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Scherzo. Núm. 46

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DOSIERHace años estaba con un grupo de amigos de diferentenacionalidad y, en su mayoría, críticos musicalesdiscutiendo sobre la representación a la que habíamosasistido aquella tarde en uno de los festivales demúsica más prestigiosos de Europa y, cómo no, surgióel tema de lo que nos gustaba, de lo que consideramosbueno y menos bueno, de los cantantes, directores de orquesta,directores de escena, escenógrafos, etc. Si un aficionadomedio nos hubiera escuchado, habría llegado a la conclusión deque nada es intangible ni dogma de fe en el arte y menos en laOpera. Quizá Mirella Freni se salvase de la refriega junto conKleiber y alguno mas que no recuerdo; todos los demás quedaronreducidos a cenizas por unos y otros.Es evidente que la apreciación crítica del fenómeno operísticovaria de un país a otro, igual que varia también el conceptoque el público tiene de él.En Gran Bretaña, que por algo es la tierra del teatro y de losgrandes actores, la Opera es un espectáculo sobre todo teatral.El decorado sirve para enmarcar la acción, no es necesarioderrochar miles de libras en escenografía; lo que importa escómo se desarrolla el contextodramático de la Opera, no dóndese desarrolla. Al público británico leinteresa la interpretación del texto,el servicio al drama y, por supuesto,a la música siempre que esa músicaesté, incluso desde el foso de laorquesta, al servicio del escenario.Que la orquesta suene bien esimportante pero lo es más que eldirector sepa darle el impulso, elsentido que la ópera representadarequiere,Los públicosdos, pero los directores de orquesta, los de escena y los escenógrafossí, y hay que confesar que un espectáculo en Glyndeboumees casi siempre una experiencia inolvidable. Un relojque funciona a la, casi, perfección y en el que la conjunciónmúsica/teatro alcanza niveles envidiables.El público británico es seno, comedido pera capaz de lasmás generosas reacciones cuando algo le complace y del másfrió silencio cuando le disgusta.Todas estas circunstancias han contribuido a que Gran Bretañasea hoy en día una de las grandes potencias operísticas delmundo merced a compositores como Britten y Tippett y unplantel de cantantes muy profesionales y tremendamente preparadospara la escena.El imperio de los directores de escenaEn Alemania y Austria el panorama cambia, estamos en elimperio de los directores de escena. Friedrich, Kupfer, Wunder,Berghaus, Kapmüller crean espectáculos operísticos a su mayorLa misma teoría rige en la escena:el coro se ha de mover connaturalidad, cantar bien y no producirla sensación de un grupo detestaferros a la espera de las entradasdel director de orquesta. Peroen lo que el público británico sediferencia más del de otras latitudeses en el capitulo de los cantantes.Esto no quiere decir que no enloquezcancon Pavarotti, Domingo,Baltsa y otros, sino que en GranBretaña se perdonan muchas cosasa un cantante si tiene tempera- Grabado de la primero representación en b ópera de Viena el 25 de mayo de 1869mentó dramático, escena; sin embargo, a otros que son verdaderosperfeccionistas canoros no se les justifica jamás sus insuficienciasteatrales. Ejemplo fehaciente es el de la soprano JosephineBarstow que, aunque poseedora de medios vocales másque discutibles, arrebata al público británico por su portentosaexpresividad en el escenario. Para la media del operófilo británico,el personaje ha de estar interpretado por el/la cantantede forma que lo haga creíble y si esto no es así, lo consideraninválido.El Non plus ultra de lo que es la Opera en Gran Bretaña es elfestival de Glyndeboume. Allí los artistas no suelen ser conoci-90 SCHERZOglona, dan la vuelta a los textos, los politizan, los desmitifican,los destruyen, los recomponen; todo está en función de susdeseos, los escenógrafos, los figurinistas, los cantantes y, en ocasiones,hasta el director de orquesta. Así vemos a los pobrescantantes saltando como atletas olímpicos, corriendo, columpiándosey, claro,¿in resuello para hacer lo que deben, que escantar. En Alemania, no tanto en Austria, que un espectáculosea bello en el sentido tradicional, para ellos burgués, de la palabraes casi deleznable y el respeto al texto de una ópera esdelito de leso arte propio de subdesarrollados artísticos. Loimportante son las ideas; lo malo es que son siempre las mis-

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