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RESUMEN<br />
combustibles fósiles reducirá los costos de generación<br />
de electricidad en alrededor de 1-3 centavos de dólar<br />
por kWh a través de CNEG inferiores, así como contribuirá<br />
a garantizar la seguridad energética y ayudará a<br />
la descarbonización de los otros sectores económicos.<br />
Para 2050 la descarbonización energética desplazaría<br />
1,1 GtCO2e/año en comparación con un escenario de<br />
línea base (ELB de IIASA) en 2050.<br />
Si bien este análisis demuestra que existe un entorno<br />
normativo que ofrece cada vez más apoyo para la descarbonización,<br />
existen algunas acciones importantes<br />
que podrían facilitar la entrada rápida en el mercado<br />
de las energías renovables en ALC, incluyendo: a) una<br />
mayor voluntad política para incrementar el proceso de<br />
integración de redes en la región, prestando la debida<br />
atención a los problemas ambientales y sociales, b) la<br />
eliminación de los subsidios a los combustibles fósiles,<br />
en particular el carbón y el gas, los cuales constituyen<br />
un obstáculo importante para la entrada en el mercado<br />
de alternativas, y c) una mayor adopción de normas para<br />
permitir sistemas de energía distribuida, lo que podría<br />
acelerar la instalación de instalaciones solares domésticas<br />
y comerciales.<br />
Electrificación masiva del sector del transporte.<br />
Con base en las ganancias proyectadas en eficiencia y<br />
densidad de almacenamiento de energía en los vehículos,<br />
la caída estimada de los precios de la electricidad<br />
resultante de la incorporación masiva de las energías<br />
renovables y las proyecciones para una eventual reducción<br />
sustancial en el costo de los vehículos eléctricos,<br />
se prevé que esta opción incremente su competitividad<br />
y supere en competitividad económica a la alternativa<br />
con combustibles fósiles mucho antes de 2050.<br />
El informe hace eco a los recientes anuncios sobre el<br />
carácter potencialmente disruptivo de las tecnologías<br />
de vehículos eléctricos en el lapso de unos pocos años,<br />
aunque también hace hincapié en la adaptación necesaria<br />
para cumplir con las características de la demanda<br />
en la región, incluyendo el énfasis en los vehículos de<br />
transporte masivo. Si se hacen las asignaciones de los<br />
costos evitados de la contaminación del aire, el argumento<br />
económico para el cambio hacia la propulsión<br />
eléctrica se ve reforzado. El costo evitado relativamente<br />
grande permitirá a las versiones eléctricas ser competitivas<br />
con las opciones de combustibles fósiles para el<br />
año 2025. El cambio hacia la propulsión eléctrica en el<br />
sector también dará lugar por sí mismo a un ahorro muy<br />
significativo de energía (alrededor de 11 EJ para 2050;<br />
ver la Figura 3.15), a la creación potencial de segmentos<br />
industriales enteros y a cambios importantes en la<br />
calidad del aire urbano y la integración económica. La<br />
descarbonización del transporte daría como resultado<br />
el desplazamiento de alrededor de 1,4 GtCO2e por año<br />
en comparación con el escenario ELB en 2050.<br />
La tecnología y el impulso económico de un cambio a<br />
la energía eléctrica en el transporte pueden provocar en<br />
última instancia una transformación importante de las<br />
tecnologías de transporte a nivel mundial. Sin embargo,<br />
en un plazo más corto y en el contexto de América<br />
Latina, este cambio enfrenta barreras importantes que<br />
necesitan ser abordadas. Estas incluyen: a) subsidios a<br />
los combustibles fósiles (calculados en alrededor de 1%<br />
del PIB en 2013), que continúan promoviendo su uso y<br />
retrasando la adopción de fuentes de energía alternativas<br />
en el transporte, b) la falta de internalización de<br />
los beneficios ambientales y de salud asociados con el<br />
reemplazo de diesel y otros combustibles, lo que retrasa<br />
la adopción de opciones más limpias, y c) el valor del<br />
capital y los empleos y empresas vinculadas con la refinación<br />
y distribución de combustibles fósiles, los cuales<br />
se verían desplazados por los vehículos eléctricos.<br />
Transformación del uso de la tierra de una fuente<br />
a un sumidero de carbono. El uso de la tierra es la<br />
clave para la descarbonización definitiva y duradera de<br />
la economía regional. En conjunto, evitar la deforestación<br />
y promover la reforestación, la restauración de la<br />
tierra y las prácticas sostenibles en la agricultura y la<br />
ganadería son prácticas fundamentales para garantizar<br />
la existencia de sumideros de carbono basados en el uso<br />
de la tierra. Evitar la deforestación (3,4 millones de hectáreas<br />
por año en 2013) proporcionaría una importante<br />
contribución potencial a un futuro de carbono cero. Con<br />
esfuerzos a gran escala en reforestación y restauración y<br />
medidas en la agricultura y ganadería, el total podría ser<br />
de hasta unos 3 GtCO2e menos por año para mediados<br />
de este siglo. Después de dar cuenta de las emisiones<br />
restantes, el sector podría estar contribuyendo con sumideros<br />
netos del orden de 1,1 GtCO2e por año para<br />
2050. También se prevé que estos esfuerzos produzcan<br />
importantes beneficios económicos, incrementos en la<br />
seguridad alimentaria y mejoras en la calidad de vida<br />
en las zonas rurales.<br />
Existen importantes barreras para asegurar la existencia<br />
de estos sumideros. La deforestación continúa irrestricta<br />
en muchas partes de la región, en donde las condiciones<br />
básicas de pobreza e incapacidad para internalizar<br />
el valor de los bosques no han cambiado. Los beneficios<br />
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