Lucha de clase, sindicatos y partido revolucionario .02vistas a una confrontación directa con los patronos. La fábrica que da los enormesbeneficios gracias a los cuales los capitalistas se enriquecen, también es su puntodébil. Al éxodo, a la huida, a la «suspensión del régimen disciplinario» se opone lavisión de Lenin, que sigue siendo actual: «Esa fábrica, que para algunos pareceser nada más que un espantajo, es la forma superior de la cooperación capitalista,que agrupó y disciplinó al proletariado, le enseñó la organización, lo puso ala cabeza de todas las otras categorías de la población laboriosa y explotada. Elmarxismo, ideología del proletariado educado por el capitalismo, ha enseñado yenseña a los intelectuales inconstantes la diferencia entre el aspecto explotadorde la fábrica (disciplina basada en el temor de morir de hambre) y su aspectoorganizativo (disciplina basada en el trabajo en común, resultante de una técnicaaltamente desarrollada). La disciplina y la organización, que al intelectual burguésle cuesta tanto llegar a adquirir, son asimiladas muy fácilmente por el proletariado,gracias justamente a esa “escuela” de la fábrica. El mortal temor por esa escuela,la incomprensión absoluta de su importancia como elemento de organización, soncaracterísticos del modo de pensamiento que refleja las condiciones de existenciapequeñoburguesas, engendra ese aspecto del anarquismo que los socialdemócratasalemanes llaman Edelanarchismus, es decir el anarquismo del señor “distinguido”,el anarquismo el gran señor, diría yo..» 81Nadine Rosa-Rosso ni habla de «creatividad» ni de «momentos de creación», sinode «aire fresco» y de «oxígeno». Contrariamente a Negri y Hardt, no preconiza ladeserción y el éxodo. Estima sin embargo que este «aire fresco» y este «oxígeno»,hay que buscarlos fuera de la fábrica: «La clase obrera necesita oxígeno, airefresco, no debe esperar a que caiga del cielo contaminado por el imperialismo,debe ir a buscarlo ella misma.» 82 Su consejo: «El mundo del trabajo (…) debe salirde la fábrica, de la empresa, del sector, con resolución (…) e ir con optimismo yconfianza hacia todas las clases y capas sociales que también son víctimas de ladictadura insostenible de los grandes monopolios.» 83 Y no hay tiempo que perder,insiste, porque «es una carrera contra reloj contra todas las formas de fascismoque emponzoñan la sociedad. Hay que tender ambas manos a cada persona,grupo, asociación que resiste de una manera u otra a la fascistización constantede nuestra sociedad. Ya no es hora de remilgos.» 84Al invitar a «salir de la fábrica, de la empresa, del sector», Nadine Rosa-Rossoolvida que la lucha final gira alrededor de la cuestión de saber cuál es la clase queposee los medios de producción, cuál es la clase que decide sobre el modo deproducción y el destino que dar a la producción. Sustraerse a la fábrica, es sustraersea esta lucha.48
02. Lucha de clase, sindicatos y partido revolucionarioHace más de siglo y medio que los revisionistas del marxismo abogan por el abandonodel lugar de trabajo. Otros grupos sociales debían encarnar la fuerza creativay la creatividad del cambio, traer un aire nuevo o liderar la revolución social. Eldiscurso empieza siempre con estas palabras: «Los tiempos han cambiado». Lairrupción de la democracia burguesa primero «lo modificó todo» a nivel de lasnaciones, la aparición de monopolios vino luego «a repartir otra vez las cartas»,luego les tocó modificar en profundidad la situación a los derechos de la seguridadsocial en la sociedad de abundancia y, hoy, serían las recientes modificaciones anivel de la producción las que no habrían dejado títere con cabeza. Se oye decirque «la combatividad, hay que encontrarla fuera de los muros de la fábrica», que«es afuera, donde conviene buscar aire fresco», y que «los trabajadores se hanvuelto egoístas», que «la clase obrera europea faltó a su cita con la historia» y que«otros grupos tienen que desempeñar ahora el papel de vanguardia». A lo largo delpasado siglo, los pobres, los excluidos, las personas que se niegan a trabajar, losemigrantes, los ecologistas, los verdes, los pacifistas, las mujeres, los científicos,los informáticos... todos, antes o después, fueron reconocidos como el gruposocial al que le correspondía liderar la revolución. El punto común entre todas esasteorías, es que todas ignoran las leyes sociales y económicas de la historia, quetodas evitan la cuestión de la producción y del control de la producción.El corazón del cambio actual, es la lucha entre trabajo y capital. No se puedeolvidar el análisis de Lenin al respecto: «En cualquier país capitalista, la fuerza delproletariado es incomparablemente mayor que su proporción numérica en la masageneral de la población. Y esto es así porque el proletariado domina económicamenteen el centro y en el nervio de todo el sistema económico del capitalismo, ytambién porque, bajo el capitalismo, el proletariado expresa, económica y políticamente,los verdaderos intereses de la inmensa mayoría de los trabajadores. Poreso, incluso cuando constituye una minoría de la población (o cuando su vanguardiaconsciente y verdaderamente revolucionaria constituye una minoría de la población),el proletariado es capaz de derribar a la burguesía y de ganarse despuésmuchos aliados entre esa masa de semiproletarios y pequeños burgueses queantes no se habría manifestado jamás a favor del dominio del proletariado, queantes no comprendería las condiciones y las tareas de ese dominio y a la que sólosu experiencia ulterior habrá de convencer de que la dictadura del proletariado esinevitable, acertada y necesaria.» 85El hecho de que los trabajadores productivos se encuentren en el ojo del huracán,que lleven a cabo la lucha entre trabajo y capital en el lugar de trabajo, no significaque sean los únicos que luchan. Y mucho menos significa que una gran alianzaentre los trabajadores productivos sea inútil, las otras capas de la clase obrera,los agricultores, las capas proletarizadas de la inteliguentsia, los progresistas y49
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