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Scherzo. Núm. 46

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DOSIERPropuesta para un plan general desalubridad canoraLas miserias del repertorio y cómo combatirlas victoriosamenteGentes bienintencionadas suelen afirmar-con mayor buena fe que acierto- queen los últimos tiempos se asiste en losteatros españoles del ramo a una ciertarevitalización del repertorio. Adúcensepara justificar tan benévola tesis cienos títulos (IIturco In Italia, jenufa, Lulu, Aboses und Aaron. LaFiamma, E/mione, Tancredi, La Dama de Picos, Artila...),en verdad nada habituales, que han podidopresenciarse en las temporadas más recientes. Elinventario podría resultar verosímil de no repararen el hecho incuestionable de que, de las obrascitadas, tan sólo dos pertenecen en realidad alsiglo XX (Respighi escribía música del XIX y lapieza de ]anacek está prácticamente acabada antesde 1903), con lo que dicha renovación aparece enrealidad como lo que verdaderamente es: unaprolongación de los dispositivos operísticos detoda la vida (el betcanta, el melodrama, el naturalismo...)dilatado a través de ejemplos no frecuentesque, en su mayoría, proceden además de loscompositores sempiternos.Jenufa dejanacek, en el Liceo de BortetonoQuiérese con ello decir que no puede hablarse en modoalguno de remozamiento del deleite operístico dejando delado el substrato esencial de la naturaleza del código musicaly dramático que se pone en escena: código que escasamentese remonta más atrás cié las primeras décadas de 1800, queignora a buen número de autores del mismo novecerrto y queparece haberse detenido en la linde de mil novecientos veintitantos.La situación se manifiesta aún más lamentable si pensamosen autores corno el checo amba mencionado, una delas figuras esenciales de la música teatral anterior a la SegundaGran Guerra, cuya esporádica presencia entre nosotros no haagotado siquiera la totalidad de su producción, que tampocoes precisamente demasiado copiosa. Consideración fácilmenteextensible al asi llamado repertorio es/ovo. ¿Cuántas óperasde Chaikovski nos quedan por conocer?. ¿Son de uso comúnlas de Rimsky, Borodin, Glinka, Dargomynzkhy, Bortyansky,Pashkevich, Rachmaninov, Arensky o Gretchaninov? Dichosea sin exceder la frontera de 1900.La falacia de los asertos acerca de la moda y la buena saludde la ópera no puede sostenerse. Los escenarios son museos,cenotafios de ilustres difuntos -siempre de los mismos difuntos-henchidos del vapor mefítico de los viejos héroes y sustortuosos y grandilocuentes destinos. Vaharada insalubre aunque,a qué negarlo, subyugante, en la que el aficionado anhelade buen grado naufragar. No es cierto que al público le gustela ópera: hace bien poco, el estreno de la última obra de Luisde Pablo (un trabajo soberbio que gozó de una interpretaciónexcelente y una puesta en escena sumamente cuidada)Ascenso y caída de la andad de Mohogonny de Kun Wejíí. En el Teolrü Colón ae Buenos AiresÍWSCHERZO

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