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Platon

historia de platon

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tes, tendríamos, no lo que se llama placer, sino gozo,<br />

porque el gozo es el contentamiento del espíritu que se<br />

inatruye y adquiere la sabiduría, en lugar de que el placer<br />

no es más, hablando propiamente, que un estímulo<br />

de los sentidos, como por ejemplo, el placer de comer.<br />

La mayor parte de los oyentes aplaudieron mucho este<br />

discurso de Prodico. El sabio Hipias, tomando en seguida<br />

la palabra, dijo: amigos mios, os miro á todos los que<br />

estáis ¡«resentes como parientes, como amigos y jíSopo<br />

conciudtóanos, no por la ley, sino por la naturaleza.<br />

Porque por la naturaleza lo semejante está ligado con su<br />

semejante; pero la ley, que es tirano de los hombres,<br />

fuerza y violenta la naturaleza en una infinidad de ocasiones.<br />

Seria una cosa verdaderamente vergonzosa, que<br />

nosotros, que conocemos perfectamente la naturaleza de<br />

las cosas y que pasamos por los más hábiles entre los griegos,<br />

hubiésemos venido á Atenas, que es en las ciencias<br />

como el Pritaneo de la Grecia (1), y nos hubiésemos<br />

reunido en lamas grande y más rica casa de la ciudad,<br />

para no decir algo que sea digno de nuestra reputación,<br />

y para divertimos en meter zizaña jfc altercar como los<br />

más ignorantes délos hombres. Os conjuro, Sócrates y<br />

Protágoras, y os aconsejo, como si fuéramos aquí vuestros<br />

arbitros, que toméis este temperamento. Tú, Sócrates,<br />

no te pegues demasiado rigurosamente al método seco y<br />

árido del diálogo, si Protágoras no te abre el camino; déjale<br />

alguna libertad y afloja las riendas á sus discursos,<br />

para que nos parezcan más magníficos y más agradables.<br />

y tú, Protágoras, no hinches de tal manera las velas de<br />

tu elocuencia, que te dejes llevar á alta mar y pierdas de<br />

vista la tierra. Hay un medio entre estos dos extremos;<br />

es, si me creéis, que escojáis un moderador, un juez, un<br />

(1) Se llamaban Pritaneos los templos donde ardia día v noche<br />

el fuego sagrado de Vesta.<br />

Platón, Obras completas, edición de Patricio de Azcárate, tomo 2, Madrid 1871

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