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Los Premios Vasconcelos - Frente de Afirmación Hispanista

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JOAQUIM MONTEZUMA DE CARVALHO 39sermón, en Coimbra, veintiocho años antes.El 21 <strong>de</strong> septiembre <strong>de</strong> 1995 escribí el texto "Una estatua para Catalina<strong>de</strong> Braganza en Nueva York".10 En él fechaba la campaña <strong>de</strong> feminismoen Portugal con el padre Antonio Vieira. Es la parte <strong>de</strong>l texto que aquíinteresa: "Después acostumbro fechar la campaña feminista en Portugal,ocurrida a trescientos metros <strong>de</strong> la casa don<strong>de</strong> nací, con la introduccióny la narración <strong>de</strong>l sermón <strong>de</strong> Santa Catalina, pronunciado por el padrejesuita Antonio Vieira (Lisboa, 1608 - Salvador <strong>de</strong> Bahía, 1697) en lacapilla <strong>de</strong> la Universidad <strong>de</strong> Coimbra en 1663 y para otra caterva <strong>de</strong>capeludos11, muchos <strong>de</strong> los cuales consi<strong>de</strong>raban que la mujer estaba por<strong>de</strong>bajo <strong>de</strong>l indio; que era algo <strong>de</strong> la naturaleza que no tenía alma y sóloservía para procrear y parir machos." La simpatía <strong>de</strong> este jesuita (el únicoescritor que hizo llorar a Fernando Pessoa por su perfección) culminabaen una apoteosis que no sólo es un ejemplo <strong>de</strong> elocuencia sagrada, sinoque es una toma <strong>de</strong> posición ante el rechazo <strong>de</strong> la mujer intelectual. Unoscuantos monjes y eclesiásticos <strong>de</strong>ben <strong>de</strong> haber quedado aturdidos al oira Vieira predicar este "escándalo": Sin embargo, en la batalla <strong>de</strong> SantaCatalina con los filósofos, ella era una y ellos cincuenta; ella mujer y elloshombres; ella sabia y ellos sabios; que es una oposición mucho más fuertey mucho más difícil. Y que una mujer, o algo menos que una mujer(porque apenas llegaba a los dieciocho años), colocada en el campocontra tantos y tales hombres, no venciese sólo a uno, sino a todos, y lossometiera a <strong>de</strong>fen<strong>de</strong>r con la vida la misma fe que impugnaban, es algoque le hace gloriosa más allá <strong>de</strong> todo lo imaginable. Vamos ahoradiscurriendo y pon<strong>de</strong>rando cada una <strong>de</strong> las circunstancias <strong>de</strong> esta victoria,y veremos cuán singular fue nuestra sabia.Muchos habrán sido, en la capilla <strong>de</strong> la Universidad <strong>de</strong> Coimbra, losmachistas <strong>de</strong> borla y capelo que se hayan turbado ante esa elocuencia <strong>de</strong>un padre sin esclerosis, en el ardor <strong>de</strong> los vitalísimos cincuenta y cincoaños <strong>de</strong> edad, ¡labrando con voz elocuente y jubilosa la introducción y lanarración <strong>de</strong> ese sermón <strong>de</strong> Santa Catalina! Sí, <strong>de</strong>ben <strong>de</strong> haber estadopálidos y nerviosos aquellos doctores <strong>de</strong> Coimbra que oyeron la maravilla<strong>de</strong> Vieira: "¡Oh victoria <strong>de</strong> fe la más ilustre y ostentosa, que antes, no<strong>de</strong>spués, celebraron los siglos <strong>de</strong> la cristiandad! ¡Oh triunfo <strong>de</strong> Catalina,no con dos palmas en las manos, <strong>de</strong> virgen y mártir, sino con cincuentapalmas en los pies, <strong>de</strong> sutil, <strong>de</strong> angelical, <strong>de</strong> invencible doctora!" Ytambién oyeron los estupefactos doctores <strong>de</strong> borla y capelo, y los hombres<strong>de</strong> la gallarda iglesia machista, el elogio <strong>de</strong> la cultura <strong>de</strong> la mujer, <strong>de</strong>s<strong>de</strong>

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