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Diario Jorge Fox - Instituto ALMA

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280 DIARIO DE JORGE FOX<br />

Escribí también a Irlanda, por medio de Amigos fieles, y a<br />

Escocia, Holanda, Barbados y otros lugares de América,<br />

recomendando a los Amigos que organizasen las juntas<br />

mensuales de hombres en aquellos países; pues antes sólo<br />

celebraban juntas cada trimestre.<br />

De vuelta en Londres, me detuve allí algún tiempo, visitando<br />

las reuniones de los Amigos, en la ciudad y por los alrededores;<br />

y por aquellos días fui a visitar a Esquire Marsh que tanto a<br />

mí como a los Amigos nos había dado pruebas de gran afección.<br />

Dio la casualidad de que llegase a su casa cuando estaba<br />

comiendo, y así que oyó mi nombre me mandó a buscar para<br />

que subiese y quería que me sentase a su mesa; mas no me<br />

sentí libre de hacerlo. Varias personas de significación estaban<br />

allí comiendo, y Marsh le dijo a uno, que era un gran papista,<br />

"He aquí un Cuáquero a quien vos nunca habíais visto antes."<br />

Este papista me preguntó si estaba yo conforme con lo de<br />

cristianar a los niños; y le respondí que nada decían las<br />

Escrituras de tal práctica "¡Cómo!" exclamó "¿No cristianar a<br />

los niños?" Le dije que no y le expliqué del único bautismo<br />

por obra del solo Espíritu en nuestro cuerpo; pero que en<br />

cuanto a lo de echar un poco de agua por la cabeza del niño,<br />

y decir que entonces estaba bautizado y era cristiano, nada<br />

decían las Escrituras. Me preguntó entonces si reconocía la fe<br />

católica. Le dije que sí y le añadí que ni el papa ni los papistas<br />

poseían esa fe católica; porque la verdadera fe obra por el<br />

amor y purifica el corazón, y que si ellos poseyeran esa fe, que<br />

da la victoria y por la cual tendrían acceso a Dios, no le<br />

hablarían a la gente del purgatorio, después de la muerte. Y<br />

entonces me propuse probarles que ni el papa ni los papistas,<br />

que sostienen la existencia de un purgatorio, después de esta<br />

vida, poseían la verdadera fe; porque la fe de Cristo, verdadera,<br />

preciosa y divina, da la victoria sobre el diablo y sobre el pecado<br />

que ha apartado de Dios al hombre y a la mujer. Y que si<br />

ellos (los papistas) poseyeran la verdadera fe, jamás hubieran<br />

echo uso de torturas y prisiones persiguiendo y exigiendo, a los<br />

que no compartían sus mismas creencias, que abrazasen su<br />

religión. Pues esto no fue lo que hicieron los apóstoles ni los<br />

primeros cristianos, que fueron testigos y gozaron de la ver -<br />

dadera fe de Cristo; sino que eran estas prácticas de descreídos,<br />

judíos y paganos.<br />

"Pero," proseguí, "ya que tú eres de los grandes y promi-

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