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Patriarcas y Profetas por Elena White

Desde los tiempos prehistóricos, traza Patriarcas y Profetas el conflicto entre el bien y el mal y su alcance universal. Este libro responde de manera sucinta a las preguntas hirvientes sobre el amor, la naturaleza humana, maldiciones generacionales, bendiciones generacionales y el trayecto de la vida. Llevando al lector detrás de la cortina para penetrar los misterios del pasado que prefigura el futuro, el libro investiga a fondo los caracteres de los hombres y las mujeres nacidos en circunstancias sombrías y probados en crisoles de arduas a través del cual se revelan defectos trágicos y virtudes dignas. Repetidas veces, ha configurado la intervención sobrenatural de forma dinámica sus cursos, mientras que sus opciones, para mejor o para peor, hacen una huella imborrable en su descendencia y sus sociedades. Se distingue a las personas a la espera de una esperanza futura tenazmente abrazando las promesas de cambio de vida ...

Desde los tiempos prehistóricos, traza Patriarcas y Profetas el conflicto entre el bien y el mal y su alcance universal. Este libro responde de manera sucinta a las preguntas hirvientes sobre el amor, la naturaleza humana, maldiciones generacionales, bendiciones generacionales y el trayecto de la vida. Llevando al lector detrás de la cortina para penetrar los misterios del pasado que prefigura el futuro, el libro investiga a fondo los caracteres de los hombres y las mujeres nacidos en circunstancias sombrías y probados en crisoles de arduas a través del cual se revelan defectos trágicos y virtudes dignas. Repetidas veces, ha configurado la intervención sobrenatural de forma dinámica sus cursos, mientras que sus opciones, para mejor o para peor, hacen una huella imborrable en su descendencia y sus sociedades. Se distingue a las personas a la espera de una esperanza futura tenazmente abrazando las promesas de cambio de vida ...

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CAPÍTULO 39. La Conquista de Basán<br />

DESPUÉS de rodear a Edom <strong>por</strong> el sur, los israelitas se volvieron hacia el norte y otra vez<br />

se dirigieron hacia la tierra prometida. Su camino pasaba ahora <strong>por</strong> una alta y vasta llanura<br />

refrescada <strong>por</strong> las brisas vivificantes de las colinas. Fue un cambio grato después del valle árido y<br />

calcinante <strong>por</strong> el cual habían viajado, así que avanzaban llenos de ánimo y esperanza. Habiendo<br />

atravesado el arroyo de Zered, pasaron al oriente de la tierra de Moab; pues se les había dado la<br />

orden: "No molestes a Moab, ni te empeñes con ellos en guerra, que no te daré posesión de su<br />

tierra; <strong>por</strong>que yo he dado a Ar <strong>por</strong> heredad a los hijos de Lot." (Véase Deuteronomio 2.) Y se les<br />

repitió la misma orden con respecto a los amonitas que eran también descendientes de Lot.<br />

Continuando hacia el norte, los ejércitos de Israel llegaron pronto a la tierra de los amorreos. Este<br />

pueblo fuerte y guerrero ocupaba originalmente la parte meridional de la tierra de Canaán, pero al<br />

aumentar en número, cruzaron el jordán, guerrearon con los moabitas y les quitaron una parte de<br />

su territorio. Allí se establecieron, y dominaban sin oposición toda la tierra desde el Arnón hasta<br />

el Jaboc en el norte. El camino que los israelitas deseaban seguir para ir al Jordán pasaba<br />

directamente <strong>por</strong> ese territorio, y Moisés le envió un mensaje amistoso a Sehón, rey de los<br />

amorreos, en su capital: "Pasaré <strong>por</strong> tu tierra <strong>por</strong> el camino: <strong>por</strong> el camino iré, sin apartarme a<br />

diestra ni a siniestra: la comida me venderás <strong>por</strong> dinero, y comeré: el agua también me darás <strong>por</strong><br />

dinero, y beberé: solamente pasaré a pie." La contestación fue una negativa terminante, y todos los<br />

ejércitos de los amorreos fueron convocados para oponerse al paso de los invasores.<br />

Este ejército formidable aterrorizó a los israelitas que distaban mucho de estar preparados<br />

para sostener un encuentro con fuerzas bien pertrechadas y disciplinadas. Los enemigos le<br />

aventajaban ciertamente en habilidad guerrera, y a juzgar <strong>por</strong> las apariencias humanas, pronto<br />

acabarían con él. Pero Moisés mantuvo fija la mirada en la columna de nube, y alentó al pueblo<br />

con el pensamiento de que la señal de la presencia de Dios estaba aun con ellos. Al mismo tiempo<br />

les mandó que hicieran todos los esfuerzos humanos posibles a fin de prepararse para la guerra.<br />

Sus enemigos estaban ansiosos de librar batalla, en la seguridad de que raerían de la tierra a los<br />

israelitas mal preparados. Pero el jefe de Israel había recibido la orden del Dueño de todas las<br />

tierras: "Levantaos, partid, y pasad el arroyo Arnón: he aquí he dado en tu mano a Sehón rey de<br />

Hesbón, Amorrheo, y a su tierra: comienza a tomar posesión, y empéñate con él en guerra.<br />

Hoy comenzaré a poner tu miedo y tu espanto sobre los pueblos debajo de todo el cielo; los<br />

cuales oirán tu fama, y temblarán, y angustiarse han delante de ti." Estas naciones que estaban<br />

situadas en los confines de Canaán se habrían salvado si no se hubieran opuesto al progreso de<br />

Israel en desafío de la palabra de Dios. El Señor se había mostrado longánime, sumamente<br />

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