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Cómo convivir con adolescentes - TresW

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Las <strong>con</strong>ductas de riesgo en la adolescencia.hace él, etc., le estaremos evitandoque caiga en generalizacioneserróneas del tipo; “no caigo bien amis amigos”, “me rechazan porquecreen que soy un cobarde”.Por último, se debería tener encuenta que “entrenar” a los menoresen habilidades sociales requieretiempo y mucha práctica. Probablementenadie sería capaz dedecir NO ante un grupo de amigos,si antes no lo ha hecho enrepetidas ocasiones y ha asimiladolas reacciones del otro y las suyaspropias.3 Ayudarle a valorarse a sí mismofomentando su autoestima y suauto<strong>con</strong>cepto. (ver capítulo VI)Es lógico pensar que cuando unadolescente tiene un sentimientode sí mismo de poca valía y de inferioridad<strong>con</strong> respecto al resto desus iguales, ya sea por su aspectofísico, su mayor o menor capacidadintelectual, o su <strong>con</strong>ductaintrovertida, hará todo lo posiblepor demostrar a sus amigos que élvale tanto como los demás. Y sipara lograrlo tiene que beber o fumarmás que ninguno, lo hará.Otro motivo para fomentarles desdeque son pequeños lo valiososque son.En definitiva, un adolescente al quese le ha inculcado el valor de la responsabilidad,que ha sido informadode manera adecuada sobre losdistintos riesgos a los que puedeestar expuesto, al que se le hadado la oportunidad de poder comunicarse<strong>con</strong> padres y hermanosde forma asertiva y que ademása sido valorado por ser comoes, nos atreveríamos a decir quehabrá disminuido significativamentela probabilidad de tenerproblemas severos durante suadolescencia.TestimonioVirginia es una adolescente de 17años que en su niñez sufrió malostratos por parte de sus compañerosde clase. Actualmente creetener superado este penoso episodio,pero cada vez que intentarelatarlo, la luz de sus grandes ojosnegros, se torna afilada, transmitiendola agresividad propia de unanimal herido.Su triste historia comenzó cuandosuelen comenzar las peores y lasmejores cosas de nuestra vida: enla infancia, cuando Virginia llegónueva a un colegio de barrio obrero,donde la rebeldía y la indisciplinacampaban a sus anchas.El delito de Virginia no podía sermás agraviante, pues ofendía nosólo a la capacidad intelectual desus compañeros, sino también ladel propio profesor, un hombre sinmuchos recursos, motivado únicamentepor el escaso sueldo querecibía a fin de mes. Por eso, cuandovio una mañana que la mayoríade sus alumnos agredían sin escrúpulos,<strong>con</strong> insultos e incluso<strong>con</strong> papeles, lápices y todo lo quetenían a mano, a la pobre Virginia,prefirió no hacer nada. Se quedócallado y sumergió su cabeza dentrodel libro de texto tal y como siquisiera comérselo.Este hecho, sin duda, es lo que másle duele a Virginia. ¿Cómo es posibleque él no hiciera nada? Además,lamenta <strong>con</strong> impotencia, cuando losalumnos comprobaron que nadieles detenía, ya no tuvieron límite.“Me pegaban en clase, en el recreo,90

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