Cómo hacer a una persona pasivo-agresiva o poder y contrapoder 347personas que le rodean. Por si ello fuerapoco, como quiera que no ejercita su propiacapacidad, sus relaciones personalesestán impregnadas de dependencia. Éstaes consecuencia directa del mandato «Notriunfes», que la persona aceptó en su infancia,toda vez que sus realizaciones casisiempre eran consideradas insuficientescriticadas (Goulding y Goulding, 1979, P.37). Por todo ello, la persona necesitaráuna gran cantidad de estímulos y caricias,cuando inicie sus tareas y cuando las termine.Es altamente posible que la partepersecutoria del Padre esté interiorizada enel P1 (Padre en el Niño) (Woollams yBrown, 1978, P. 10) y, por tanto, si la personaquiere dejar de luchar consigo misma,necesitará redecidir que, para dejar de lucharconsigo mismo, ha de batallar con esePadre Perseguidor.Para tratar con éxito a la personalidadpasivo-agresiva, es preciso armarse de unagran dosis de paciencia y habilidad. Es importanteque el terapeuta evite confundir aeste tipo de personalidad con las personalidadesantisociales que también resisten yse enfrentan a la autoridad, pueden entregarseal alcohol y a la droga y se confiesaincapaces de mantener un trabajo profesionalsatisfactorio durante mucho tiempo(DSM III, 1980).Estas tres características se encuentranen el caso de Pedro, que tiene 22 años, estáintegrado en un grupo, porque se le haimpuesto una terapia semanal como condiciónpara su puesta en libertad provisional.La dinámica que subyace aparece enseguida:los padres son personalidades controladorasy Pedro los percibe como Perseguidores;para vengarse, Pedro está dispuestoa infringir la Ley, sin importarle cuál sea elprecio, inclusive aunque éste sea la cárcel.La diferencia radical entre la personalidadasocial y la pasivo-agresiva, se sitúaen el plano de los sentimientos. Generalmente,la persona pasivo-agresiva los mantienesecretos e inclusive está dotada deuna sensibilidad extraordinaria. Es frecuenteque este tipo de personas experimentenuna gran ternura por sus padres, aun cuandolos vivencien como Perseguidores, yque les estristezcan la tensión existente ensus relaciones paterno-filiales. Además leasusta su futuro.Confrontar a Pedro con fuerza, que esun procedimiento adecuado para tratar apersonas antisociales, no llevaría más quea acentuar los sentimientos negativos, disminuiraún más la autoestima, prolongar elguión de vida y reforzar las resistencias. Noolvidemos que, desde la infancia, la personapasivo-agresiva se ha entrenado en resistira las duras confrontaciones de las figuras parentales.TRATAMIENTOP. Ware ha publicado una teoría sobrelas adaptaciones ligadas a la personalidady las ha puesto en relación con las «puertas»de la terapia: Puerta de entrada, puertade salida, puerta engañosa (Ware,1983). Para la relación con la persona pasivo-agresiva,la aportación de Ware es deun valor incalculable.La puerta engañosa es el pensamiento.Si accedemos a razonar con una personapasivo-agresiva, ésta enzarza una discusiónestéril o bloquea a su interlocutor respondiéndolecon monosílabos. Se muestramuy disponible cuando se le aborda diciéndole:«Yo creo...», o bien «mi opiniónes ...». Se desconectan ante la más ligeramuestra de poder: Precisamente, este tipode personalidad está programado para lucharcontra el poder. Ser muy protector esmucho más efectivo.En el grupo, Alicia discute casi todas lasfrases. Ante cada interrupción yo respondoamablemente: «Bien, quizá tú tienes razón...».Si el tema es importante, digo: «Noestoy de acuerdo, pero tu opinión cuentarealmente para mí...». Para Alicia esta frasepasa inadvertida, pero ella me la aceptabien cuando se la recalco con dulzura:Revista de Análisis Transaccional y Psicología Humanista, Nº 59, Año 2008
