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Patriarcas y Profetas por Elena White

Desde los tiempos prehistóricos, traza Patriarcas y Profetas el conflicto entre el bien y el mal y su alcance universal. Este libro responde de manera sucinta a las preguntas hirvientes sobre el amor, la naturaleza humana, maldiciones generacionales, bendiciones generacionales y el trayecto de la vida. Llevando al lector detrás de la cortina para penetrar los misterios del pasado que prefigura el futuro, el libro investiga a fondo los caracteres de los hombres y las mujeres nacidos en circunstancias sombrías y probados en crisoles de arduas a través del cual se revelan defectos trágicos y virtudes dignas. Repetidas veces, ha configurado la intervención sobrenatural de forma dinámica sus cursos, mientras que sus opciones, para mejor o para peor, hacen una huella imborrable en su descendencia y sus sociedades. Se distingue a las personas a la espera de una esperanza futura tenazmente abrazando las promesas de cambio de vida ...

Desde los tiempos prehistóricos, traza Patriarcas y Profetas el conflicto entre el bien y el mal y su alcance universal. Este libro responde de manera sucinta a las preguntas hirvientes sobre el amor, la naturaleza humana, maldiciones generacionales, bendiciones generacionales y el trayecto de la vida. Llevando al lector detrás de la cortina para penetrar los misterios del pasado que prefigura el futuro, el libro investiga a fondo los caracteres de los hombres y las mujeres nacidos en circunstancias sombrías y probados en crisoles de arduas a través del cual se revelan defectos trágicos y virtudes dignas. Repetidas veces, ha configurado la intervención sobrenatural de forma dinámica sus cursos, mientras que sus opciones, para mejor o para peor, hacen una huella imborrable en su descendencia y sus sociedades. Se distingue a las personas a la espera de una esperanza futura tenazmente abrazando las promesas de cambio de vida ...

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de jubileo. El Señor declaró a Israel: La tierra pues no podrá venderse en perpetuidad; <strong>por</strong>que mía<br />

es la tierra; pues que vosotros sois extranjeras y transeúntes para conmigo." (Lev. 25: 23, V.M.)<br />

Debía inculcársele al pueblo el hecho de que la tierra que se le permitía poseer <strong>por</strong> un tiempo<br />

pertenecía a Dios, que él era su dueño legítimo, su poseedor original, y que él quería que se le diera<br />

al pobre y al menesteroso una consideración especial. Debía hacerse comprender a todos que los<br />

pobres tienen tanto derecho como los más ricos a un sitio en el mundo de Dios. Tales fueron las<br />

medidas que nuestro Creador misericordioso tomó para aminorar el sufrimiento e impartir algún<br />

rayo de esperanza y alegría en la vida de los indigentes y angustiados. Dios quería poner freno al<br />

amor excesivo a los bienes terrenales y al poder. La acumulación continua de riquezas en manos<br />

de una clase, y la pobreza y degradación de otra clase, eran cosas que producían grandes males. El<br />

poder desenfrenado de los ricos resultaría en monopolio, y los pobres, aunque en todo sentido<br />

tuvieran tanto valor como aquellos a los ojos de Dios, serían considerados y tratados como<br />

inferiores a sus hermanos más afortunados.<br />

Al sentir la clase pobre esta opresión se despertaría en ella las pasiones. Habría un<br />

sentimiento de desesperación que tendería a desmoralizar la sociedad y a abrir la puerta a crímenes<br />

de toda índole. Los reglamentos que Dios estableció tenían <strong>por</strong> objeto fomentar la igualdad social.<br />

Las medidas del año sabático y del año de jubileo habían de corregir mayormente lo que en el<br />

intervalo se hubiera desquiciado en la economía social y política de la nación. Estos reglamentos<br />

tenían <strong>por</strong> objeto beneficiar a los ricos tanto como a los pobres. Habían de refrenar la avaricia y la<br />

inclinación a exaltarse uno mismo, y habían de cultivar un noble espíritu de benevolencia; y al<br />

fomentar la buena voluntad y la confianza entre todas las clases, habían de favorecer el orden<br />

social y la estabilidad del gobierno. Todos nosotros estamos entretejidos en la gran tela de la<br />

humanidad, y todo cuanto hagamos para beneficiar y ayudar a nuestros semejantes nos beneficiará<br />

también a nosotros mismos.<br />

La ley de la dependencia mutua afecta e incluye a todas las clases sociales. Los pobres no<br />

dependen más de los ricos, que los ricos de los pobres. Mientras una clase pide una parte de las<br />

bendiciones que Dios ha concedido a sus vecinos más ricos, la otra necesita el fiel servicio, la<br />

fuerza del cerebro, de los huesos y de los músculos, que constituyen el capital de los pobres. El<br />

Señor prometió grandes bendiciones a Israel con tal que obedeciera a sus instrucciones: "Yo daré<br />

vuestra lluvia en su tiempo, y la tierra rendirá sus producciones, y el árbol del campo dará su fruto;<br />

y la trilla os alcanzará a la vendimia, y la vendimia alcanzará a la sementera, y comeréis vuestro<br />

pan en hartura, y habitaréis seguros en vuestra tierra; y yo daré paz en la tierra, y dormiréis y no<br />

habrá quien os espante; y haré quitar las malas bestias de vuestra tierra, y no pasará <strong>por</strong> vuestro<br />

país la espada.... y andaré entre vosotros, y yo seré vuestro Dios, y vosotros seréis mi pueblo. . . .<br />

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