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Patriarcas y Profetas por Elena White

Desde los tiempos prehistóricos, traza Patriarcas y Profetas el conflicto entre el bien y el mal y su alcance universal. Este libro responde de manera sucinta a las preguntas hirvientes sobre el amor, la naturaleza humana, maldiciones generacionales, bendiciones generacionales y el trayecto de la vida. Llevando al lector detrás de la cortina para penetrar los misterios del pasado que prefigura el futuro, el libro investiga a fondo los caracteres de los hombres y las mujeres nacidos en circunstancias sombrías y probados en crisoles de arduas a través del cual se revelan defectos trágicos y virtudes dignas. Repetidas veces, ha configurado la intervención sobrenatural de forma dinámica sus cursos, mientras que sus opciones, para mejor o para peor, hacen una huella imborrable en su descendencia y sus sociedades. Se distingue a las personas a la espera de una esperanza futura tenazmente abrazando las promesas de cambio de vida ...

Desde los tiempos prehistóricos, traza Patriarcas y Profetas el conflicto entre el bien y el mal y su alcance universal. Este libro responde de manera sucinta a las preguntas hirvientes sobre el amor, la naturaleza humana, maldiciones generacionales, bendiciones generacionales y el trayecto de la vida. Llevando al lector detrás de la cortina para penetrar los misterios del pasado que prefigura el futuro, el libro investiga a fondo los caracteres de los hombres y las mujeres nacidos en circunstancias sombrías y probados en crisoles de arduas a través del cual se revelan defectos trágicos y virtudes dignas. Repetidas veces, ha configurado la intervención sobrenatural de forma dinámica sus cursos, mientras que sus opciones, para mejor o para peor, hacen una huella imborrable en su descendencia y sus sociedades. Se distingue a las personas a la espera de una esperanza futura tenazmente abrazando las promesas de cambio de vida ...

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Pero su proceder fue contrarrestado <strong>por</strong> Dios y él lo hizo servir para cumplir el mismo<br />

acontecimiento que trataban de impedir. De la misma manera los sacerdotes y dirigentes judíos<br />

sintieron celos de Cristo y temieron que desviaría de ellos la atención del pueblo. Le dieron muerte<br />

para impedir que llegase a ser rey, pero al obrar así provocaron ese mismo resultado. Mediante su<br />

servidumbre en Egipto, José se convirtió en el salvador de la familia de su padre. No obstante, este<br />

hecho no aminoró la culpa de sus hermanos. Asimismo la crucifixión de Cristo <strong>por</strong> sus enemigos<br />

le hizo Redentor de la humanidad, Salvador de la raza perdida y soberano de todo el mundo; pero<br />

el crimen de sus asesinos fue tan execrable como si la mano providencial de Dios no hubiese<br />

dirigido los acontecimientos para su propia gloria y para bien de los hombres. Así como José fue<br />

vendido a los paganos <strong>por</strong> sus propios hermanos, Cristo fue vendido a sus enemigos más<br />

enconados <strong>por</strong> uno de sus discípulos. José fue acusado falsamente y arrojado en una prisión <strong>por</strong> su<br />

virtud; asimismo Cristo fue menospreciado y rechazado <strong>por</strong>que su vida recta y abnegada reprendía<br />

el pecado; y aunque no fue culpable de mal alguno, fue condenado <strong>por</strong> el testimonio de testigos<br />

falsos.<br />

La paciencia y la mansedumbre de José bajo la injusticia y la opresión, el perdón que otorgó<br />

espontáneamente y su noble benevolencia para con sus hermanos inhumanos, representan la<br />

paciencia sin quejas del Salvador en medio de la malicia y el abuso de los impíos, y su perdón que<br />

otorgó no sólo a sus asesinos, sino también a todos los que se alleguen a él confesando sus pecados<br />

y buscando perdón. José vivió cincuenta y cuatro años después de la muerte de su padre. Alcanzó<br />

a ver "los hijos de Ephraim, hasta la tercera generación: también los hijos de Machir, hijo de<br />

Manasés, fueron criados sobre las rodillas de José." Presenció el aumento y la prosperidad de su<br />

pueblo, y durante todos estos años su fe en la divina restauración de Israel a la tierra prometida fue<br />

inconmovible.<br />

Cuando vio que se acercaba su fin, llamó a todos sus parientes. Aunque había sido tan<br />

honrado en la tierra de los Faraones, Egipto no era para él más que el lugar de su destierro; lo<br />

último que hizo fue indicar que había echado su suerte con Israel. Sus últimas palabras fueron:<br />

"Dios ciertamente os visitará, y os hará subir de aquesta tierra a la tierra que juró a Abrahán, a<br />

Isaac, y a Jacob." E hizo jurar solemnemente a los hijos de Israel que llevaran sus huesos consigo<br />

a la tierra de Canaán. "Y murió José de edad de ciento y diez años; y embalsamáronlo, y fue puesto<br />

en un ataúd en Egipto." A través de los siglos de trabajo que siguieron, aquel ataúd, recuerdo de<br />

las postreras palabras de José, daba testimonio a Israel de que ellos eran sólo peregrinos en Egipto,<br />

y les ordenaba que cifraran sus esperanzas en la tierra prometida, pues el tiempo de la liberación<br />

llegaría con toda seguridad.<br />

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