ArtículoLa concepción de plaza, como emergencia de espacio público,se encuentra en la Grecia clásica, donde los ciudadanos se reuníanen el Ágora, que era el punto donde se discutían los diferentesaspectos sociales que, de alguna manera, afectarían a losciudadanos. En ella se hallaban los edificios públicos, las tiendasy el comercio en general. Además, el ágora se configurabacomo un punto de asamble o reunión, en donde la democraciatenía un rol importante.José Cisneros Espinosa (2003), Profesor de la Universidad deLas Américas, Puebla, México, señala al respecto:Era la plaza donde los ciudadanos trataban los asuntos de todosen beneficio de la ciudad (la polis) y todos sus habitantes. No teníanacceso al espacio público las mujeres, los esclavos y los niños,pues ninguno de ellos se consideraban ciudadanos, únicamentelos hombres adultos libres. Estos ciudadanos participaban conentusiasmo y entrega total en sus disertaciones, pronunciandolas “nobles palabras” que, además de promover un beneficio colectivo,les atraían la gloria personal, la trascendencia. 9En el caso americano, las ciudades se planificaron en forma decuadrícula por razones prácticas, pues permitía la distribuciónde terrenos en forma equitativa. El centro quedó entonces, destinadoa la plaza.La Plaza de Santiago era ni más ni menos que un potrero con el“árbol de la justicia”, o la horca, en medio, símbolo inequívocode que estaba allí presente el Rey y su justicia. Es de suponerque las primeras construcciones fueron hechas con los materialesque se encontraron más a mano como la madera, el barroo la paja.como eje conductor a la Plaza de Armas de Santiago, se reconoceque todo lo ocurrido en ella, de alguna manera, afecta a lacomprensión cultural de la sociedad.Por la Plaza de Armas de Santiago han pasado desde corridasde toros hasta ajusticiamientos de delincuentes y criminales.Hoy, en ella, se reúnen pintores, predicadores, jugadores deajedrez, hasta algunos fotógrafos con su típico caballo lleno deaserrín que encanta a los niños de una manera muy singular. Alrespecto, el economista Ramiro Deladanza (2008) en el portal“Mundo Poesía”, brinda un acertado aporte a la descripción dela Plaza de Armas de Santiago:Sentado en un escaño sobre tus adoquines, vibra mi espíritu, bajola imponente catedral; navego en la historia de Chile en ese museo,Don Pedro me observa, montado en su caballo… ruge tu subterráneo,con un andar tecnológico miro al cielo en invierno, algoamarillo, algo brumoso. Poder, mentiras, ilusiones, canciones,pintores, humoristas, payasos y muchos hermanos peruanos…deambulan como ánimas por allí, dando colorido a este urbanoy frío paisaje. 88 Deladanza, Ramiro. Plaza de Armas en Santiago. Mundo Poesía. JunioDurante todo el siglo XVI, según manifiesta Solís de Ovando(1993):La plaza ofreció un aspecto desolador, en el que se hacían losejercicios militares, pastaban animales y se estacionaban carretasLos edificios de la cárcel y el Cabildo tenían portales. A la izquierdase levantaba la imponente casa de dos pisos de Francisco deAguirre. Al sur los portales que había edificado el mercader Pedrode Armenta en 1557, y al poniente, la iglesia parroquial construidaen gran parte con cal y ladrillos.” 10Esta descripción de la plaza se enriquece aún más si se hace ladescripción de una de las costumbres más típicamente chilenas,el rodeo. La historia de este deporte nacional se remontaentre los años 1557 y 1561, donde se reunía el ganado dispersopor los campos en la Plaza de Armas de Santiago y los jinetes2008. Web. 3 de abril 2014 http://www.mundopoesia.com/foros/poemasgenerales/286399-plaza-de-armas-en-santiago-2.html9 Cisneros Espinosa, José. La privatización del Espacio Público. RevistaLatina de Comunicación Social N°56. Diciembre 2003.Web. 3 de abril 2014.http://www.ull.es/publicaciones/latina/20035631cisneros.htm10 Valenzuela Solís de Ovando, Carlos. La Plaza de Armas de Santiago Cunade Chile. La Noria, Santiago de Chile, 1993. Pág.63.28
Artículopodían demostrar sus destrezas. El objetivo básico de estos rodeosera cumplir con las faenas propias de la crianza y proveerentretención al público asistente. Como se puede apreciar laplaza en este siglo concentraba gran actividad y la entretenciónno faltaba.que, asidos a ella, daban audiencia a sus cuotidianos visitantes.Era cosa común de ver todas las mañanas tendidas, al lado deafuera de la arquería de este triste edificio, uno o dos cadáveresensangrentados, allí expuestos por la policía para que fuesen reconocidospor sus respectivos deudos.Con el pasar del tiempo, la Plaza de Armas fue cambiando Duranteel siglo XIX, adquiere un nuevo significado: cambia deuna singular plaza pueblerina a la de una ciudad viva y dueñade renovada arquitectura con aires franceses. Sin embargo, estoscambios no sucedieron de un momento a otro. Complementaesa visión Vicente Pérez Rosales (1886), quien relata suopinión de la Plaza de Armas de Santiago de la década de 1840en “Recuerdos del Pasado”:Nuestra capital sólocontaba con una recovacon una solaplaza mayor, en lacual se encontraban,junto con las mejorestiendas de comercio,la catedral, un conventode monjas, laresidencia de las autoridadesel cabildo,y la inexorable cárcelpública, que, a usanza de todos los pueblos de origen español,ostentaba su adusta reja de fierro y las puercas manos de los reosDesde la puerta de la cárcel, y formando calle con la que ahorallamamos del Estado, se vela alineada una fila de burdos casuchosde madera y de descuidados toldos que, con el nombre debaratillos, hacían entonces las veces de las graciosas y limpiastiendillas que adornan ahora las bases de las columnas del portalFernández Concha” 11 .En Santiago no todo es de lamentar. La Plaza de Armas en elsiglo XIX presenta algunos adelantos importantes y continúaAunque los pobres de la ciudad contaban con una esfera pública propia,las afirmaciones antes realizadas han llevado a indicar, en referencia ala plaza, que la visión de esta ha cambiado: de ser un lugar de encuentroa uno de separación. Esta postura era común para la época en donde seveían dos ciudades, en donde la persona popular se mantenía alejada delterritorio político y cultural.11 Pérez Rosales, Vicente. Recuerdos del Pasado (1814-1860), (terceraedición), Imprenta Gutenberg, Santiago, Chile, 1886. Web. 3 de abril 2014http://www.memoriachilena.cl/archivos2/pdfs/MC0004566.pdf29
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