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algo más tarde, tres semanas después de las otras. La finalidad es conseguir la reconstitución total de las
reservas corporales antes del secado pero también evitar un sobreengrasamiento.
Durante el secado, la ración deberá favorecer una máxima ingestión de forrajes por las razones ya indicadas.
Justo 6 semanas antes del parto, las necesidades de mantenimiento serán cubiertas con forrajes no picados
(briznas largas) de buena ingestibilidad y un mínimo de concentrado. La relación F/C no deberá ser inferior a
60/40. A partir de la 6 S semana anterior al parto, para cubrir las necesidades suplementarias de gestación, el
aporte de concentrados debe aumentar progresivamente hasta llegar a 500 g. en el momento del parto. Al
final de la gestación, es necesario también respetar el equilibrio PDIN-PDTE y aportar un mínimo de 80 g de
PDIA. SAHLU et al (1995) expusieron el efecto beneficioso de una ligera sobrecarga nitrogenada al final de
la gestación. Por otro lado, hay que evitar el exceso de calcio para reducir los riesgos de hipocalcemia o de
hipomagnesemia después del parto.
Los objetivos al final de gestación son, por una parte, el mantener las notas de condición corporal entre 2.5 et
3.25 evitando al máximo importantes movilizaciones de reservas corporales para que éstas se reserven para el
inicio de la lactación, y por otro lado, el mantener un volumen ruminal satisfactorio para reducir los riesgos
de desórdenes digestivos al final de la gestación y principios de lactación.
Después del parto, el aporte de alimentos concentrados debe aumentar progresivamente para no ocasionar
trastornos digestivos y en particular acidosis (VERITE 1987). El aumento semanal de alimentos
concentrados no debe superar los 250 g para alcanzar el 1.2 kg en la 4 S semana de lactación. La relación F/C
no deberá bajar por debajo de 40/60. Como ya mencionamos, es importante cubrir bien las necesidades en
PDIN al principio de la lactación para que la síntesis de proteína microbiana sea máxima, las fermentaciones
ruminales sean óptimas (VERITE 1987) y que así la capacidad de ingestión de la cabra sea lo más elevada
posible.
Durante los dos primeros meses de lactación la condición corporal puede disminuir como máximo 0.75
puntos, lo que corresponde aproximadamente a la movilización del 50% de las reservas energéticas
disponibles. Hay que evitar movilizaciones de reservas mayores y condiciones corporales que alcancen
valores inferiores a 2 puntos.
Después del pico de lactación hay que reducir lenta pero regularmente el aporte de alimentos concentrados
para así evitar sobreengrasamientos al final de la lactación. El cuadro 3 resume los valores de los parámetros
que hay que respetar (densidad energética, contenido en celulosa bruta y almidón, condición corporal) en
función del estado fisiológico de las cabras para aplicar la estrategia alimenticia que acaba de ser descrita.
6. Estrategia específica en medios mediterráneos y tropicales
En ambientes mediterráneos o tropicales los problemas específicos que hay que resolver son de dos tipos: la
reducción de la cantidad de materia seca realmente ingerida debida a las altas temperaturas y la muy limitada
disponibilidad de forrajes de buena calidad.
El nivel de ingestión de las cabras que se hayan bien adaptadas a estos climas se ve poco afectado por los
factores climáticos, a diferencia de lo que ocurre con genotipos exóticos. Para compensar la disminución de
la ingestión, la densidad energética de las raciones debe aumentar sensiblemente distribuyendo forrajes
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