348 Molly Cole«Tú pareces estar en desacuerdo conmigosobre muchos puntos. Y yo me pregunto sitú sabes por qué actúas así».La puerta de entrada de la persona pasivo-agresivaes la conducta. Se sabotea acada momento, aun cuando rara vez tieneconsciencia de ello. Acariciar al Niño Rebelde,tal como recomienda R. Drye (1974),lleva a la persona pasivo-agresiva a darsecuenta de lo que hace.Por ejemplo, se le puede incomodarchistosamente por su maestría en conseguirvictorias sobre cualquier autoridad. Lapersona se ríe y el grupo comparte esagracia.Juan es un participante de nuestro grupode jóvenes, que se lamenta de lo duroque le resulta levantarse cada mañana, llegarpuntual al colegio y mantenerse allíatento. Con risas, el grupo le da cariciaspor atraer sobre él la atención de sus padres,de sus profesores e incluso de susamigos. Al final, Juan saca la conclusión«Pero todo eso (su conducta de resistencia)raya en lo ridículo». A partir de estaconclusión se dirigió hacia su propio cambio.Sin embargo, hay que tener una cautelaindispensable: Asegurarse de que elcliente se divierta, pues de lo contrario,sentirá que le persiguen y podría tener razónal sentirse así.Finalmente, la puerta de salida es el sentimiento.Al principio de la terapia, auncuando pueda actuar como un duro, la personase siente mal, deprimida y hasta tieneideas suicidas. Si abusa de la medicación,será tanto para cuidarse a sí mismo,como por rebeldía.Para contactar con sus sentimientos, espreciso testimoniarle un gran contingentede sutileza y empatía. Cuando la personapasivo-agresiva confía en el terapeuta, cosaque no es habitual aunque sí difícil, lapersona apenas puede creer que el terapeutala considere como que está bien, dadoque sus padres y muchas otras personasque la conocen mantienen el criterioopuesto.Desde el principio de su terapia, Helioafirma que tiene necesidad de ejercicio; sterapeuta le ayuda a establecer un programapara correr; en un principio, Helio colaboraplenamente; a la sesión siguiente,se muestra avergonzado; en sus ojos, puedeverse un fracaso, como es habitual enél. No ha salido a correr ni una sola vez:Estaba con migrañas y muy cansado. Laencuesta posterior reveló que su madreprocuraba asignarle objetivos sin cesar. Élse sorprendió mucho cuando se dio cuentade que no era «una persona blanda ysin carácter», sino que participa en juegosque le permiten expresar su rabia indirectamente.Veamos ahora una técnica que últimamentese ha mostrado eficaz con las personas pasivo-agresivas: «Dar forma (moldeado)».Es un método de modificación de conducta, que consiste en acariciar positivamentelas aproximaciones sucesivas que lapersona dé para obtener el comportamientodeseado. Es difícil señalar en muchoscasos el punto de partida de la cadena; enalgunos, incluso es necesario inducirlo.Veámoslo con un ejemplo: El cliente seamarga la vida a base de conflictos con suprofesores; el terapeuta le dice: «Realmente,me gusta la forma que empleas paracuidarte a ti mismo colaborando con los demás,inclusive con tus profesores». Es muyposible que el cliente responda algo así:«Pero si yo no he hecho eso nunca jamás».Con todo, si sobreviene la protestadel cliente, el terapeuta no ha de dar marchaatrás: «Sin duda alguna, yo me heequivocado. Tú has llegado a colaborartanto con nosotros y con los demás, que hesupuesto que harías lo mismo con cualquierade tus profesores» (Haley, 1976,P. 67). El terapeuta da así un modelo queel cliente no ha visto nunca en su familia:Admitir el error propio. El terapeuta da tambiénpermiso para equivocarse, sin que ellole lleve a estar mal. Además, y esto es lomás importante, la sugerencia de cambiarRevista de Análisis Transaccional y Psicología Humanista, Nº 59, Año 2008
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