Psicología Clínica: contenidos y aplicaciones 307GRUPOS DE TERAPIASTerapias de orientación corporalEn contraposición a otras muchas terapiasque intentan llegar al mundo interior delcliente a través del diálogo y la conversación,las terapias corporales gozan de una gran inmediatez,porque es el mismo cuerpo el quese “expresa” y “dialoga”. Las reacciones corporalespueden explicar así la propia historiadel sujeto o pueden ser integradas en su vidadiaria. Por ejemplo, con ejercicios corporales,tales como el yoga, la relajación funcionalantes de dormir o los ejercicios de Taichidurante las pausas en el trabajo.Las terapias respiratorias cuidan y refuerzanel ritmo de la respiración, consiguiendoque el cliente se encuentre consigomismo y con sus tensiones y reacciones.El terapeuta, presionando con sus manoso deslizándolas sobre las zonas tensas,favorece una respiración más conscientey equilibrada.Muy emparentado con estas técnicas, sehalla el entrenamiento autógeno. Su autor,Johannes Heinrich Schultz (Schultz, 1959),observó que sus pacientes, al ser hipnotizados,hacían referencia una y otra vez alas sensaciones de pesadez y calor. Estole dió la idea de sugerir él mismo esas sensaciones,para conseguir así (por el caminoopuesto) la relajación propia de una hipnosissuave, a través de seis pasos: ejerciciosde pesadez, de calor, de ritmo cardíaco,de respiración y de sensaciones en elestómago (flexo solar) y en la cabezaUna relajación de gran aplicación y másactiva es la relajación muscular progresivade Edmund Jacobson (Jacobson, 1974).La bioenergética, fundada por WilhelmReich (Reich, 1993, 1995) y más desarrolladapor su discípulo Alexander Lowen(Lowen, 1980, 1988, 1995), parte de la ideabásica de que toda represión produce unatensión muscular y un bloqueo del fluir dla fuerza vital (bioenergía). El terapeutabionergético observa en el cliente las contradiccionesque muestra entre lo que dicey su tono de voz, la expresión de sus ojos,su postura corporal o su mímica. Luego pideal cliente que exprese solamente lo quesu cuerpo le comunica. Para ello, le ayudacon una presión, a veces suave y otrasfuerte, sobre las zonas tensas. Llegado elcaso, podría obligar al cliente a adquirir unaposición corporal forzada (“posición de estrés”),para que, con el dolor, surjan las tensioneslatentes. La bioenergética parece indicadapara los trastornos psicosomáticos ylas reacciones depresivas.En 1940, Gerda Alexander fundaba enCopenhague su escuela de eutonia, para laeducación del ritmo corporal (Alexander,1992). El niño pequeño se mueve armoniosamentecomo los animales, pero con ladisciplina y la sobrevaloración de su adaptacióncognitiva va perdiendo con el tiempoesa armonía. Ejercitando la percepción corporal,se pueden unificar la realidad y limagen que todos tenemos del propio cuerpo,armonizándonos.El método de Moshe Feldenkrais trabaja,al contrario que la eutonia, con instruccionesdirectas (Feldenkrais, 1992, 1995).El paciente debe realizar cada vez másconscientemente un movimiento, hasta queconsigue un ejercicio óptimo. La meta secifra en la economía de movimientos, quedeben realizarse con el mínimo esfuerzo.Este método, de suyo, pertenecería más alcampo de la rehabilitación que al de la psicoterapia.Un ejemplo del empleo de aparataje enterapia corporal es el biofeedback. El aparatoregistra eléctricamente el grado de tensión(EMG, tono muscular) del cuerpo, lopotencia, lo filtra, lo integra y lo devuelve acliente, a través de los auriculares con señalesacústicas y/o también con señales visuales.El cliente recibe ese nivel de la señaly debe aprender a modificarla, relajándose cada vez más. Es como una “prótesiselectrónica”, para conseguir la deseada relajación(Labrador y Vallejo, 1993; Schwart& Andrasik, 2003).Revista de Análisis Transaccional y Psicología Humanista, Nº 59, Año 2008
