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Patriarcas y Profetas por Elena White

Desde los tiempos prehistóricos, traza Patriarcas y Profetas el conflicto entre el bien y el mal y su alcance universal. Este libro responde de manera sucinta a las preguntas hirvientes sobre el amor, la naturaleza humana, maldiciones generacionales, bendiciones generacionales y el trayecto de la vida. Llevando al lector detrás de la cortina para penetrar los misterios del pasado que prefigura el futuro, el libro investiga a fondo los caracteres de los hombres y las mujeres nacidos en circunstancias sombrías y probados en crisoles de arduas a través del cual se revelan defectos trágicos y virtudes dignas. Repetidas veces, ha configurado la intervención sobrenatural de forma dinámica sus cursos, mientras que sus opciones, para mejor o para peor, hacen una huella imborrable en su descendencia y sus sociedades. Se distingue a las personas a la espera de una esperanza futura tenazmente abrazando las promesas de cambio de vida ...

Desde los tiempos prehistóricos, traza Patriarcas y Profetas el conflicto entre el bien y el mal y su alcance universal. Este libro responde de manera sucinta a las preguntas hirvientes sobre el amor, la naturaleza humana, maldiciones generacionales, bendiciones generacionales y el trayecto de la vida. Llevando al lector detrás de la cortina para penetrar los misterios del pasado que prefigura el futuro, el libro investiga a fondo los caracteres de los hombres y las mujeres nacidos en circunstancias sombrías y probados en crisoles de arduas a través del cual se revelan defectos trágicos y virtudes dignas. Repetidas veces, ha configurado la intervención sobrenatural de forma dinámica sus cursos, mientras que sus opciones, para mejor o para peor, hacen una huella imborrable en su descendencia y sus sociedades. Se distingue a las personas a la espera de una esperanza futura tenazmente abrazando las promesas de cambio de vida ...

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inmortalidad. Vio a los redimidos regocijarse en las glorias imperecederas de la tierra renovada.<br />

Mirando la escena exclamó: " ¿Quién contará el polvo de Jacob, o el número de la cuarta parte de<br />

Israel?" Y al ver la corona de gloria en cada frente y el regocijo que resplandecía en todos los<br />

semblantes, contempló con anticipación aquella vida ¡limitada de pura felicidad, y rogó<br />

solemnemente: "¡Muera mi persona de la muerte de los rectos, y mi postrimería sea como la suya!"<br />

Si Balaam hubiera estado dispuesto a aceptar la luz que Dios le había dado, habría cumplido su<br />

palabra; e inmediatamente habría cortado toda relación con Moab. No hubiera presumido ya más<br />

de la misericordia de Dios, sino que se habría vuelto hacia él con profundo arrepentimiento. Pero<br />

Balaam amaba el salario de iniquidad, y estaba resuelto a obtenerlo a todo trance. Balac había<br />

esperado confiadamente que una maldición caería como plaga fulminante sobre Israel; y al oír las<br />

palabras del profeta exclamó apasionadamente: "¿Qué me has hecho? hete tomado para que<br />

maldigas a mis enemigos, y he aquí has proferido bendiciones." Balaam, procurando hacer de la<br />

necesidad una virtud, aseveró que, movido <strong>por</strong> un respeto concienzudo de la voluntad de Dios,<br />

había pronunciado palabras que habían sido impuestas a sus labios <strong>por</strong> el poder divino. Su<br />

contestación fue: "¿No observaré yo lo que Jehová pusiere en mi boca para decirlo? Aun así Balac<br />

no podía renunciar a sus propósitos. Decidió que el espectáculo imponente ofrecido <strong>por</strong> el vasto<br />

campamento de los hebreos, había intimidado de tal modo a Balaam que no se atrevió a practicar<br />

sus adivinaciones contra ellos.<br />

El rey resolvió llevar al profeta a algún punto desde el cual sólo pudiera verse una parte de<br />

la hueste. Si se lograba inducir a Balaam a que la maldijera <strong>por</strong> pequeños grupos, todo el<br />

campamento no tardaría en verse entregado a la destrucción. En la cima de una elevación llamada<br />

Pisga, se hizo otra prueba. Nuevamente se construyeron siete altares, sobre los cuales se colocaron<br />

las mismas ofrendas y sacrificios que antes. El rey y los príncipes permanecieron al lado de los<br />

sacrificios, en tanto que Balaam se retiraba para comunicarse con Dios. Otra vez se le confió al<br />

profeta un mensaje divino, que no pudo callar ni alterar. Cuando se presentó a la compañía que<br />

esperaba ansiosamente, se le preguntó: "¿Qué ha dicho Jehová?" La contestación, como<br />

anteriormente, infundió terror al corazón del rey y de los príncipes: "Dios no es hombre, para que<br />

mienta; Ni hijo de hombre para que se arrepienta: El dijo, ¿y no hará?; Habló, ¿y no lo ejecutará?<br />

He aquí, yo he tomado bendición: Y él bendijo, y no podré revocarla. No ha notado iniquidad en<br />

Jacob, Ni ha visto perversidad en Israel: Jehová su Dios es con él, júbilo de rey en él." Embargado<br />

<strong>por</strong> el temor reverente que le inspiraban estas revelaciones, Balaam exclamó: "No hay hechizo<br />

contra Israel, ni hay adivinación contra Israel." (Núm 23: 23, V.M.)<br />

Conforme al deseo de los moabitas, el gran mago había probado el poder de su<br />

encantamiento; pero precisamente con respecto a esta ocasión se iba a decir de los hijos de Israel:<br />

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