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2º semestre - Año XXVI - aespat

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344 Molly Coledo a ser pasivo-agresivos. Finalmente, lomás importante, ayudar a las personas pasivo-agresivasa renunciar a los juegos y alos «rackets» conectados con tales juegos.Nadie nace pasivo-agresivo. Se llega aserlo mediante un juego: «Poder y contrapoder».Si han participado en este juego confuerza y durante bastante tiempo, los niñosllegan a adquirir rasgos pasivo-agresivos oincluso toda la personalidad pasivo-agresiva.El juego de «Poder y contrapoder» se pareceal de «Sólo trato de ayudarte». En amboscasos, una persona en rol de autoridad,digamos un padre o un terapeuta, trata deconseguir que la otra persona cambie, diciéndoleque es por su bien. En cualquier caso,los roles en el triángulo dramático sondistintos. En el caso «Poder y contrapoder»,el Perseguidor quiere que el otro haga lo queél considera positivo. En cambio, en el casode «Sólo intento ayudarte», es un Salvadorel que interviene, contando a priori con quesus proposiciones van a ser rechazadas(Berne, 1964, Pp. 143-144; 2007, Pp. 170).«Poder y contrapoder» es una variantedel «Juego de Salvador» de Steiner. Decualquier modo, el Niño aprende a sentirsesin recursos. Reacciona ante la persecuciónteniendo malos resultados escolares,rehusando trabajar, entregándose a la drogay/o haciendo que lo detenga la policía(Steiner, 1974, P. 151; 1992, P. 209).La característica específica de «Podercontrapoder» es que la atención se centra antetodo en las intentonas del Perseguidor paraamedrentar a la Víctima y en el resultado.El juego se desarrolla cada vez que elpoder, bien sea paterno, terapéutico, educativo,patronal o de otro género cualquieraes utilizado para forzar a otra persona aque actúe. A partir de ese momento, hayun Perseguidor y una Víctima.ASPECTOS DINÁMICOSEl primer paso para suscitar una reacciónpasivo-agresiva es: «Intentar que elotro haga lo que yo quiero mediante un métodoque lo deje al margen». Una orden suministradasin ninguna justificación, constituye una invitación casi irresistible para entraren el juego; sobre todo, si tal orden vieneacompañada de una amenaza explícitao encubierta.Una versión más benigna de esta mismainvitación la podemos encontrar así: Increpara alguien hablándole con un tono sarcásticoo despectivo; o también atosigarlocon múltiples exigencias, aunque sean pequeñeces.Segundo paso: Arreglar la situación detal modo que la Víctima no pueda o no quierarehusar. Decirle, por ejemplo: «No protestes»o indicarle por uno u otro medio quela expresión directa de su rabia es inapropiadao «perversa».Los terapeutas pueden dar este segundopaso con facilidad, presentándose comoomniscientes: No es necesario tanto, nimucho menos, para que el cliente se sobreadapteaparentemente y se convierta enpasivo-agresivo.REACCIÓNAsí pues, la Víctima no tiene otro remedioque adaptarse: La persona puede queesté enojada ... pero será raro que tengaconsciencia de ello, toda vez que la expresióndirecta de su rabia es, precisamente,lo que su Perseguidor le ha prohibido.Ante este hecho, ¿qué posibilidades tiene?a) En primer lugar, expresar indirectamentesu rabia haciéndole sufrir alPerseguidor al máximo.b) En segundo, con un poco de suerte,no haciendo nada o haciendo poquísimode aquello que el otro pretendía.Cuando la Víctima se ve obligada areaccionar a regañadientes, podemosdecir que comienza el juego.Según la fórmula berniana de la dinámicadel juego (1972, P. 23; 2002, P. 42), heaquí los movimientos principales:Revista de Análisis Transaccional y Psicología Humanista, Nº 59, Año 2008

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