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Scherzo. Núm. 46

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DISCOSpunto de que el Tadzio de esta versiónlírica de la novela de Thomas Mann esun personaje interpretado por un bailarín,genial traducción de la adolescentefigura también muda del novelista deLübeck y que de manera tan decisiva ysorprendente supo reflejar en imágenescinematográficas Luchino Visconti en lapersona del actor sueco Bjom Andresen.Por cierto, Visconti y Britten trabajaronen sus respectivas adaptaciones más omenos al mismo tiempo y sin que aparentementehubiera nada parecido aespionaje industrial. La película de Viscontise estrenó en 1971, dos años antes quela ópera de Britten.La cantata Fedra, a la que nos referíamosal principio, que acompaña a laópera más reciente de esta muestra decuatro, es estricta contemporánea de Lamuerte en Venecia, y su carácter ¡Iricodramáticoes evidente, como buenmonólogo estricto que es {y ya hemosseñalado cuánto de monólogo hay en laúltima ópera de Britten). El emparejamientoen un doble álbum de Fedra y Laviolación de Lucrecia supone una especiede cierre del circulo en que parece dibujarseel itinerario estético de Brittencomo dramaturgo: la lejanía entre Lucrecioy Fedra se convierte en cercanía envirtud de su destacada categoría comoheroínas-víctimas de la antigüedad.Cuatro registros de referenciaLa estética de Britten en el teatro eslo suficientemente abierta y asequible,con la adecuada dosis de canto, expresividad,sentido del tiempo y de lo puramenteescénico como para no producirleterror a los operófilos habituales, quese limitan a unos cuantos títulos y, sobretodo, a la presencia de divos elevados ala categoría de mitos. El hecho de queno se aterrorice demasiado no quieredecir que el operista medio (no típico,pues éste tiene curiosidad, atrevimientoy. a veces, no se deja dar gato por liebre),busque obras como i as de Brittenni las diferencie demasiado, a la hora deno acudir al teatro, de las aportacionesde la vanguardia más exigente.Lógicamente, todo esto son razonespara que cada título operístico de Brittenhaya sido grabado una vez tan sólo, conexcepciones como Peter Grimes y Lavuelta de tuerca (Philips y Colin Davis seatrevieron con una segunda versión deambas): Pero tal vez hay una razón depeso para que nadie se atreva asi comoasí a grabar de nuevo obras como losotros tres títulos que acompañan a laadaptación de la novela de James. Estarazón puede ser la perfección que tantoen el nivel técnico como interpretativoalcanzaron las grabaciones de Brittenpara Decca Para el gran público el atractivode La violación de Lucrecia es sin ningúngénero de dudas menor que el delas obras que han merecido repetición,pero es que además es difícil superar aesa Janet Baker en su mejor momento(se trata de una grabación de 1970),secundada por Heather Harper y PeterPears en su ejemplar cometido de coroindividual,si se me permite la aparenteparadoja, y Ben|amin Luxon y John Shirley-Quirken los enfrentados generalesromanos. Se trata, como puede verse, deun registro tardío de una obra que fueestrenada veintitrés años antes nadamenos que por Kathleen Ferrier Lasprestaciones vocales del reparto reseñadoson muy adecuadas, pero sería tal veznecesario advertir que la linea de cadapapel nada tiene que ver con el cantohabitúa! de la ópera tradicional (se tratade cometidos esencialmente distanciados,con una especie de constante puestaen cuestión del dramatismo tanto enpersonajes como en situaciones), sin quepor eso desaparezca el canto, ni muchomenos.La violación de Lucrecio es adaptaciónde una pieza teatral (André Obey,1934), y la estricta dramaturgia no suponeespeciales drficuHades, al margen de laorigiralísima y aportadera traducción linca.El caso de La vuelta de tuerca es muydiferente, ya que se trata de una espléndidaadaptación de un relato cuyo sentidoradica en la ambigüedad, la polisemia,la sugerencia, elementos difíciles de daren cualquiera de los medios dramáticos(el teatro, la ópera, el cine). Lógicamente,la versión operística no puede evitarla carnalidad, la presencia de los personajes,incluso se atreve a presentar a losdos espectros, Quint y Miss Jessel, en lanovela teñidos por lo impreciso de laevocación. Recordemos lo bien que loconsiguieron Jack Clayton y TrumanCapote, por su parte, en la película Theinnocents (suspense, en España), de 1961.Tanto la película como la ópera loresuelven todo con media docena depersonajes, incluidos los aparecidos, si notenemos en cuenta el tenor del prólogo,a cargo del mismo cantante que asumeel papel de Quint Ese reparto tan brevey ajustado y la logradtsima ambientación(interior, cerrada, aislada) dan el caráctercamerístico de ópera tan singular. Destacaen ella con justicia Jennifer Vyvyan,soprano que conoce perfectamente elmundo de Britten. con quien ha colaboradoen otras óperas. Es el mismo casode Joan Cross, una britteniana de primerahora. El enfrentamiento entre ambas(institutriz y Mrs. Grose, respectivamente),es uno de los puntales de esta realización.El otro es el de! triángulo del que74 SCHERZO

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