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Diario Jorge Fox - Instituto ALMA

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. DIARIO DE JORGE FOX 301<br />

dado alguna información falsa en contra mía; pues en el<br />

tiempo que transcurrió desde mi primera vista a la de ahora,<br />

había difundido una historia falsa y tendenciosa, de que cuando<br />

me detuvieron estaban conmigo muchas personas de importancia,<br />

procedentes de diversas partes de la nación, y que<br />

estábamos conspirando o teníamos ya algún designio entre<br />

manos; y que Tomás Lower había estado conmigo en la cárcel,<br />

mucho tiempo, después de haber sido puesto en libertad para<br />

llevar a cabo tal designio. Tanto se habló de todo esto en el<br />

parlamento, que, si no me hubieran trasladado a Londres,<br />

cuando se hizo, me hubieran detenido en Worcester; y Tomás<br />

hubiera sido acusado otra vez, junto conmigo. Pero, aunque<br />

para vergüenza de Parker, se demostró muy fácilmente la<br />

falsedad de tales acusaciones, con todo, no quisieron los jueces<br />

modificar su última sentencia, mandándome de nuevo a la cárcel<br />

de Worcester; concediéndome el solo favor de que podía escoger<br />

mi camino e ir cuando gustase, con tal de que estuviese allí,<br />

sin falta, para las sesiones del tribunal, que empezarían el día<br />

dos del Segundo mes siguiente.<br />

Así pues, permanecí en Londres, yendo por sus alrededores,<br />

hasta fines del Primer mes de 1674, y, por aquellos días, emprendí<br />

mi viaje con toda calma (pues me era imposible hacer<br />

un viaje tan duro con prisas), llegando a Worcester el último<br />

día del Primer mes, el día antes de la llegada de los jueces a<br />

la ciudad. El día dos del Segundo mes, de la cárcel, me llevaron<br />

a una posada, cerca de donde se reunía el tribunal, para que<br />

estuviese listo en el caso de que me llamasen. Mas, no llamándome<br />

aquel día, por la noche, vino el carcelero y me dijo que<br />

podía irme a casa (refiriéndose a la cárcel) y entonces fuimos,<br />

Gerardo Roberts, de Londres, que estaba conmigo, y yo,<br />

andando hasta la cárcel, sin guardia alguna. Al día siguiente,<br />

me volvieron a llevar al mismo sitio, poniéndome de guardián<br />

a un muchachito de once años. En esto, llegué a enterarme<br />

de que el juez Parker y el secretario del tribunal habían dado<br />

órdenes de que no se me incluyera en la lista de los casos para<br />

juzgar, para evitar así que compareciese ante el juez. En<br />

vista de esto, conseguí que el hijo del juez hiciese pasos para<br />

que me llamasen, como efectivamente así lo hicieron y me<br />

llevaron a la barra ante el juez Turner, mi antiguo enemigo,<br />

que ya una vez en Lancaster quiso obligarme a prestar juramento<br />

y luego me condenó.

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