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Patriarcas y Profetas por Elena White

Desde los tiempos prehistóricos, traza Patriarcas y Profetas el conflicto entre el bien y el mal y su alcance universal. Este libro responde de manera sucinta a las preguntas hirvientes sobre el amor, la naturaleza humana, maldiciones generacionales, bendiciones generacionales y el trayecto de la vida. Llevando al lector detrás de la cortina para penetrar los misterios del pasado que prefigura el futuro, el libro investiga a fondo los caracteres de los hombres y las mujeres nacidos en circunstancias sombrías y probados en crisoles de arduas a través del cual se revelan defectos trágicos y virtudes dignas. Repetidas veces, ha configurado la intervención sobrenatural de forma dinámica sus cursos, mientras que sus opciones, para mejor o para peor, hacen una huella imborrable en su descendencia y sus sociedades. Se distingue a las personas a la espera de una esperanza futura tenazmente abrazando las promesas de cambio de vida ...

Desde los tiempos prehistóricos, traza Patriarcas y Profetas el conflicto entre el bien y el mal y su alcance universal. Este libro responde de manera sucinta a las preguntas hirvientes sobre el amor, la naturaleza humana, maldiciones generacionales, bendiciones generacionales y el trayecto de la vida. Llevando al lector detrás de la cortina para penetrar los misterios del pasado que prefigura el futuro, el libro investiga a fondo los caracteres de los hombres y las mujeres nacidos en circunstancias sombrías y probados en crisoles de arduas a través del cual se revelan defectos trágicos y virtudes dignas. Repetidas veces, ha configurado la intervención sobrenatural de forma dinámica sus cursos, mientras que sus opciones, para mejor o para peor, hacen una huella imborrable en su descendencia y sus sociedades. Se distingue a las personas a la espera de una esperanza futura tenazmente abrazando las promesas de cambio de vida ...

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estremecerse de terror. Conoció <strong>por</strong> primera vez la realidad de la muerte en la familia humana<br />

cuando Caín su primogénito, asesinó a su hermano. Lleno del más agudo remordimiento <strong>por</strong> su<br />

propio pecado, y doblemente acongojado <strong>por</strong> la muerte de Abel y el rechazamiento de Caín, Adán<br />

estaba abrumado <strong>por</strong> la angustia. Veía cómo <strong>por</strong> doquiera se esparcía la corrupción que iba a causar<br />

finalmente la destrucción del mundo mediante un diluvio; y a pesar de que la sentencia de muerte<br />

pronunciada sobre él <strong>por</strong> su Hacedor le había parecido terrible al principio, después de presenciar<br />

durante casi mil años los resultados del pecado, Adán llegó a considerar como una misericordia el<br />

que Dios pusiera fin a su vida de sufrimiento y dolor.<br />

No obstante la iniquidad del mundo antediluviano, esa época no fue, como a menudo se ha<br />

supuesto, una era de ignorancia y barbarie. Los hombres tuvieron o<strong>por</strong>tunidad de alcanzar un alto<br />

desarrollo moral e intelectual. Poseían gran fuerza física y mental, y sus ventajas para adquirir<br />

conocimientos religiosos y científicos eran incomparables. Es un error suponer que <strong>por</strong>que vivían<br />

muchos años, sus mentes alcanzaban tarde su madurez: sus facultades mentales se desarrollaban<br />

temprano y los que abrigaban el temor de Dios y vivían en armonía con su voluntad, continuaban<br />

aumentando en conocimiento y en sabiduría durante toda su vida. Si pudieran compararse con los<br />

antediluvianos de la misma edad, los más ilustres eruditos de nuestros tiempos parecerían muy<br />

inferiores en vigor mental y físico. A medida que se acortó la vida del hombre y disminuyó su<br />

vigor físico, también se aminoró su capacidad mental. Hoy día hay hombres que dedican al estudio<br />

un período de veinte a cincuenta años, y el mundo se llena de admiración <strong>por</strong> sus éxitos. Pero ¡qué<br />

limitados son estos triunfos cuando se los compara con los de aquellos hombres cuyo vigor físico<br />

y mental se desarrollaba durante siglos! Es verdad que los hombres de los tiempos modernos tienen<br />

el beneficio del conocimiento alcanzado <strong>por</strong> sus predecesores.<br />

Los genios que proyectaron, estudiaron y escribieron, han legado sus trabajos a quienes les<br />

han seguido. Pero aun en este respecto, y en lo que concierne meramente a los conocimientos<br />

humanos, ¡cuán superiores fueron las ventajas de los hombres de aquella edad antigua! Tuvieron<br />

entre ellos durante siglos a aquel que Dios había formado según su propia imagen, a quien el<br />

Creador mismo declaró "bueno," el hombre a quien Dios había instruido en toda sabiduría del<br />

mundo material. Adán había aprendido del Creador la historia de la creación; él mismo había<br />

presenciado los acontecimientos de nueve siglos; y comunicó sus conocimientos a sus<br />

descendientes. Los antediluvianos no tenían libros ni anales escritos; pero con su gran vigor mental<br />

y físico disponían de una memoria poderosa, que les permitía comprender y retener lo que se les<br />

comunicaba, para transmitirlo después con toda precisión a sus descendientes. Durante varios<br />

siglos hubo siete generaciones que vivieron contem<strong>por</strong>áneamente, y tuvieron la o<strong>por</strong>tunidad de<br />

consultarse para aprovechar cada una los conocimientos y la experiencia de las demás. Las ventajas<br />

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