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cada particular tiene un conocimiento suficiente de la justicia<br />
y de todas las demás virtudes políticas, aquí' tienes<br />
una prueba que no te permite dudar. En las demás artes,<br />
como dijiste muy bien, si alguno se alaba de sobresalir en<br />
una de ellas, por ejemplo, en la de tocar la flauta, sin<br />
saber tocar, todo el mundo le silba y se levanta contra él, y<br />
sus parientes hacen que se retire como si fuera un hombre<br />
que ha perdido el juicio. Por el contrario, cuando se ve un<br />
hombre que, hablando de la justicia y de las demás virtudes<br />
políticas, dice delante de todo el mundo, atestiguando<br />
contra sí mismo, que no es justo ni virtuoso, aunque en<br />
todas la demás ocasiones sea loable decir la verdad, en<br />
este caso se califica de locura, y se dice con razón, que<br />
todos los hombres están obligados á afirmar de sí mismos<br />
que son justos, aunque no lo sean, y que el que no sabe, por<br />
lo menos, fingir lo justo , es enteramente un loco; porque<br />
no hay nadie que no esté obligado á participar de la justicia<br />
de cualquier manera, á menos que deje de ser hombre.<br />
Hé aquí por qué he sostenido que es justo oir indistintamente<br />
á todo el mundo, cuando se trata de la política,<br />
en concepto de que no hay nadie que no tenga algún conocimiento<br />
de ella.<br />
Es preciso que todos se persuadan de que estas virtudes<br />
no son, ni un presente de la naturaleza, ni un resultado del<br />
azar, sino fruto de reflexiones y de preceptos, que constituyen<br />
una ciencia que puede ser enseñada, que es lo<br />
que ahora me propongo demostraros.<br />
¿ No es cierto, que respecto á los defectos que nos son<br />
naturales ó que nos vienen de la fortuna, nadie se irrita<br />
contra nosotros, nadie nos lo advierte , nadie nos reprende<br />
, en una palabra, no se nos castiga para que seamos<br />
distintos de lo que somos? Antes por lo contrario,<br />
se tiene compasión de nosotros, porque ¿quién podría ser<br />
tan insensato que intentara corregir á un hombre raquítico<br />
, á un hombre feo, á un valetudinario? ¿No está todo<br />
Platón, Obras completas, edición de Patricio de Azcárate, tomo 2, Madrid 1871