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Patriarcas y Profetas por Elena White

Desde los tiempos prehistóricos, traza Patriarcas y Profetas el conflicto entre el bien y el mal y su alcance universal. Este libro responde de manera sucinta a las preguntas hirvientes sobre el amor, la naturaleza humana, maldiciones generacionales, bendiciones generacionales y el trayecto de la vida. Llevando al lector detrás de la cortina para penetrar los misterios del pasado que prefigura el futuro, el libro investiga a fondo los caracteres de los hombres y las mujeres nacidos en circunstancias sombrías y probados en crisoles de arduas a través del cual se revelan defectos trágicos y virtudes dignas. Repetidas veces, ha configurado la intervención sobrenatural de forma dinámica sus cursos, mientras que sus opciones, para mejor o para peor, hacen una huella imborrable en su descendencia y sus sociedades. Se distingue a las personas a la espera de una esperanza futura tenazmente abrazando las promesas de cambio de vida ...

Desde los tiempos prehistóricos, traza Patriarcas y Profetas el conflicto entre el bien y el mal y su alcance universal. Este libro responde de manera sucinta a las preguntas hirvientes sobre el amor, la naturaleza humana, maldiciones generacionales, bendiciones generacionales y el trayecto de la vida. Llevando al lector detrás de la cortina para penetrar los misterios del pasado que prefigura el futuro, el libro investiga a fondo los caracteres de los hombres y las mujeres nacidos en circunstancias sombrías y probados en crisoles de arduas a través del cual se revelan defectos trágicos y virtudes dignas. Repetidas veces, ha configurado la intervención sobrenatural de forma dinámica sus cursos, mientras que sus opciones, para mejor o para peor, hacen una huella imborrable en su descendencia y sus sociedades. Se distingue a las personas a la espera de una esperanza futura tenazmente abrazando las promesas de cambio de vida ...

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evelado su gloria, y <strong>por</strong> su intermedio había comunicado sus estatutos a Israel. El hecho de que<br />

Moisés había gozado de grandes luces y conocimientos, agravaba tanto más su pecado. La<br />

fidelidad de tiempos pasados no expiará una sola mala acción. Cuanto mayores sean las luces y<br />

los privilegios otorgados al hombre, tanto mayor será su responsabilidad, tanto más graves sus<br />

fracasos y faltas, y tanto mayor su castigo.<br />

Según el juicio humano, Moisés no era culpable de un gran crimen; su pecado era una falta<br />

común. El salmista dice que "habló inconsideradamente con sus labios." (Sal. 106: 33 V.M.) En<br />

opinión de los hombres, ello puede parecer cosa ligera; pero si Dios trató tan severamente este<br />

pecado en su siervo más fiel y honrado, no lo disculpará ciertamente en otros. El espíritu de<br />

ensalzamiento propio, la inclinación a censurar a nuestros hermanos, desagrada sumamente a Dios.<br />

Los que se dejan dominar <strong>por</strong> estos males arrojan dudas sobre la obra de Dios, y dan a los<br />

escépticos motivos para disculpar su incredulidad. Cuanto más im<strong>por</strong>tante sea el cargo de uno, y<br />

tanto mayor sea su influencia, tanto más necesitará cultivar la paciencia y la humildad. Si los hijos<br />

de Dios, especialmente los que ocupan puestos de responsabilidad, se dejan inducir a atribuirse la<br />

gloria que sólo a Dios se debe, Satanás se regocija. Ha ganado una victoria. Así fue cómo él cayó,<br />

y así es cómo obtiene el mayor éxito en sus tentaciones para arruinar a otros. Para ponernos<br />

precisamente en guardia contra sus artimañas, Dios nos ha dado en su Palabra muchas lecciones<br />

que recalcan el peligro del ensalzamiento propio. No hay en nuestra naturaleza impulso alguno ni<br />

facultad mental o tendencia del corazón, que no necesite estar en todo momento bajo el dominio<br />

del Espíritu de Dios.<br />

No hay bendición alguna otorgada <strong>por</strong> Dios al hombre, ni prueba permitida <strong>por</strong> él, que<br />

Satanás no pueda ni desee aprovechar para tentar, acosar y destruir el alma, si le damos la menor<br />

ventaja. En consecuencia, <strong>por</strong> grande que sea la luz espiritual de uno, <strong>por</strong> mucho que goce del<br />

favor y de las bendiciones divinas, debe andar siempre humildemente ante el Señor, y suplicar con<br />

fe a Dios que dirija cada uno de sus pensamientos y domine cada uno de sus impulsos. Todos los<br />

que profesan la vida piadosa tienen la más sagrada obligación de guardar su espíritu y de dominarse<br />

ante las mayores provocaciones. Las cargas impuestas a Moisés eran muy grandes; pocos hombres<br />

fueron jamás probados tan severamente como lo fue él; sin embargo, ello no excusó su pecado.<br />

Dios proveyó ampliamente en favor de sus hijos; y si ellos confían en su poder, nunca serán juguete<br />

de las circunstancias. Ni aun las mayores tentaciones pueden excusar el pecado. Por intensa que<br />

sea la presión ejercida sobre el alma, la transgresión es siempre un acto nuestro. No puede la tierra<br />

ni el infierno obligar a nadie a que haga el mal. Satanás nos ataca en nuestros puntos débiles, pero<br />

no es preciso que nos venza. Por severo o inesperado que sea el asalto, Dios ha provisto ayuda<br />

para nosotros, y mediante su poder podemos ser vencedores.<br />

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