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Patriarcas y Profetas por Elena White

Desde los tiempos prehistóricos, traza Patriarcas y Profetas el conflicto entre el bien y el mal y su alcance universal. Este libro responde de manera sucinta a las preguntas hirvientes sobre el amor, la naturaleza humana, maldiciones generacionales, bendiciones generacionales y el trayecto de la vida. Llevando al lector detrás de la cortina para penetrar los misterios del pasado que prefigura el futuro, el libro investiga a fondo los caracteres de los hombres y las mujeres nacidos en circunstancias sombrías y probados en crisoles de arduas a través del cual se revelan defectos trágicos y virtudes dignas. Repetidas veces, ha configurado la intervención sobrenatural de forma dinámica sus cursos, mientras que sus opciones, para mejor o para peor, hacen una huella imborrable en su descendencia y sus sociedades. Se distingue a las personas a la espera de una esperanza futura tenazmente abrazando las promesas de cambio de vida ...

Desde los tiempos prehistóricos, traza Patriarcas y Profetas el conflicto entre el bien y el mal y su alcance universal. Este libro responde de manera sucinta a las preguntas hirvientes sobre el amor, la naturaleza humana, maldiciones generacionales, bendiciones generacionales y el trayecto de la vida. Llevando al lector detrás de la cortina para penetrar los misterios del pasado que prefigura el futuro, el libro investiga a fondo los caracteres de los hombres y las mujeres nacidos en circunstancias sombrías y probados en crisoles de arduas a través del cual se revelan defectos trágicos y virtudes dignas. Repetidas veces, ha configurado la intervención sobrenatural de forma dinámica sus cursos, mientras que sus opciones, para mejor o para peor, hacen una huella imborrable en su descendencia y sus sociedades. Se distingue a las personas a la espera de una esperanza futura tenazmente abrazando las promesas de cambio de vida ...

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seis días lo recogeréis; mas el séptimo día es sábado, en el cual no se hallará. Dios requiere que<br />

hoy su santo día se observe tan sagradamente como en el tiempo de Israel. El mandamiento que se<br />

dio a los hebreos debe ser considerado <strong>por</strong> todos los cristianos como una orden de parte de Dios<br />

para ellos. El día anterior al sábado debe ser un día de preparación a fin de que todo esté listo para<br />

sus horas sagradas. En ningún caso debemos permitir que nuestros propios negocios ocupen el<br />

tiempo sagrado. Dios ha mandado que se atienda a los que sufren y a los enfermos; el trabajo<br />

necesario para darles bienestar es una obra de misericordia, y no es una violación del sábado; pero<br />

todo trabajo innecesario debe evitarse. Muchos, <strong>por</strong> descuido, postergan hasta el principio del<br />

sábado cosas pequeñas que pudieron haberse hecho en el día de preparación. Tal cosa no debe<br />

ocurrir.<br />

El trabajo que no se hizo antes del principio del sábado debe quedar sin hacerse hasta que<br />

pase ese día. Este procedimiento fortalecería la memoria de los olvidadizos, y les ayudaría a<br />

realizar sus tareas en los seis días de trabajo. Cada semana, durante su largo peregrinaje en el<br />

desierto, los israelitas presenciaron un triple milagro que debía inculcarles la santidad del sábado:<br />

cada sexto día caía doble cantidad de maná, nada caía el día séptimo, y la <strong>por</strong>ción necesaria para<br />

el sábado se conservaba dulce sin descomponerse, mientras que si se guardaba los otros días, se<br />

descomponía. En las circunstancias relacionadas con el envío del maná, tenemos evidencia<br />

conclusivo de que el sábado no fue instituido, como muchos alegan, cuando la ley se dio en el<br />

Sinaí. Antes de que los israelitas llegaran al Sinaí, comprendían perfectamente que tenían la<br />

obligación de guardar el sábado. Al tener que recoger cada viernes doble <strong>por</strong>ción de maná en<br />

preparación para el sábado, día en que no caía, la naturaleza sagrada del día de descanso les era<br />

recordada de continuo. Y cuando parte del pueblo salió en sábado a recoger maná, el Señor<br />

preguntó:<br />

"¿Hasta cuándo no querréis guardar mis mandamientos y mis leyes?"<br />

"Así comieron los hijos de Israel maná cuarenta años, hasta que entraron en la tierra<br />

habitada: maná comieron hasta que llegaron al término de la tierra de Canaán.<br />

" Durante cuarenta años se les recordó diariamente mediante esta milagrosa provisión, el<br />

infaltable cuidado y el tierno amor de Dios. Conforme a las palabras del salmista, Dios les dio<br />

"trigo del cielo; pan de ángeles comió el hombre" (Sal 78: 24, 25, V.M.); es decir, alimentos<br />

provistos para ellos <strong>por</strong> los ángeles. Sostenidos <strong>por</strong> el "trigo del cielo," recibían diariamente la<br />

lección de que, teniendo la promesa de Dios, estaban tan seguros contra la necesidad como si<br />

estuviesen rodeados de los undosos trigales de las fértiles llanuras de Canaán. El maná que caía<br />

del cielo para el sustento de Israel era un símbolo de Aquel que vino de Dios a dar vida al mundo.<br />

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