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Patriarcas y Profetas por Elena White

Desde los tiempos prehistóricos, traza Patriarcas y Profetas el conflicto entre el bien y el mal y su alcance universal. Este libro responde de manera sucinta a las preguntas hirvientes sobre el amor, la naturaleza humana, maldiciones generacionales, bendiciones generacionales y el trayecto de la vida. Llevando al lector detrás de la cortina para penetrar los misterios del pasado que prefigura el futuro, el libro investiga a fondo los caracteres de los hombres y las mujeres nacidos en circunstancias sombrías y probados en crisoles de arduas a través del cual se revelan defectos trágicos y virtudes dignas. Repetidas veces, ha configurado la intervención sobrenatural de forma dinámica sus cursos, mientras que sus opciones, para mejor o para peor, hacen una huella imborrable en su descendencia y sus sociedades. Se distingue a las personas a la espera de una esperanza futura tenazmente abrazando las promesas de cambio de vida ...

Desde los tiempos prehistóricos, traza Patriarcas y Profetas el conflicto entre el bien y el mal y su alcance universal. Este libro responde de manera sucinta a las preguntas hirvientes sobre el amor, la naturaleza humana, maldiciones generacionales, bendiciones generacionales y el trayecto de la vida. Llevando al lector detrás de la cortina para penetrar los misterios del pasado que prefigura el futuro, el libro investiga a fondo los caracteres de los hombres y las mujeres nacidos en circunstancias sombrías y probados en crisoles de arduas a través del cual se revelan defectos trágicos y virtudes dignas. Repetidas veces, ha configurado la intervención sobrenatural de forma dinámica sus cursos, mientras que sus opciones, para mejor o para peor, hacen una huella imborrable en su descendencia y sus sociedades. Se distingue a las personas a la espera de una esperanza futura tenazmente abrazando las promesas de cambio de vida ...

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Veinte años permaneció Jacob en Mesopotamia, trabajando al servicio de Labán quien,<br />

despreciando los vínculos de parentesco, estaba ansioso de apropiarse de todas las ventajas. Exigió<br />

catorce años de trabajo <strong>por</strong> sus dos hijas; y durante el resto del tiempo cambió diez veces el salario<br />

de Jacob. Con todo, el servicio de Jacob fue diligente y fiel. Las palabras que le dijo a Labán, en<br />

su última conversación con él, describen vivamente la vigilancia incansable con que había cuidado<br />

los intereses de su exigente amo: "Estos veinte años he estado contigo: tus ovejas y tus cabras<br />

nunca abortaron, ni yo comí carnero de tus ovejas. Nunca te traje lo arrebatado <strong>por</strong> las fieras; yo<br />

pagaba el daño; lo hurtado así de día como de noche, de mi mano lo requerías. De día me consumía<br />

el calor, y de noche la helada, y el sueño se huía de mis ojos." (Gén 31: 38-40) Era preciso que el<br />

pastor guardase sus ganados de día y de noche. Estaban expuestos al peligro de ladrones, y de<br />

numerosas fieras, que con frecuencia hacían estragos en el ganado que no era fielmente cuidado.<br />

Jacob tenía muchos ayudantes para apacentar los numerosos rebaños de Labán; pero él mismo era<br />

responsable de todo. Durante una parte del año era preciso que él quedase personalmente a cargo<br />

del ganado, para evitar que en la estación seca los animales pereciesen de sed, y que en los meses<br />

de frío se helasen con las crudas escarchas nocturnas.<br />

Jacob era el pastor jefe, y los pastores que estaban a su servicio, eran sus ayudantes. Si<br />

faltaba una oveja, el pastor principal sufría la pérdida, y los servidores a quienes estaba confiada<br />

la vigilancia del ganado tenían que darle cuenta minuciosa, si éste no se encontraba en estado<br />

lozano. La vida de aplicación y cuidado del pastor, y su tierna compasión hacia las criaturas<br />

desvalidas confiadas a su vigilancia, han servido a los escritores inspirados para ilustrar algunas<br />

de las verdades más preciosas del Evangelio. Se compara a Cristo, en su relación con su pueblo,<br />

con un pastor. Después de la caída del hombre vio a sus ovejas condenadas a perecer en las sendas<br />

tenebrosas del pecado. Para salvar a estas descarriadas, dejó los honores y la gloria de la casa de<br />

su Padre. Dice: "Yo buscaré la perdida, y tornaré la amontada, y ligaré la perniquebrada, y<br />

corroboraré la enferma." "Yo salvaré a mis ovejas, y nunca más serán en rapiña;" "ni las bestias<br />

de la tierra las devorarán." Se oye su voz que las llama a su redil: "Y habrá sombrajo para sombra<br />

contra el calor del día, para acogida y escondedero contra el turbión y contra el aguacero." Su<br />

cuidado <strong>por</strong> el rebaño es incansable.<br />

Fortalece a las ovejas débiles, libra a las que padecen, reúne los corderos en sus brazos, y<br />

los lleva en su seno. Sus ovejas le aman. "Mas al extraño no seguirán, antes huirán de él: <strong>por</strong>que<br />

no conocen la voz de los extraños." (Eze. 34: 16, 22, 28; Isa 4: 6; Juan 10: 5.) Cristo dice: "El buen<br />

pastor su vida da <strong>por</strong> las ovejas. Mas el asalariado, y que no es el pastor, de quien no son propias<br />

las ovejas, ve al lobo que viene, y deja las ovejas, y huye, y el lobo las arrebata, y esparce las<br />

ovejas. Así que, el asalariado huye, <strong>por</strong>que es asalariado, y no tiene cuidado de las ovejas. Yo soy<br />

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