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Patriarcas y Profetas por Elena White

Desde los tiempos prehistóricos, traza Patriarcas y Profetas el conflicto entre el bien y el mal y su alcance universal. Este libro responde de manera sucinta a las preguntas hirvientes sobre el amor, la naturaleza humana, maldiciones generacionales, bendiciones generacionales y el trayecto de la vida. Llevando al lector detrás de la cortina para penetrar los misterios del pasado que prefigura el futuro, el libro investiga a fondo los caracteres de los hombres y las mujeres nacidos en circunstancias sombrías y probados en crisoles de arduas a través del cual se revelan defectos trágicos y virtudes dignas. Repetidas veces, ha configurado la intervención sobrenatural de forma dinámica sus cursos, mientras que sus opciones, para mejor o para peor, hacen una huella imborrable en su descendencia y sus sociedades. Se distingue a las personas a la espera de una esperanza futura tenazmente abrazando las promesas de cambio de vida ...

Desde los tiempos prehistóricos, traza Patriarcas y Profetas el conflicto entre el bien y el mal y su alcance universal. Este libro responde de manera sucinta a las preguntas hirvientes sobre el amor, la naturaleza humana, maldiciones generacionales, bendiciones generacionales y el trayecto de la vida. Llevando al lector detrás de la cortina para penetrar los misterios del pasado que prefigura el futuro, el libro investiga a fondo los caracteres de los hombres y las mujeres nacidos en circunstancias sombrías y probados en crisoles de arduas a través del cual se revelan defectos trágicos y virtudes dignas. Repetidas veces, ha configurado la intervención sobrenatural de forma dinámica sus cursos, mientras que sus opciones, para mejor o para peor, hacen una huella imborrable en su descendencia y sus sociedades. Se distingue a las personas a la espera de una esperanza futura tenazmente abrazando las promesas de cambio de vida ...

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en los ojos de Jehová; y Jehová los entregó en las manos de Madián." (Véase Jueces 6-8.) Hasta<br />

entonces la mano del opresor no se había hecho sentir sino ligeramente sobre las tribus que<br />

moraban al este del jordán, pero en las nuevas calamidades ellas fueron las primeras que sufrieron.<br />

Los amalecitas que habitaban el sur de Canaán, así como también los madianitas que moraban<br />

allende el límite oriental y en los desiertos, seguían siendo enemigos implacables de Israel.<br />

Aquella nación había sido casi destruída <strong>por</strong> los israelitas en los días de Moisés, pero desde<br />

entonces había aumentado mucho, se había hecho populosa y poderosa. Anhelaba vengarse; y<br />

ahora que la mano protectora de Dios se había retirado de Israel, la o<strong>por</strong>tunidad era propicia. No<br />

sólo sufrieron sus estragos las tribus del este del jordán, sino todo el país. Los feroces y salvajes<br />

habitantes del desierto invadían la tierra con sus rebaños y manadas, "en grande multitud como<br />

langosta." Como plaga devoradora se desparramaban <strong>por</strong> toda la tierra, desde el río Jordán hasta<br />

las llanuras filisteas. Llegaban tan pronto como las cosechas principiaban a madurar y permanecían<br />

allí hasta que se habían recogido los últimos frutos de la tierra. Despojaban los campos de su<br />

abundancia; saqueaban y maltrataban a los habitantes, y luego se volvían a los desiertos.<br />

Los israelitas que vivían en el campo abierto se veían así obligados a abandonar sus hogares,<br />

y a congregarse en pueblos amurallados, para buscar asilo en las fortalezas y hasta refugiarse en<br />

cuevas y entre los baluartes rocosos de las montañas. Durante siete años continuó esta opresión, y<br />

entonces, como el pueblo en su angustia prestó oído a los reproches del Señor y confesó sus<br />

pecados, Dios nuevamente suscitó un hombre que le ayudara. Era Gedeón hijo de Joas, de la tribu<br />

de Manasés. La rama a la cual pertenecía esta familia no desempeñaba ningún cargo destacado,<br />

pero la casa de Joas se distinguía <strong>por</strong> su valor y su Integridad. Se dice de sus valientes hijos: "Cada<br />

uno semejaba los hijos de un rey." Cayeron todos víctimas de las luchas contra los madianitas,<br />

menos uno cuyo nombre llegó a ser temido <strong>por</strong> los invasores. A Gedeón llamó, pues, el Señor para<br />

libertar a su pueblo. Estaba entonces ocupado en trillar su trigo. Había ocultado una pequeña<br />

cantidad de cereal, y no atreviéndose a trillarlo en la era ordinaria, había recurrido a un sitio<br />

cercano al lagar, pues como faltaba mucho para que las uvas estuviesen maduras, los viñedos<br />

recibían poca atención. Mientras Gedeón trabajaba en secreto y en silencio, pensaba con tristeza<br />

en las condiciones de Israel, y consideraba cómo se podría hacer para sacudir el yugo del opresor<br />

de su pueblo.<br />

De repente "el ángel de Jehová se le apareció" y le dirigió estas palabras: "Jehová es contigo,<br />

varón esforzado." "Ah, Señor mío -fue su respuesta,- si Jehová es con nosotros, ¿<strong>por</strong> qué nos ha<br />

sobrevenido todo esto? ¿Y dónde están todas sus maravillas, que nuestros padres nos han contado,<br />

diciendo: ¿No nos sacó Jehová de Egipto? Y ahora Jehová nos ha desamparado, y nos ha entregado<br />

en manos de los Madianitas." El Mensajero celestial le respondió: "Ve con esta tu fortaleza, y<br />

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