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Scherzo. Núm. 46

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LA OPERA EN ESPAÑALas vocesEspaña, ya se sabe, es país de contrastes, deparado|as, de claroscuros; de contradicciones..¿Hay algo mas contradictorio, realmente,que haber sido, de siempre, un prediodominado por la colonización operística italiana(en primer lugar), francesa y alemana y ser, altiempo, cuna de algunas de las voces más famosas ymejores del orbe? ¿O tener el honor de ser la patria,el lugar de origen de dos grandes cantantes y sobretodo eximios maestros como Manuel García padree hijo y, a la vez, uno de los páramos más yermos-con pocas excepciones- en cuanto a enseñanza ypedagogía vocal se refiere? ¿Cómo se entiende quesin teatros de ópera -hoy menos que antaño- o dezarzuela -inexistentes como tales en la actualidad,puede decirse-, sin maestros de fuste, hayan florecidolas privilegiadas gargantas que, aparte la dinastíade los García (con las hijas y nietos), pronto fuerade España, desde Gayarre hasta aquí convierten aeste territorio en un auténtico y sorprendente vergelcanoro, exportador y distribuidor de voces singulares?He ahí el problema; la marcha del país, en buscadel pan y del éxito fuera de nuestras fronteras,generación tras generación, de multitud de cantantesque luego, una vez retirados, no siempre hanasentado sus reales, con ánimos pedagógicos (aunque,lógicamente, no todos sirven para el cometido),en este suelo. Sólo en contadas excepciones -ygeneralmente las menos significativas- se ha podidocrear en España escuelas, estilos, líneas artísticas ytécnicas dependientes de la personalidad de unmaestro y de la asunción de sus enseñanzas. Ha faltadofluidez en la transmisión de conocimientos.Aquí y allá han aparecido más que florecidonúcleos,dependientes de este o aquel profesor, reinosde taifas, grupos o grupúsculos de enseñantes y enseñadosque no han llegado a crear una madeja ni a sentar las bases deuna política -el Estado también ha tenido su culpa, por supuesto,una culpa histórica- educativo-vocal coherente. El exiliovoluntario de los cantantes en edad de merecer, en edad deprofesionalizarse, ante la falta de centros en los que desarrollarsu labor es del todo punto lógico, como lo es la búsqueda másallá de los Pinneos de la ciencia, del consejo sabio y prácticodel maestro nguroso y verdadero, aquel que conoce las basesesenciales de la técnica y las sabe aplicar, con la correspondientematización y desviación, a cada alumno según su capacidad ycaracteristícas; a cada repertorio de acuerdo con su naturaleza;a cada estilo conforme a su raíz histórica. A veces la emigraciónse produce para ampliar, para perfeccionar, para mejorar loque aquí se ha recibido, puede que incluso con arreglo a presupuestoscorrectamente planteados y entendidos.La larga marchaLa llamada técnica belcantista, que reunió y perfeccionó losEhsobeth Gríjmmer.incorrectos modos de utilizar la voz cantada anteriores al sigloXVIII y procuró un método de proyectar el sonido, de impostar,de modular, de emplear expresivamente ef instrumentofonador, encontró en el compositor y maestro napolitanoNicola Porpora (1686-1768) un fundamental valedor e impulsor.Uno de sus más aventajados alumnos fue Cario Broschi,luego contratenor famoso con el nombre de Fannellí, quien seestableció en Madrid en 1737 y supo, con su depuradísimo artede canto, crear escuela y favorecer la penetración de las compañíasitalianas, cuyos miembros, es cierto, poseían el conocimientode las nuevas técnicas, aunque su presencia habría desuponer, junto a la lógica impregnación que de ellas se haría alos cantantes hispanos, el comienzo de la colonización que enbuena medida, con otros planteamientos y circunstancias, aúnpersiste y que impediría en gran parte el crecimiento autónomo,el desarrollo de una ópera nacional -lo que sí tendría lugar,pese a la misma dominación, en otras latitudes- y que, en contrapartida,alentaría la consolidación de un meritorio subgénero:la zarzuela. Cantaron, enseñaron y difundieron su repertorio-el de moda- aquellos artistas en teatros como el del BuenRetiro, el de los Caños del Peral, el de la Cruz y el del Principe.SCHERZO 85

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