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desarrollo embrionario en el cuerno ipsilateral al CL (Weems el al., 1989).
El hecho de que las ovejas subnutridas presenten menor contenido endometrial de progesterona la
primera semana de gestación puede modificar el desarrollo del embrión. De hecho ya ha sido observado un
menor desarrollo embrionario en ovejas que fueron alimentadas con un exceso de urea (Bishonga el ai,
1996) y en ovejas que sufrieron una restricción energética, incluso cuando eran suplementadas con proteína
no degradable (Abecia el al., 1997). También Parr el al. (1982) observaron una reducción del tamaño en
embriones de 11 días en ovejas subnutridas, sin efecto sobre la supervivencia embrionaria. Además, ios
niveles de progesterona plasmática en los primeros días de ciclo han sido asociadas con el desarrollo del
embrión (Ashworth, 1995) por lo que la progesterona podría ser la mediadora en la desincronización
producida por la subnutrición entre útero y embrión. El retraso en el desarroUo embrionario podría hacer que
el embrión no alcanzase el estadio de blastocisto elongado, necesario para producir IFN^ (Bazer el al., 1994)
a tiempo de impedir la instauración de los mecanismos luteolíticos de la madre.
Los mecanismos por los que la progesterona modifica el desarrollo embrionario no son bien
conocidos, aunque experimentos que incluyen la administración de progesterona han mostrado que una
modificación en el ambiente uterino puede acelerar el movimiento de los embriones desde el oviducto hacia
el útero (Crisman el al., 1980), modificar las secreciones uterinas de forma que un útero de día 6 puede ser
apropiado para el desarrollo de un embrión de día 10 (Lawson y Cahill, 1983) o aumentar el crecimiento
embrionario (Kleemann el al., 1994).
En conclusión, el día 5 tras el celo el contenido endometrial de progesterona es menor en las ovejas
subnutridas, lo que podría explicar el retraso en el desarrollo de embriones de día 7 observado en ovejas
subnutridas (Abecia el al., 1997). Ya que no se encontró relación con la concentración de progesterona en
yugular ni en las venas ováricas o uterninas, esta diferencia podría ser debida al número de receptores
endometriales de progesterona, u otros factores no hormonales.
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