30.09.2016 Views

Patriarcas y Profetas por Elena White

Desde los tiempos prehistóricos, traza Patriarcas y Profetas el conflicto entre el bien y el mal y su alcance universal. Este libro responde de manera sucinta a las preguntas hirvientes sobre el amor, la naturaleza humana, maldiciones generacionales, bendiciones generacionales y el trayecto de la vida. Llevando al lector detrás de la cortina para penetrar los misterios del pasado que prefigura el futuro, el libro investiga a fondo los caracteres de los hombres y las mujeres nacidos en circunstancias sombrías y probados en crisoles de arduas a través del cual se revelan defectos trágicos y virtudes dignas. Repetidas veces, ha configurado la intervención sobrenatural de forma dinámica sus cursos, mientras que sus opciones, para mejor o para peor, hacen una huella imborrable en su descendencia y sus sociedades. Se distingue a las personas a la espera de una esperanza futura tenazmente abrazando las promesas de cambio de vida ...

Desde los tiempos prehistóricos, traza Patriarcas y Profetas el conflicto entre el bien y el mal y su alcance universal. Este libro responde de manera sucinta a las preguntas hirvientes sobre el amor, la naturaleza humana, maldiciones generacionales, bendiciones generacionales y el trayecto de la vida. Llevando al lector detrás de la cortina para penetrar los misterios del pasado que prefigura el futuro, el libro investiga a fondo los caracteres de los hombres y las mujeres nacidos en circunstancias sombrías y probados en crisoles de arduas a través del cual se revelan defectos trágicos y virtudes dignas. Repetidas veces, ha configurado la intervención sobrenatural de forma dinámica sus cursos, mientras que sus opciones, para mejor o para peor, hacen una huella imborrable en su descendencia y sus sociedades. Se distingue a las personas a la espera de una esperanza futura tenazmente abrazando las promesas de cambio de vida ...

SHOW MORE
SHOW LESS

Create successful ePaper yourself

Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.

El rey no había de ser un monarca absoluto, sino que había de ejercer su poder en sujeción<br />

a la voluntad del Altísimo. Este discurso se escribió en un libro donde se asentaron las<br />

prerrogativas del príncipe y los derechos y privilegios del pueblo. Aunque la nación había<br />

menospreciado la advertencia de Samuel y el fiel profeta se había visto forzado a acceder a sus<br />

deseos, procuró en lo posible, salvaguardar sus libertades. En tanto que la mayoría del pueblo<br />

estaba dispuesta a reconocer a Saúl como su rey, un partido grande se le oponía. Les parecía un<br />

agravio intolerable que el monarca se hubiese escogido de entre la tribu de Benjamín, la más<br />

pequeña de todas las de Israel, pasando <strong>por</strong> alto la tribu de Judá y la de Efraín, las más grandes y<br />

poderosas. Estas tribus se negaron a prometer fidelidad y obediencia a Saúl, y a traerle los regalos<br />

acostumbrados. Los que habían sido más exigentes en su demanda de un rey fueron los mismos<br />

que se negaron a aceptar con gratitud al hombre que Dios había designado. Los miembros de cada<br />

una de las facciones tenían su favorito, a quien deseaban ver en el trono, y entre los príncipes<br />

muchos habían deseado el honor para sí.<br />

La envidia y los celos ardían en el corazón de muchos. Los esfuerzos del orgullo y de la<br />

ambición habían resultado en desengaño y descontento. Así las cosas, Saúl no juzgó conveniente<br />

asumir la dignidad real. Dejando a Samuel la administración del gobierno como antes, regresó él<br />

a Gabaa. Lo escoltó allá con honores un grupo de hombres que, viendo en él al hombre escogido<br />

divinamente, estaban resueltos a sostenerlo. Pero él no hizo esfuerzo alguno <strong>por</strong> apoyar con la<br />

fuerza su derecho al trono. En su casa de las alturas de Benjamín, desempeñaba pacíficamente sus<br />

deberes de agricultor, dejando enteramente a Dios el afianzamiento de su autoridad. Poco después<br />

del nombramiento de Saúl, los amonitas, bajo su rey Naas, invadieron el territorio de las tribus<br />

establecidas al este del Jordán, y amenazaron la ciudad de Jabes de Galaad. Los habitantes de esa<br />

región trataron de llegar a un entendimiento de paz ofreciéndoles a los amonitas hacerse tributarios<br />

de ellos. A esto el rey cruel no quiso acceder a menos que fuese bajo la condición de que les sacara<br />

el ojo derecho a cada uno de ellos, como testimonio permanente de su poder. Los habitantes de la<br />

ciudad sitiada suplicaron que se les diera una tregua de siete días. Los amonitas accedieron a esta<br />

solicitud, creyendo que con esto engrandecerían más el honor de su esperado triunfo.<br />

En seguida los de Jabes enviaron mensajeros para pedir auxilio a las tribus del oeste del<br />

Jordán. Así llegaron a Gabaa las noticias que despertaban terror <strong>por</strong> todas partes. Por la noche, al<br />

regresar Saúl de seguir los bueyes en el campo, oyó ruidosas lamentaciones indicadoras de una<br />

gran calamidad. Dijo entonces: "¿Qué tiene el pueblo, que lloran?" Cuando se le contó la<br />

vergonzosa historia, se despertaron todas sus facultades latentes. "El espíritu de Dios arrebató a<br />

Saúl, . . .y tomando un par de bueyes, cortólos en piezas, y enviólas <strong>por</strong> todos los términos de Israel<br />

<strong>por</strong> mano de mensajeros, diciendo: Cualquiera que no saliere en pos de Saúl y en pos de Samuel,<br />

441

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!