Artículo◆ Mapa de Herodoto(fuente: http://valdeperrillos.com/books/pasos-perdidos/-libro-monstruos/pueblos-monstruosos-razas-extraordinarias-1-parte)que es llenado” 5 , así las formas propias de este espacio platónicoprovienen de aquello que es dado por alguien. El espacio en símismo es inexistente como tal, es decir, el espacio sólo existeen la conformación dada por otro. Comentaristas del filósofoañaden que en definitiva este espacio como receptáculo sincualidades propias se transforma en un habitáculo y nada más.Para Aristóteles (384-322 a. C.), por otra parte, el espacio esconcebido como lugar, alude a lo que emana desde las cosasy es “el límite inmóvil que abraza un cuerpo” 6 . Para FerraterMora el mundo medieval escolástico abrazó la concepción aristotélicaque entiende al espacio como lugar, existente a partirde las cosas que lo conforman, por lo tanto el espacio se ve 7 .La incorporacióndel pensamientocristiano en laconcepción espacialse evidenciaen la obra enciclopédicade SanIsidoro, quienpropone todo loexistente comocreación divina yentiende el espaciocomo obra de Dios. “El mundo es el cielo, la tierra y el mary las cosas que hay en ellos; todo obra de Dios, del cual se dice(Io. 1, 10) Et mundus per Eumfactusest (y el mundo fue hechopor Él)” 8 . Esta idea prevalecerá en el mundo medieval. El espa-5 FERRATER MORA, José. Diccionario de Filosofía, ed. Sudamericana,Buenos Aires, Argentina, 1971.6 ARISTOTELES, Física, citado en: ABBAGNANO, Nicola, Diccionario deFilosofía, ed. FCE, México, 1994, p.435.7 Ahondaremos en esta dimensión tangible del espacio vinculada con laacción de mirar, similar a la base etimológica del concepto mirabilia.8 SAN ISIDORO DE SEVILLA, Etimologías, Trad. de Luis Cortés y Góngora,Ed. Católica, Madrid, España, 1951, libros XIII, p. 319.52cio finito, constreñido a la creación divina, le confiere a quienpiense el espacio como una dimensión simbólica de Dios, unametáfora de su existencia, que se cumple cada vez que presenciamoslo preestablecido en lo concreto.Honorio (1090-1152) justifica el nombre de "mundus" por elmovimiento perpetuo, y afirma que el mundo tiene la redondafigura de una pelota en la que se distinguen diversas partes. Demanera semejante a como se distinguen en un huevo la cáscaraque lo rodea, la clara que contiene la yema y ésta con una gotade gordura, se distinguen en el mundo el cielo que lo circunda,el éter claro y sereno que contiene el aire turbio y tormentoso,que a su vez contiene la tierra. Desde una perspectiva etimológica,el concepto de espacio utilizado en el mundo medievalsolo refiere al termino latino locus y explica “el emplazamientoen el que se encuentra un objeto determinado” 9 .Para Foucault 10 , el espacio medieval se opone al espacio modernopor contener la localización como aspecto definitorio.Para el pensador, el espacio medieval es un espacio de localización,en tanto ubica previamente lo conocido y asigna un lugardefinido e invulnerable a toda la diversidad. La concepciónmoderna del espacio, por el contrario expandible, es recuperadade la mano de Galileo Galilei (1564-1642).A partir de lo anterior, creemos que dichos relatos de viajerosmedievales demuestran que frente a un espacio nuevo, el mundopremoderno reacciona con propiedad y lo hace parte dequien lo observa por el simple hecho de reconocer aquello quele es culturalmente y simbólicamente existente. Dicha conceptualizacióndel espacio permite entender la imagen del mundocomo conocida a priori y, al viaje - más que tránsito entre lo conocidoy lo nuevo- como unaLos relatos de viajeros medievales demuestran que frente a unespacio nuevo, el mundo premoderno reacciona con propiedad ylo hace parte de quien lo observa por el simple hecho de reconoceraquello que le es culturalmente y simbólicamente existente. Dichaconceptualización del espacio permite entender la imagen delmundo como conocida a priori y, al viaje - más que tránsito entrelo conocido y lo nuevo - como una constatación de lo conocido.constatación delo conocido. Asíentonces, el viajeromedieval secomporta comoindividuo cargadopor el colectivo,el imaginarioy la mentalidadpropia de unaconstrucción cultural que se siente centro y agente de civilización11 . El protagonista del periplo de los siglos XIII y XIV9 ZUMTHOR, Paul, Op. Cit., 52.10 FOUCAULT, Michel, “Los Espacios Otros” conferencia pronunciada en elCentre d’Études architecturales el 14 de marzo de 1967 y publicada en Architecture,Mouvement, Continuité, n° 5, octubre 1984, págs. 46-49. Traducciónal español por Luis Gayo Pérez Bueno, publicada en revista Astrágalo, n° 7,septiembre de 1997.11 Respecto a esta superioridad inserta en la génesis de la conceptualizacióny construcción de la civilización occidental y en este momento fuertementeeuropea, nos basamos en dos obras distintas pero que convergen en esta tesis.La primera es GUREVICH, Aaron, Los Orígenes del Individualismo Europea
