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jmiceli_la-cumbia-villera-2005

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más o menos como <strong>la</strong> poesía para el crítico literario I.A. Richards, es menos una<br />

cuestión de proposiciones que de "pseudoproposiciones". Parece, a menudo, ser<br />

referencial en su superficie gramatical (descripción de situaciones de hecho) siendo a<br />

<strong>la</strong> vez secretamente "emotiva" (expresión de <strong>la</strong> realidad vivida de los seres humanos)<br />

o "conativa" (orientada a conseguir ciertos efectos). Si esto es así, parece como si<br />

existiese una suerte de desliz o de duplicidad implícita en el lenguaje ideológico, del<br />

tipo que Immanuel Kant pensaba que había descubierto en <strong>la</strong> naturaleza del juicio<br />

estético. La ideología, sostiene Althusser, "expresa un deseo, una esperanza o una<br />

nostalgia, más que <strong>la</strong> descripción de <strong>la</strong> realidad". (Eagleton 1997: 40)<br />

Llevados estos lineamientos a <strong>la</strong> descripción de <strong>la</strong>s ideologías de pertenencia, tal vez<br />

debamos empezar a pensar que una construcción identitaria que satisfaga estos<br />

requisitos de durabilidad y utilidad no tiene por qué ajustarse a los presupuestos de<br />

linealidad y homogeneidad semántica que muchas veces se demandan. Hasta es<br />

posible, incluso, que esta virtual homogeneidad conspire negativamente contra <strong>la</strong><br />

capacidad de dar cuenta de vivencias subjetivas que no están atravesadas por un<br />

tejido lógico coherentizador, sino dispersas en <strong>la</strong> memoria grupal y a <strong>la</strong> espera de un<br />

mensaje que pueda capturar<strong>la</strong>s y exponer<strong>la</strong>s de manera creíble.<br />

Esto significa, al menos, que debemos estar más atentos al principio de coherencia<br />

situacional que al de coherencia interna de los contenidos, y que debemos admitir sin<br />

reticencias <strong>la</strong> articu<strong>la</strong>ción y <strong>la</strong> convivencia de procedimientos valorativos y<br />

descriptivos que parecen conducir a conclusiones parcialmente enfrentadas en los<br />

p<strong>la</strong>nos ontológicos y deontológicos. No solo esto, sino que es necesario pensar que<br />

tales contenidos contradictorios no forman parte únicamente de los discursos sino<br />

que, siguiendo a <strong>la</strong> concepción tripartita de Van Dijk de <strong>la</strong> ideología, también tienen<br />

una contraparte cognitiva e incluso se proyectan a <strong>la</strong> práctica social.<br />

¿Hasta donde llegan estas tensiones? ¿Pueden resolverse tratando de combinar sus<br />

respectivas valencias, como si se tratara de componentes sujetos a alguna ecuación<br />

confiable? Desde luego que no. Su simultaneidad cognitiva es fácilmente registrable<br />

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