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Scherzo. Núm. 46

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DISCOSESTUDIO DISCOGRAFICOEn el número 24 de la revista SCHER-ZO se incluyó un Dosier relativo a BenjamínBritten con motivo de los setenta ycinco años del nacimiento de este singularcompositor. El autor de estas lineastrazaba allí uno apretada introducción almundo operístico de este músico que demanera tan original y profunda supocomprender lo Unco-dramático. El teatroparece algo consustancial a Britten; ahíestán sus quince títulos operísticos, diezde los cuales son óperas de duraciónnormal y planteamiento estético suficientementeambicioso como para significaruna aportación decisiva a ese género quesupone fenecido desde que en 1925Berg compusiera Wozzeck. Pero ademásdel Dosier del n." 24 de esta revista, ellanzamiento paulatino por parte deDecca del legado fonográfico de obrasde Britten (dirigidas por él o al menosartísticamente condicionadas en su traducciónsonora), nos ha permitido acercamosa él en recientes entregas dentrode estas páginas amarillas. Los cuatroálbumes que reseñamos ahora son latercera entrega del imprescindible legadolírico de Bntten. nombre con el que evocamosa uno de los pocos operistas continuosde nuestro siglo (es decir, quesiempre compusieron ópera en unasecuencia que abarca más o menos unamayoría significativa de su vida creativa),como Richard Strauss, Leos Janácek oSergei Prokofiev.Fechas y característicasComo en otras ocasiones, cederé a (amanía de las fechas, que en mi opiniónsuelen colocar a las cosas en su sitio,pues el sitio de las cosas es, antes quetodo, su ubicación en el tiempo. A! margende la Fedra, cantata (monólogo, enrigor, y por eso no está de más en estaserie y en su concreto acoplamiento),que acompaña a Lo violación de Lucrecia,que sirve de lucimiento a Janet Baker yque fue dirigida por Steuart Bedford enun registro de 1977, unos meses posterioral fallecimiento de Bntten, nosencontramos con cuatro óperas de otrastantas décadas en que el músico británicose dedicó a! teatro.Lo violación de Lucrecia, 1947.La vuelta de tuerca, 1954.El sueño de una noche de verano, 1960.Britten:Otras cuatro óperas y una propinaLa muerte en Veneaa, 1973.Las dos primeras son ejemplo deópera de cámara, lo cual constituyó unade las opciones estéticas más importantespor parte de Bntten. No olvidemosque este compositor no era el típico creadorajeno a la realidad de su tiempo yde su público, que compone en la soledadde su escritorio y su teclado, sinoBenjamfrí Britten, Peter Pears y Kathieen Ferner.que siempre lo hizo en contacto con unelemento teatral dado, un grupo (elEnglish Opera Group), unos cantantes,una realidad escénica. Cuando estrenaLa violación de Lucrecio ha conseguidoque los elementos limitados propios dela posguerra y de nombres que, como elsuyo, aún no están consagrados, se constituyanen dispositivo y recursos apropiadospara su lenguaje en formación. Peroen 1954, año del estreno en la Feniceveneciana de Lo vuelta de tuerca, Brittenya es un compositor indiscutible, imprescindibleen la gran nónima de creadoresvivos, que no necesita hacer de la necesidadvirtud en lo que se refiere a efectivosen el foso o en el escenario, Sin embargo,el carácter cameristico de la ópera seha convertido ya en una opción estética,y por ello el reducido dispositivo delfoso y la escasa plantilla de cantantes esalgo que tiene que ver más con unaelección que con una necesidad. Además,con toda probabilidad consideróBritten, junto con su libretista, MyfanwyPiper, que el mundo sugerido, ambiguo,intimista. fantasmal de la breve novela deHenry James se traducía mejor en sonidoy en teatro mediante esos recursosvoluntariamente limitados.Ese espíritu permanecería en obrascomo Eí sueño de uno noche de verano,otra creación del English Opera Group,en este caso para Aldeburgh. El dispositivoorquestal es mayor que los catorcemúsicos de Lo vuelta de tuerca, peromucho menor que cualquier orquesta defoso, El espíritu de esta maravillosa traduccióndel mundo feérico de Shakespearees, pues, el mismo del misterioso einquietante programa de variaciones quemancan el implacable giro o vuelta de latuerca fantasmal, y desde luego del realismodistanciado de La violación deLucrecia, ópera en la que se ensayó porvez primera ese breve dispositivo, eneste caso quinteto de arcos, cuatro músicospara las maderas (aunque tocan sieteinstrumentos) arpa, trompa, percusión ypiano (este último a cargo del director,aunque no es una imposición absoluta).Y ese canto del cisne (inesperado, porotra parte), que es Muerte en Veneda, loprolonga en cierto sentido, aunqueahora nos encontremos ante un compromiso,como lo es el que a lo largo dediecisiete escenas la acción se concentreen un monólogo fundamental y una seriede visiones en las que el ballet es un elementoimportante (en consecuencia, setrata de una dimensión que se pierdepor completo en un registro puramentesonoro, desprovisto de imagen), hasta elSCHERZO 73

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