en una posada, llegada la<br />

noche, mandamos a averiguar por los que temían al Señor.<br />

A la mañana siguiente, el alcalde y el regidor, unidos con el<br />

alguacil principal del condado, nos mandaron a los condestables<br />

que nos obligaran a presentarnos ante ellos. Les preguntamos<br />

si traían una orden escrita, y, al respondernos que no, les<br />

dijimos que sin ella no los seguiríamos. Al ver que los<br />

condestables regresaban sin nosotros, mandaron a sus sargentos;<br />

les preguntamos por la orden escrita, y nos respondieron que<br />

no la tenían, pero que el alcalde y el regidor nos estaban<br />

esperando. Entonces les dijimos que, el alcalde y los que con<br />

él estaban, hacían mal en molestarnos en nuestra posada; y<br />

que no iríamos con ellos sin una orden escrita. Se marcharon<br />

y volvieron otra vez, y, al volver a preguntarles por el decreto,<br />

uno sacó una maza, símbolo de autoridad, de debajo de su capa;<br />

y ante esto les preguntamos si era esta su costumbre de molestar<br />

e importunar a los forasteros en sus posadas y albergues: y<br />

unos momentos después dije a Eduardo Pyot, "Ve, Eduardo,<br />

y mira a ver qué es lo que aflige al alcalde y a los que están en<br />

su compañía," y Eduardo Pyot fue a ver al alcalde y al regidor<br />

y tuvo con ellos muchas razones; mas el poder del Señor le dio<br />

dominio sobre todos ellos. Cuando ya de vuelta estaba con<br />

nosotros, vinieron a vernos varios oficiales y les pusimos de<br />

manifiesto lo descortés e indigno de la conducta del alcalde<br />

y sus compañeros, con nosotros, que éramos los siervos del<br />

Señor Dios, deteniéndonos y molestándonos en nuestra posada,<br />

y lo poco cristiana que era tal acción. Antes de que dejásemos<br />

la ciudad, escribí a las siete parroquias de Land's End, declarando<br />

que el Señor venía Él a enseñar a su pueblo, por medio<br />

de Su Hijo, Jesucristo.<br />

Este escrito lo llevaba Guillermo Salt, que viajaba conmigo y,

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