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Patriarcas y Profetas por Elena White

Desde los tiempos prehistóricos, traza Patriarcas y Profetas el conflicto entre el bien y el mal y su alcance universal. Este libro responde de manera sucinta a las preguntas hirvientes sobre el amor, la naturaleza humana, maldiciones generacionales, bendiciones generacionales y el trayecto de la vida. Llevando al lector detrás de la cortina para penetrar los misterios del pasado que prefigura el futuro, el libro investiga a fondo los caracteres de los hombres y las mujeres nacidos en circunstancias sombrías y probados en crisoles de arduas a través del cual se revelan defectos trágicos y virtudes dignas. Repetidas veces, ha configurado la intervención sobrenatural de forma dinámica sus cursos, mientras que sus opciones, para mejor o para peor, hacen una huella imborrable en su descendencia y sus sociedades. Se distingue a las personas a la espera de una esperanza futura tenazmente abrazando las promesas de cambio de vida ...

Desde los tiempos prehistóricos, traza Patriarcas y Profetas el conflicto entre el bien y el mal y su alcance universal. Este libro responde de manera sucinta a las preguntas hirvientes sobre el amor, la naturaleza humana, maldiciones generacionales, bendiciones generacionales y el trayecto de la vida. Llevando al lector detrás de la cortina para penetrar los misterios del pasado que prefigura el futuro, el libro investiga a fondo los caracteres de los hombres y las mujeres nacidos en circunstancias sombrías y probados en crisoles de arduas a través del cual se revelan defectos trágicos y virtudes dignas. Repetidas veces, ha configurado la intervención sobrenatural de forma dinámica sus cursos, mientras que sus opciones, para mejor o para peor, hacen una huella imborrable en su descendencia y sus sociedades. Se distingue a las personas a la espera de una esperanza futura tenazmente abrazando las promesas de cambio de vida ...

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Ahora, pues -dijo él,- Cuando llegare yo a tu siervo mi padre, y el mozo no fuere conmigo, como<br />

su alma está ligada al alma de él, sucederá que cuando no vea al mozo, morirá: y tus siervos harán<br />

descender las canas de tu siervo nuestro padre con dolor a la sepultura.<br />

Como tu siervo salió <strong>por</strong> fiador del mozo con mi padre, diciendo: Si no te lo volviere,<br />

entonces yo seré culpable para mi padre todos los días; ruégote <strong>por</strong> tanto que quede ahora tu siervo<br />

<strong>por</strong> el mozo <strong>por</strong> siervo de mi señor, y que el mozo vaya con sus hermanos. Porque ¿cómo iré yo a<br />

mi padre sin el mozo? No podré, <strong>por</strong> no ver el mal que sobrevendrá a mi padre. José estaba<br />

satisfecho. Había vistió en sus hermanos los frutos del verdadero arrepentimiento. Al oír el noble<br />

ofrecimiento de Judá, ordenó que todos excepto estos hombres se retiraran; entonces, llorando en<br />

alta voz, exclamó: "Yo soy José: ¿vive aún mi padre?" Sus hermanos permanecieron inmóviles,<br />

mudos de temor y asombro.<br />

¡El gobernador de Egipto era su hermano José, a quien <strong>por</strong> envidia habían querido asesinar,<br />

y a quien <strong>por</strong> fin habían vendido como esclavos! Todos los tormentos que le habían hecho sufrir<br />

pasaron ante ellos. Recordaron cómo habían menospreciado sus sueños, y cómo habían luchado<br />

<strong>por</strong> evitar que se cumplieran. Sin embargo, habían participado en el cumplimiento de esos sueños;<br />

y ahora estaban <strong>por</strong> completo en su poder, y sin duda alguna, él se vengaría del daño que había<br />

sufrido. Viendo su confusión, les dijo amablemente: "Llegaos ahora a mi," y cuando se acercaron,<br />

él prosiguió: "Yo soy José vuestro hermano el que vendisteis para Egipto. Ahora pues, no os<br />

entristezcáis, ni os pese de haberme vendido acá; que para preservación de vida me envió Dios<br />

delante de vosotros." Considerando que ya habían sufrido ellos lo suficiente <strong>por</strong> su crueldad hacia<br />

él, noblemente trató de desvanecer sus temores y de reducir la amargura de su remordimiento.<br />

"Que ya ha habido dos años de hambre en medio de la tierra -continuó José,- y aun quedan<br />

cinco años en que ni habrá arada ni siega. Y Dios me envió delante de vosotros, para que vosotros<br />

quedaseis en la tierra, y para daros vida <strong>por</strong> medio de grande salvamento. Así pues, no me<br />

enviasteis vosotros acá, sino Dios, que me ha puesto <strong>por</strong> padre de Faraón, y <strong>por</strong> señor de toda su<br />

casa, y <strong>por</strong> gobernador en toda la tierra de Egipto. Daos prisa, id a mi padre y decidle. Así dice tu<br />

hijo José: Dios me ha puesto <strong>por</strong> señor de todo Egipto; ven a mí, no te detengas: y habitarás en la<br />

tierra de Gosén, y estarás cerca de mí, tú y tus hijos, y los hijos de tus hijos, tus ganados y tus<br />

vacas, y todo lo que tienes. Y allí te alimentaré, pues aun quedan cinco años de hambre, <strong>por</strong>que no<br />

perezcas de pobreza tú y tu casa, y todo lo que tienes:, y he aquí, vuestros ojos ven, y los ojos de<br />

mi hermano Benjamín, que mi boca os habla."<br />

"Y echóse sobre el cuello de Benjamín su hermano, y lloró; y también Benjamín lloró sobre<br />

su cuello. Y besó a todos sus hermanos, y lloró sobre ellos: y después sus hermanos hablaron con<br />

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