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Patriarcas y Profetas por Elena White

Desde los tiempos prehistóricos, traza Patriarcas y Profetas el conflicto entre el bien y el mal y su alcance universal. Este libro responde de manera sucinta a las preguntas hirvientes sobre el amor, la naturaleza humana, maldiciones generacionales, bendiciones generacionales y el trayecto de la vida. Llevando al lector detrás de la cortina para penetrar los misterios del pasado que prefigura el futuro, el libro investiga a fondo los caracteres de los hombres y las mujeres nacidos en circunstancias sombrías y probados en crisoles de arduas a través del cual se revelan defectos trágicos y virtudes dignas. Repetidas veces, ha configurado la intervención sobrenatural de forma dinámica sus cursos, mientras que sus opciones, para mejor o para peor, hacen una huella imborrable en su descendencia y sus sociedades. Se distingue a las personas a la espera de una esperanza futura tenazmente abrazando las promesas de cambio de vida ...

Desde los tiempos prehistóricos, traza Patriarcas y Profetas el conflicto entre el bien y el mal y su alcance universal. Este libro responde de manera sucinta a las preguntas hirvientes sobre el amor, la naturaleza humana, maldiciones generacionales, bendiciones generacionales y el trayecto de la vida. Llevando al lector detrás de la cortina para penetrar los misterios del pasado que prefigura el futuro, el libro investiga a fondo los caracteres de los hombres y las mujeres nacidos en circunstancias sombrías y probados en crisoles de arduas a través del cual se revelan defectos trágicos y virtudes dignas. Repetidas veces, ha configurado la intervención sobrenatural de forma dinámica sus cursos, mientras que sus opciones, para mejor o para peor, hacen una huella imborrable en su descendencia y sus sociedades. Se distingue a las personas a la espera de una esperanza futura tenazmente abrazando las promesas de cambio de vida ...

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una obediencia sólo parcial. Omitió lo esencial, el reconocimiento de que necesitaba un Salvador.<br />

En lo que se refiere al nacimiento y a la educación religiosa, estos hermanos eran iguales. Ambos<br />

eran pecadores, y ambos reconocían que Dios demandaba reverencia y adoración. En su apariencia<br />

exterior, su religión era la misma hasta cierto punto; pero más allá de esto, la diferencia entre los<br />

dos era grande. "Por la fe Abel ofreció a Dios mayor sacrificio que Caín." (Heb. 11: 4.) Abel<br />

comprendía los grandes principios de la redención. Veía que era pecador, y que el pecado y su<br />

pena de muerte se interponían entre su alma y la comunión con Dios. Trajo la víctima inmolada,<br />

la vida sacrificada, y así reconoció las demandas de la ley que había sido quebrantada. En la sangre<br />

derramada contempló el futuro sacrificio, a Cristo muriendo en la cruz del Calvario; y al confiar<br />

en la expiación que iba a realizarse allí, obtuvo testimonio de que era justo, y de que su ofrenda<br />

había sido aceptada.<br />

Caín tuvo la misma o<strong>por</strong>tunidad que Abel para aprender y aceptar estas verdades. No fue<br />

víctima de un propósito arbitrario. No fue elegido un hermano para ser aceptado y el otro para ser<br />

desechado. Abel eligió la fe y la obediencia; Caín, en cambio, escogió la incredulidad y la rebelión.<br />

Todo dependió de esta elección. Caín y Abel representan dos clases de personas que existirán en<br />

el mundo hasta el fin del tiempo. Una clase se acoge al sacrificio indicado; la otra se aventura a<br />

depender de sus propios méritos; el sacrificio de éstos no posee la virtud de la divina intervención<br />

y, <strong>por</strong> lo tanto, no puede llevar al hombre al favor de Dios. Sólo <strong>por</strong> los méritos de Jesús son<br />

perdonadas nuestras transgresiones.<br />

Los que creen que no necesitan la sangre de Cristo, y que pueden obtener el favor de Dios<br />

<strong>por</strong> sus propias obras sin que medie la divina gracia, están cometiendo el mismo error que Caín.<br />

Si no aceptan la sangre purificadora, están bajo condenación. No hay otro medio <strong>por</strong> el cual puedan<br />

ser librados del dominio del pecado. La clase de adoradores que sigue el ejemplo de Caín abarca<br />

la mayor parte del mundo; pues casi todas las religiones falsas se basan en el mismo principio, a<br />

saber que el hombre puede depender de sus propios esfuerzos para salvarse. Afirman algunos que<br />

la humanidad no necesita redención, sino desarrollo, y que ella puede refinarse, elevarse y<br />

regenerarse <strong>por</strong> sí misma. Como Caín pensó lograr el favor divino mediante una ofrenda que<br />

carecía de la sangre del sacrificio, así obran los que esperan elevar a la humanidad a la altura del<br />

ideal divino sin valerse del sacrificio expiatorio.<br />

La historia de Caín demuestra cuál será el resultado de esta teoría. Demuestra lo que será el<br />

hombre sin Cristo. La humanidad no tiene poder para regenerarse a sí misma. No tiende a subir<br />

hacia lo divino, sino a descender hacia lo satánico. Cristo es nuestra única esperanza. "En ningún<br />

otro hay salud; <strong>por</strong>que no hay otro nombre debajo del cielo, dado a los hombres, en que podamos<br />

ser salvos." (Hech. 4: 12). La verdadera fe, que descansa plenamente en Cristo, se manifestará<br />

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