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Patriarcas y Profetas por Elena White

Desde los tiempos prehistóricos, traza Patriarcas y Profetas el conflicto entre el bien y el mal y su alcance universal. Este libro responde de manera sucinta a las preguntas hirvientes sobre el amor, la naturaleza humana, maldiciones generacionales, bendiciones generacionales y el trayecto de la vida. Llevando al lector detrás de la cortina para penetrar los misterios del pasado que prefigura el futuro, el libro investiga a fondo los caracteres de los hombres y las mujeres nacidos en circunstancias sombrías y probados en crisoles de arduas a través del cual se revelan defectos trágicos y virtudes dignas. Repetidas veces, ha configurado la intervención sobrenatural de forma dinámica sus cursos, mientras que sus opciones, para mejor o para peor, hacen una huella imborrable en su descendencia y sus sociedades. Se distingue a las personas a la espera de una esperanza futura tenazmente abrazando las promesas de cambio de vida ...

Desde los tiempos prehistóricos, traza Patriarcas y Profetas el conflicto entre el bien y el mal y su alcance universal. Este libro responde de manera sucinta a las preguntas hirvientes sobre el amor, la naturaleza humana, maldiciones generacionales, bendiciones generacionales y el trayecto de la vida. Llevando al lector detrás de la cortina para penetrar los misterios del pasado que prefigura el futuro, el libro investiga a fondo los caracteres de los hombres y las mujeres nacidos en circunstancias sombrías y probados en crisoles de arduas a través del cual se revelan defectos trágicos y virtudes dignas. Repetidas veces, ha configurado la intervención sobrenatural de forma dinámica sus cursos, mientras que sus opciones, para mejor o para peor, hacen una huella imborrable en su descendencia y sus sociedades. Se distingue a las personas a la espera de una esperanza futura tenazmente abrazando las promesas de cambio de vida ...

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las riquezas de su padre. Estas eran bendiciones que él podía avalorar. "Levántese mi padre -dijo,-<br />

y coma de la caza de su hijo, para que me bendiga tu alma."<br />

Temblando de asombro y congoja, el anciano padre se dio cuenta del engaño cometido<br />

contra él. Habían sido frustradas las caras esperanzas que había albergado durante tanto tiempo, y<br />

sintió en el alma el desengaño que había de herir a su hijo mayor. Sin embargo, se le ocurrió como<br />

un relámpago la convicción de que era la providencia de Dios la que había vencido su intención,<br />

y había realizado aquello mismo que él había resuelto impedir. Se acordó de las palabras que el<br />

ángel había dicho a Rebeca, y no obstante el pecado del cual Jacob ahora era culpable, vio en él al<br />

hijo más capaz para realizar los propósitos de Dios. Cuando las palabras de la bendición estaban<br />

en sus labios, había sentido sobre sí el Espíritu de la inspiración; y ahora, conociendo todas las<br />

circunstancias, ratificó la bendición que sin saberlo había pronunciado sobre Jacob: "Yo le bendije,<br />

y será bendito." Esaú había menospreciado la bendición mientras parecía estar a su alcance, pero<br />

ahora que se le había escapado para siempre, deseó poseerla. Se despertó toda la fuerza de su<br />

naturaleza impetuosa y apasionada, y su dolor e ira fueron terribles. Gritó con intensa amargura<br />

"Bendíceme también a mí, padre mío." "¿No has guardado bendición para mi?" Pero la promesa<br />

dada no se había de revocar.<br />

No podía recobrar la primogenitura que había trocado tan descuidadamente. "Por una<br />

vianda," con que satisfizo momentáneamente el apetito que nunca había reprimido, vendió Esaú<br />

su herencia; y cuando comprendió su locura, ya era tarde para recobrar la bendición "No halló<br />

lugar de arrepentimiento, aunque la procuró con lágrimas." (Heb. 12: 16, 17) Esaú no quedaba<br />

privado del derecho de buscar la gracia de Dios mediante el arrepentimiento; pero no podía<br />

encontrar medios para recobrar la primogenitura. Su dolor no provenía de que estuviese<br />

convencido de haber pecado; no deseaba reconciliarse con Dios. Se entristecía <strong>por</strong> los resultados<br />

de su pecado, no <strong>por</strong> el pecado mismo. A causa de su indiferencia hacia las bendiciones y<br />

requerimientos divinos, la Escritura llama a Esaú "profano." Representa a aquellos que<br />

menosprecian la redención comprada para ellos <strong>por</strong> Cristo, y que están dispuestos a sacrificar su<br />

herencia celestial a cambio de las cosas perecederas de la tierra. Multitudes viven para el momento<br />

presente, sin preocuparse del futuro. Como Esaú exclaman: "Comamos y bebamos, que mañana<br />

moriremos." (1 Cor. 15: 32) Son dominados <strong>por</strong> sus inclinaciones; y en vez de practicar la<br />

abnegación, pasan <strong>por</strong> alto las consideraciones de más valor. Si se trata de renunciar a una de las<br />

dos cosas, la satisfacción de un apetito depravado o las bendiciones celestiales prometidas<br />

solamente a los que practican la abnegación de sí mismos y temen a Dios, prevalecen las exigencias<br />

del apetito, y Dios y el cielo son tenidos en poco. ¡Cuántos, aun entre los que profesan ser<br />

cristianos, se aferran a goces perjudiciales para la salud, que entorpecen la sensibilidad del alma!<br />

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