308 Ángel Izquierdo Martínez y Ángeles Izquierdo DopfMuchos terapeutas con formación psicoanalistao conductista, por ejemplo, integranen sus tratamientos algún tipo de terapiacorporal. El riesgo del “trabajo corporal”puede estar en que algunos principiantes,o también “charlatanes”, inicien conello serios procesos, sin la suficiente experiencia clínica para llevarlos al buen puertode la curación del cliente.Terapias de orientación cognitivaAnte las muchas posibilidades de actuar,toda persona reacciona, según su propiavaloración cognitiva de las cosas. Las terapiascognitivas intentan descubrir los falsosmecanismos cognitivos que emplea cadacual en sus problemas diarios, para intentarmodificarlos. Más que formar una corriente psicoterapéutica estructurada, estasterapias constituyen una serie de técnicasconcretas muy dependientes de cada unode sus autores fundadores.Un ejemplo sobresaliente es la terapiacognitiva de Aaron Temkin Beck, aplicadaen un principio a pacientes depresivos. Sumeta fundamental consiste en entrenar alos pacientes, para que cambien los pensamientosque sostienen la depresión y suescaso grado de motivación y actividad(Beck, 1983).En una primera fase, Beck trabaja con“medidas conductuales”: moviliza al clientepara que haga un listado de sus actividades,le planifica horarios o le propone pequeñas tareas. Luego, le instruye para queidentifique sus pensamientos automáticosque en el depresivo se convierten, por logeneral, en valoraciones negativas sobresu entorno, su futuro y su propia persona(triada cognitiva). El terapeuta crea con todoeste material una hipótesis que ofrece alcliente, sin imponérsela. Si la mayoría delos pensamientos, por ejemplo, son de rechazo,el terapeuta podrá indicar al cliente,si se experimenta a sí mismo como un “rechazado”y le animará a contrastar esta hipótesisen el futuro. Al mismo tiempo, seentrena al cliente, para que cambie su pensamiento.El terapeuta parte para ello delhecho de que el depresivo atraviesa un “túnel”,es decir, no ve otras posibilidades ydesconoce soluciones alternativas (Beck yFreeman, 2006).El cambio de los pensamientos automáticosllega por tres vías: en primer lugar, elcliente debe contrarrestar la sobregeneralización,que consiste, por ejemplo, en cómointerpreta como rechazo el que alguien seolvide de saludarle (análisis lógico); en segundolugar, debe ajustar sus pensamientosa la realidad, adquiriendo nuevas informaciones,constatando, por ejemplo, si la ausenciade una llamada telefónica se debe,más bien, a un fallo técnico (análisis empírico);por último, debe integrar las consecuenciasprevisibles de su conducta en futurasactuaciones, viendo, por ejemplo, queuna excesiva timidez no ayudará a futuroscontactos sociales (análisis pragmático).El terapeuta ayuda, como se ve, a examinarlos hechos, a valorarlos con objetividady a proyectarlos en el futuro, consiguiendouna “reatribución” en la vida delcliente.Otro ejemplo es la terapia racional-emotivade Albert Ellis (Ellis y Grieger, 1990),con su secuencia A-B-C-D-E en la intervenciónterapéutica. No son los acontecimientospasados (A) los que provocanunas consecuencias emocionales (Ce) oconductuales (Cc), sino que, más bien, sonlos procesos autosugestivos y cognitivosen relación con A los que producen esaconsecuencia (C), sobre todo, los procesosde valoración de ciertos “beliefs” (creencias)racionales (Br) y también de los irracionales(Bi). Estos últimos dan paso a lostrastornos psíquicos.En la próxima fase de la discusión (D),el cliente aprende a reconocer las autoindoctrinacionesilógicas y sus falsas creencias,para luego contrarrestarlas con ideasracionales. La fase E tiene como meta elasentamiento de los efectos emocionales(Ee) y cognitivos (Ec) de la discusión, porRevista de Análisis Transaccional y Psicología Humanista, Nº 59, Año 2008
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