Artículoe incluso del XV, le dan a todo lugar un sentido. De ahí queZumthor en su obra La Medida del Mundo presente esta ideadel espacio como la morada y entienda que todo relato que propongadescribir el mundo, pretende dar cuenta de una orden 12 .◆ Mapa de Ptolomeo(fuente: http://valdeperrillos.com/books/cartografia-historia-mapasantiguos/cartografia-del-renacimiento-antecedentes)El espacio podría entenderse, en consecuencia, como la interrelaciónentre el entorno y el ser humano. “El espacio geográficodesempeña un rol estructurante y en esencia dinámico de losfenómenos y procesos que afectan al hombre” 13 . De esta forma,no existe el espacio sin el ser humano, ya que es él quien develasu existencia, aún cuando sea este ámbito definido y codificadoel que opere sobre la vista que tenemos de él. Posiblemente paracomenzar el análisis debemos considerar la existencia dialécticadel espacio en convivencia con el tiempo y, si mantenemos elmismo juego, llegaremos a la historia y al hombre.Haciendo eco de las imágenes que condicionan la representaciónde la realidad durante el mundo medieval y, desde ella, laconceptualización que se puede construir del espacio medieval,revisaremos el plano histórico que construye el imaginarioacerca del espacio antes del siglo XIII.El ser humano vive en un paisaje que es entorno, pero que inmediatamentees superado por una realidad más compleja: elespacio. En conjunto, este último modela al hombre, que se es-Trad. de María García Barris, Barcelona, España, 1997. quien analiza en lasobras escritas en los últimos tres siglos del mundo medieval la aparición deun individualismo, que creemos más como una individuación, donde losautores impregnan su obra de temáticas y donde el logro y los valores de lagesta personal toman gran fuerza. La segunda es ACOSTA, Vladimir, Viajerosy Maravillas, Ed. Monte Ávila latinoamericana, Caracas, Venezuela, 1992,quien agrega a esta postura la visión de que en la construcción mítica y legendariaque ilumina el imaginario medieval existe una impronta fuertementeconquistadora y eurocéntrica, pero en el plano de la inocencia e inconcienciaaún. Sobre este tema ahondaremos en la investigación.12 Vs. ZUMTHOR, Paul, Op. Cit.13 RIESCO, Ricardo, “El Espacio en la Geografía”, en: VARIOS AUTORES, ElEspacio en las Ciencias, Ed. Universitaria, Santiago, Chile, 1982, p. 193.tructura creando formas de vida 14 . Los sujetos se constituyendentro de un espacio y al ser este modificado, se afecta tambiénal hombre. De ese modo, no solo hay un mundo sino tambiénuna imagen del mundo, que en la historia ha ido cambiando,según las concepciones propias reveladas a través de las fuentes.El espacio es un modelo estructurante y a la vez, entendidopor el mismo ser humano de maneras particulares para luegoconstituirse desde todo ello. Es precisamente esta idea la quenos permite generar una reflexión histórica del espacio, ya queestá constituida por las propias compresiones generadas por lacultura, que no solo hablan de imagen, sino de tiempo y dehombres. En otras palabras, la imagen del mundo particularde una época siempre revela a los sujetos que la crean y abreel horizonte de la fuente y los actores en la historia. Esto es, dealguna forma, llegar a las ideas que se tienen en un momentodeterminado y en el caso del espacio, alcanzar desde la obrasescritas a la gente sin historia. Así, la imagen del mundo obedecea una realidad mental que proviene del imaginario 15 . Enconclusión, las partes del mundo son aquellas que resultan delas formas propias del desarrollo cultural de los pueblos, susanhelos y temores.Para el hombre medieval lo visto es maravilla. Es así entoncesque por su naturaleza el ser humano se comporta clasificandode maravilloso - incluso en la actualidad - todo aquello quesupera, desde la experiencia o desde nuestras preconcepciones,aquello que conocemos. Desde esta mirada, la condición demaravilla es parte del ser humano y, por ende, hacer una historiade ella es también hacer historia del hombre. La condiciónde maravilla es reflejo de los anhelos de sus actores.El viaje en la tradición occidental, desde la antigüedad hastala Edad Media y el Renacimiento –incluso hoy- está estrechamenteligado a la maravilla y el relato de viaje dará vida a lafigura de lo maravilloso. Como ejemplo de esto, basta solo rememorarel viaje de Odiseo y el mundo fantástico que se dejóver en su largo trayecto de regreso a Ítaca. Se presenta, así, unarquetipo frecuente en la construcción de los relatos de la maravilla:el mundo maravilloso es descubierto habitualmente porquien pierde el rumbo. Pero la maravilla, aunque siempre sorprende,no está estrictamente circunscrita al azar o la (des)fortuna,sino también es resultante de un viaje cierto y planificado.Alejandro Magno, en su periplo a Oriente, trajo a Occidente unmundo de maravillas y de certidumbres que, aunque sorprendentesy lejanas, estaban claramente fijadas y situadas.De Oriente sabría Grecia, gracias al contacto con Persia. Contactosde tipo diplomáticos hasta intercambio artístico sirvió ala Hélade para llenarse de imágenes de este no tan lejano levante.Evidencia de ello, más allá de los registros materiales, es lapresencia del lenguaje jonio en las cortes aqueménides 16 : testi-14 Véase RIESCO, R., Op. Cit.15 DURAND, Gilbert, Las estructuras Antropológicas del Imaginario, ed.Fondo de Cultura Económica, México, 2004.16 MEYER, E, Geschichte der Altertums, citado en: GIL, Juan, Op. Cit.53
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