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Patriarcas y Profetas por Elena White

Desde los tiempos prehistóricos, traza Patriarcas y Profetas el conflicto entre el bien y el mal y su alcance universal. Este libro responde de manera sucinta a las preguntas hirvientes sobre el amor, la naturaleza humana, maldiciones generacionales, bendiciones generacionales y el trayecto de la vida. Llevando al lector detrás de la cortina para penetrar los misterios del pasado que prefigura el futuro, el libro investiga a fondo los caracteres de los hombres y las mujeres nacidos en circunstancias sombrías y probados en crisoles de arduas a través del cual se revelan defectos trágicos y virtudes dignas. Repetidas veces, ha configurado la intervención sobrenatural de forma dinámica sus cursos, mientras que sus opciones, para mejor o para peor, hacen una huella imborrable en su descendencia y sus sociedades. Se distingue a las personas a la espera de una esperanza futura tenazmente abrazando las promesas de cambio de vida ...

Desde los tiempos prehistóricos, traza Patriarcas y Profetas el conflicto entre el bien y el mal y su alcance universal. Este libro responde de manera sucinta a las preguntas hirvientes sobre el amor, la naturaleza humana, maldiciones generacionales, bendiciones generacionales y el trayecto de la vida. Llevando al lector detrás de la cortina para penetrar los misterios del pasado que prefigura el futuro, el libro investiga a fondo los caracteres de los hombres y las mujeres nacidos en circunstancias sombrías y probados en crisoles de arduas a través del cual se revelan defectos trágicos y virtudes dignas. Repetidas veces, ha configurado la intervención sobrenatural de forma dinámica sus cursos, mientras que sus opciones, para mejor o para peor, hacen una huella imborrable en su descendencia y sus sociedades. Se distingue a las personas a la espera de una esperanza futura tenazmente abrazando las promesas de cambio de vida ...

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CAPÍTULO 57. El Arca Tomada <strong>por</strong> los Filisteos<br />

OTRA advertencia había de ser dada a la casa de Elí. Dios no podía comunicarse con el<br />

sumo sacerdote ni con sus hijos; sus pecados, como densa nube, excluían la presencia del Espíritu<br />

Santo. Pero en medio de la impiedad el niño Samuel permanecía fiel al Cielo, y fue comisionado,<br />

como profeta del Altísimo, para dar el mensaje de condenación a la casa de Elí. "La palabra de<br />

Jehová era de estima en aquellos días; no había visión manifiesta. Y aconteció un día, que estando<br />

Elí acostado en su aposento, cuando sus ojos comenzaban a oscurecerse, que no podía ver, Samuel<br />

estaba durmiendo en el templo de Jehová, donde el arca de Dios estaba: y antes que la lámpara de<br />

Dios fuese apagada, Jehová llamó a Samuel." (Véase 1 Samuel 3-7.) Creyendo que la voz era de<br />

Elí, el niño se apresuró a ir al lado de la cama del sacerdote, diciéndole: "Heme aquí; ¿para qué<br />

me llamaste?" La contestación que recibió fue: "Hijo mío, yo no he llamado; vuelve, y acuéstate."<br />

Tres veces fue llamado Samuel, y tres veces contestó de la misma manera. Y entonces Elí se<br />

convenció de que la voz misteriosa era la de Dios.<br />

El Señor había pasado <strong>por</strong> alto a su siervo elegido, el anciano canoso, para comunicarse con<br />

un niño. Esto era de <strong>por</strong> sí un reproche amargo, pero bien merecido para Elí y su casa. Ningún<br />

sentimiento de envidia o celos se despertó en el corazón de Elí. Le aconsejó a Samuel que<br />

contestara, si se le llamaba nuevamente: "Habla, Jehová, que tu siervo oye." Una vez más se oyó<br />

la voz, y el niño contestó: "Habla, que tu siervo oye." Estaba tan asustado al pensar que el gran<br />

Dios le hablaba, que no pudo recordar exactamente las palabras que Elí le había mandado decir.<br />

"Y Jehová dijo a Samuel: He aquí haré yo una cosa en Israel, que a quien la oyere, le retiñirán<br />

ambos oídos. Aquel día yo despertaré contra Elí todas las cosas que he dicho sobre su casa. En<br />

comenzando, acabaré también. Y mostraréle que yo juzgaré su casa para siempre, <strong>por</strong> la iniquidad<br />

que él sabe; <strong>por</strong>que sus hijos se han envilecido, y él no los ha estorbado. Y <strong>por</strong> tanto yo he jurado<br />

a la casa de Elí, que la iniquidad de la casa de Elí no será expiada jamás, ni con sacrificios ni con<br />

presentes."<br />

Antes de recibir este mensaje de Dios, "Samuel no había conocido aún a Jehová, ni la palabra<br />

de Jehová le había sido revelada," es decir que no había experimentado manifestaciones directas<br />

de la presencia de Dios como las que se otorgaban a los profetas. El propósito de Dios era revelarse<br />

de una manera inesperada, para que Elí oyera hablar de ello <strong>por</strong> medio de la sorpresa y de las<br />

preguntas del joven. Samuel se llenó de terror y asombro al pensar que se le había encargado tan<br />

terrible mensaje. Por la mañana se dedicó a sus quehaceres como lo hacía ordinariamente, pero<br />

con una carga pesada en su joven corazón. El Señor no le había ordenado que revelara la temible<br />

denuncia; <strong>por</strong> consiguiente, se llamó a silencio, y evitaba en lo posible la presencia de Elí.<br />

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